(Washington, D.C.) – Estados Unidos debe detener de inmediato cualquier traslado de inmigrantes detenidos a la base naval de la bahía de Guantánamo, en Cuba, donde se enfrentan a condiciones de detención abusivas e inhumanas que podrían constituir malos tratos, afirmó hoy Human Rights Watch.
Human Rights Watch entrevistó a 20 inmigrantes venezolanos trasladados allí a principios de febrero y detenidos entre 11 y 16 días, antes de ser deportados a Venezuela. Las personas entrevistadas dijeron que los funcionarios estadounidenses nunca les informaron que serían trasladados a Guantánamo, y sus familias no fueron notificadas. La mayoría de ellas afirmó que fueron recluidas en régimen de incomunicación en condiciones insalubres y que se les negó acceso a información sobre su situación legal o su posible futuro.
“Los migrantes detenidos en Guantánamo estuvieron incomunicados y sujetos a condiciones aberrantes”, afirmó Juanita Goebertus, directora para las Américas de Human Rights Watch. “Ningún inmigrante o solicitante de asilo que abandone su país en busca de protección debería ser llevado a un lugar como Guantánamo”.
Algunos detenidos afirmaron haber intentado suicidarse. “Estaba tan desesperado que traté de cortarme las muñecas con los bordes de las botellas de agua de plástico, pero no eran lo suficientemente filosos”, afirmó uno de ellos. “La segunda vez intenté morderme la lengua y golpearme la cabeza contra la pared, pero no funcionó”.
El gobierno no debería trasladar a ningún inmigrante de Estados Unidos a Guantánamo, señaló Human Rights Watch. A las personas detenidas allí se les debería garantizar el debido proceso en Estados Unidos y una oportunidad significativa para impugnar su expulsión.
La mayoría de las personas deportadas dijeron que las autoridades migratorias estadounidenses las detuvieron después de cruzar la frontera sur, y las acusaron de pertenecer al Tren de Aragua, un grupo criminal venezolano, basándose únicamente en sus tatuajes y su nacionalidad. Otros dijeron que llevaban varios meses viviendo en Estados Unidos y que fueron detenidos después de acudir a citas programadas con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Todos habían pasado días o meses en centros de detención de inmigrantes en Texas antes de ser trasladados a Guantánamo.
Un hombre de 30 años dijo que había acudido a una cita programada con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza en un centro de ICE en El Paso, Texas, el 19 de enero para solicitar asilo. Sin embargo, cuando un funcionario de inmigración vio sus tatuajes y se enteró de su nacionalidad, lo acusó de pertenecer al Tren de Aragua y lo envió a detención. El 4 de febrero lo esposaron y lo subieron a un avión con otros venezolanos. “Después de que el avión aterrizó, vi muchas cercas y alambres de púas. Uno de los oficiales de migración me dijo: ‘Bienvenido a Guantánamo’. Yo quedé en shock”.
La mayoría de las personas entrevistadas dijeron que, una vez en Guantánamo, fueron recluidas en una unidad de alta seguridad conocida como Campamento 6, donde permanecieron en régimen de aislamiento en celdas individuales de aproximadamente dos por tres metros, con paredes de concreto y acero, una sola cama de concreto y una combinación de lavabo-retrete. Dijeron que los guardias sólo les dieron una sábana y una almohada. Sólo unos pocos dijeron haber recibido un colchón; y la mayoría dijo que debieron dormir en la cama de concreto durante la mayor parte de su tiempo en detención.
“Lo peor fue el encierro, [estar] aislados, sin saber qué iba a pasar con nuestras vidas”, dijo un hombre de 35 años.
Las personas entrevistadas dijeron que los guardias los mantenían aislados en sus celdas 23 horas al día y algunos días les permitían salir durante una hora o menos, a un patio de recreo cercado, donde se les advertía que no hablaran con los demás.
“No nos dejaban hablar, así que por las noches gritábamos a través de las rendijas en las puertas para hacernos saber que seguíamos vivos”, dijo un deportado de 30 años.
Algunos deportados dijeron que habían protestado porque las autoridades les negaban información sobre su situación legal y no les decían nada sobre lo que podría pasarles. “Un día, estaba tan desesperado que empecé a golpear la puerta y a gritar que quería hablar con mi familia”, dijo un barbero de 25 años. “Dos guardias entraron, me esposaron con las manos detrás de la espalda ... me pusieron grilletes en los pies y me ataron a una silla en otra celda, de cara a la pared, donde me dejaron durante horas”.
En el Campamento 6, así como en otro edificio donde algunas personas dijeron estar recluidas en habitaciones pequeñas, los entrevistados describieron condiciones insalubres, falta de higiene y deterioro de la infraestructura. Dijeron que no había ventanas ni luz natural, lo que les hacía perder la noción del tiempo. La mayoría de ellos afirmaron que sólo podían ducharse cada tres días, durante unos pocos minutos, y que les sacaban de sus celdas o habitaciones esposados.
Un trabajador de la construcción de 38 años dijo que su celda estaba sucia y olía fuertemente a drenaje. “El agua era amarilla, partes del lavamanos estaban oxidadas y había humedad en el techo y las paredes, con insectos y telarañas por todas partes”, dijo. “Era totalmente insalubre y me enfermé por eso”.
Todos los entrevistados dijeron que, aunque recibían tres comidas al día, el alimento era insuficiente y de mala calidad. Un deportado de 33 años dijo que las comidas se pasaban a través de una pequeña ranura en la puerta y que a menudo consistían en arroz y frijoles poco cocidos o en mal estado. “Tenía hambre todo el tiempo y me dolía el estómago”, dijo. “Llegué allí pesando 78 kilos y regresé a Venezuela con 52”.
Ocho personas entrevistadas dijeron que se enfermaron debido a las condiciones insalubres y que los funcionarios les negaron atención médica. Algunas dijeron que, cuando pidieron asistencia médica, los guardias sólo les ofrecieron o dieron pastillas para dormir.
El 20 de febrero, el gobierno de Trump transfirió a Honduras a 177 ciudadanos venezolanos detenidos en Guantánamo, donde fueron recibidos por un avión del gobierno venezolano y devueltos a su país de origen. Entre ellos se encontraban las personas entrevistadas por Human Rights Watch. A su llegada a Venezuela, informaron que recibieron atención médica temporal, alojamiento y comida durante tres días, mientras las autoridades realizaban verificaciones de antecedentes y emitían documentos de identificación. Posteriormente, funcionarios del gobierno los trasladaron a sus hogares, donde actualmente residen con sus familias e intentan reintegrarse en sus comunidades.
El derecho internacional de los derechos humanos prohíbe la detención arbitraria, la tortura y otros malos tratos.
Ninguna de las personas entrevistadas informó haber sido agredida físicamente por el personal de seguridad de Guantánamo. Sin embargo, las condiciones inhumanas de detención, el aislamiento —en algunos casos, prolongado—, combinados con la denegación de información y la incertidumbre sobre su situación legal y su futuro, pueden constituir malos tratos prohibidos por el derecho internacional.
“Todas las personas bajo detención migratoria deben ser tratadas con humanidad básica, lo que incluye el derecho a un contacto humano significativo”, señaló Goebertus. “Ello no es un privilegio, sino un derecho fundamental”.