Recientemente, Andrés Manuel López Obrador arrancó su conferencia de prensa matutina expresando su preocupación y malestar por un “virus que se transmite” en México. La mayoría de los televidentes pensarían que se estaba refiriendo a la Covid-19. Pero no fue así.
En realidad, aludía a una supuesta “epidemia” de noticias falsas y bots de Twitter que, según él, a menudo, han atacado a su gobierno desde el inicio. El Presidente además instó a Facebook y Twitter a dar a conocer los nombres de los que están detrás de los bots y las campañas de desprestigio en las redes sociales que estarían operando en el país.
A los pocos días, una investigación realizada por Artículo 19, Aristegui Noticias y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) entregó una respuesta a la preocupación de AMLO. La investigación reveló que Notimex, la agencia de noticias del gobierno, había creado una red de bots y cuentas falsas que usaba para atacar a destacadas periodistas como Dolia Estévez y Carmen Aristegui, quienes han criticado la gestión de López Obrador y de autoridades de Notimex.
Al igual que su vecino y aliado, el presidente estadounidense Donald Trump, López Obrador profiere ataques a la prensa casi a diario. A menudo descalifica preguntas legítimas o críticas con fundamento empírico como “noticias falsas”, se queja del “hampa del periodismo” y acusa a medios de comunicación de haber sido pagados para “orquesta[r] esta campaña de desinformación” contra él.
En un intercambio muy revelador, López Obrador le reclamó a la revista Proceso porque "no se portó bien" con él, agregando que "los buenos periodistas" son los que toman partido y apoyan a su gobierno. Una periodista le respondió que "no es papel de los medios portarse bien", sino "informar". Apenas hace unas semanas, el presidente amenazó en público a dos importantes periódicos mexicanos, a lo cuales instó a “que depongan [su] actitud, porque si no, sí me veo obligado [a señalarlos]”. Muchos periodistas que cuestionan a López Obrador son blanco de ataques por parte de grupos de troles en las redes sociales, que usan hashtags como “PrensaProstituida” y “PrensaCorupta”.
Mientras tanto, con una tasa de muertes diarias por Covid-19 en México que se encuentra entre las más altas del mundo y sigue subiendo, presidente López Obrador ha decidido terminar con la Jornada de Sana Distancia y entrar a la “nueva normalidad.” El día que el país superó las mil muertes diarias por Covid-19, López Obrador estaba de gira en la península de Yucatán, donde realizó eventos para celebrar la reapertura del turismo en Cancún y la continuidad de la construcción de dos de sus proyectos preferidos: una refinería petrolera y un tren en la selva. Casi su única mención de Covid-19 fue acusar al periódico nacional Reforma de atacarlo por publicar estadísticas oficiales de muertes por Covid-19 de la Secretaria de Salud.
El gobierno mexicano, a lo largo de sucesivas administraciones, ha tenido un pobrísimo desempeño en materia de libertad de prensa y esta no es la primera vez que se ha implicado en ataques cibernéticos contra periodistas. El Presidente debe adoptar medidas enérgicas para proteger la libertad de expresión, uno de los pilares fundamentales de la democracia. En primer lugar, debería actuar de inmediato para repudiar y detener los ataques en las redes sociales que impulsa su propio gobierno, e instar a que se realice una investigación exhaustiva e imparcial sobre la participación oficial en los ataques con bots contra periodistas. Si López Obrador no da estos pasos, dará a entender que los ataques contra la prensa independiente están permitidos y son alentados por su gobierno.