Al otorgar el Premio Nobel de la Paz 2018 a Nadia Murad y al doctor Denis Mukwege, el Comité Noruego del Nobel ha tomado una importante y oportuna decisión para honrar a los sobrevivientes de la violencia sexual en la guerra y a quienes trabajan para asistir a estas víctimas.
Una sobreviviente convertida en activista, Murad brindó un rayo de esperanza a miles de mujeres violadas por el Estado Islámico (también conocido como ISIS) para que algún día puedan ver justicia. Los crímenes del ISIS incluyen el secuestro de aproximadamente 6.300 yezidis y el sometimiento de mujeres y niñas a un sistema de violación organizada y esclavitud sexual. Murad ha llevado su grave situación directamente ante las Naciones Unidas y los gobiernos de todo el mundo.
Ha habido una condena mundial de los abusos del ISIS, y los jueces de Irak han acusado a miles de sospechosos del ISIS de afiliación terrorista, sin embargo, no tenemos conocimiento de que haya habido ningún juicio que haya concluido con un procesamiento por violencia sexual.
A su vez, Mukwege es un reconocido ginecólogo de la República Democrática del Congo y un valiente y abierto activista por los derechos humanos. Pese a correr un grave riesgo personal, denuncia públicamente la omnipresencia de la violación como arma de guerra y de la casi total impunidad de estos crímenes. Su Fundación Mukwege está asociada con Human Rights Watch para crear un movimiento mundial de sobrevivientes.
Su trabajo en el Hospital Panzi, en el este del Congo, ha dado esperanza a innumerables sobrevivientes de violencia sexual, permitiéndoles rehacer sus vidas a pesar de haber sufrido atrocidades indescriptibles. Estas mujeres y niñas han sido sanadas, escuchadas y saben que merecen justicia gracias a los esfuerzos incansables de Mukwege. El galardón representa un homenaje no sólo a Mukwege, sino a todos ellos.
Este Premio Nobel de la Paz envía un mensaje de que todas las mujeres que sufren violencia sexual merecen justicia y no deben esperar más. Se produce en un momento en el que la violencia y el acoso sexual han ganado algo de la atención que merecen en todo el mundo gracias al movimiento #MeToo. Es particularmente turbador en Estados Unidos, donde los funcionarios gubernamentales no han investigado adecuadamente las acusaciones de agresión sexual contra un candidato al Tribunal Supremo.
Si bien el premio de hoy se centra en la violencia sexual en zonas de conflicto, debería impulsar los esfuerzos para combatir la violencia y el acoso sexual en todas partes. En tiempos de guerra y paz, los sobrevivientes deberían ser escuchados y los responsables deberían ser llevados ante la justicia.