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“Me despertaba a las 4:15 a.m.”, contó Asma. “Cuando me iba a dormir, a las 10 p.m., estaba extenuada. Solamente tenía cinco minutos de descanso... No me daban días libres [ni] salario”. Asma es una de las 1,8 millones de mujeres y niñas de Indonesia que, según se estima, realizan tareas domésticas, una de las principales fuentes de empleo para las mujeres de zonas rurales de ese país. Su historia, que guarda similitud con la de muchos otros trabajadores, trasciende las fronteras nacionales y encuentra eco entre los más de 52 millones de empleados del hogar, niñeras y cuidadores en todo el mundo cuyo trabajo resulta esencial para los hogares donde se desempeñan.

Sin embargo, en Indonesia los trabajadores del hogar hacen  más que cocinar, limpiar y brindar cuidados a las familias de sus empleadores. Su trabajo es también decisivo para la economía nacional de Indonesia, no obstante, el gobierno no les brinda protección.

Indonesia, al igual que muchos otros países de Asia y Medio Oriente, excluye a los trabajadores del hogar —o pembantu rumah tangga— del alcance de su legislación nacional laboral. A causa de esto, su trabajo en gran medida no se encuentra regulado y se les niega el acceso a derechos básicos que sí se reconocen a otros trabajadores, como salario mínimo, días de descanso semanales y remuneración de horas extras. Esta exclusión de garantías laborales fundamentales se ve agravada por la singular situación de aislamiento que enfrentan los trabajadores del hogar en las viviendas particulares de sus empleadores, donde a menudo toleran un amplio espectro de condiciones de explotación y otros abusos que constituyen delitos.

Asma y otros trabajadores del hogar como ella, hasta hoy marginados e invisibles, podrían estar ahora ante un nuevo horizonte. En colaboración con trabajadores del hogar a tiempo completo que impulsan iniciativas a nivel nacional, numerosos activistas incansables —como Anis Hidayah de la organización Migrant Care con sede en Jakarta y Lita Anggraini de la Red Nacional de Incidencia por los Trabajadores del Hogar de Indonesia—  están consiguiendo sumar y movilizar a trabajadores del hogar en el ámbito comunitario, nacional e internacional.

Los trabajadores del hogar están empleando estrategias innovadoras para aunar sus esfuerzos y conformar un movimiento global cuya voz ha logrado que se les tome en cuenta por los legisladores en países desde Filipinas hasta Sudáfrica, y desde Italia hasta Argentina. En todo el mundo, los trabajadores del hogar se asocian con sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, exigen a los gobiernos que asignen a sus problemas un lugar prioritario en la agenda nacional y reclaman el respeto de sus derechos humanos fundamentales.

Un nuevo informe elaborado por la Red Internacional de Trabajadores Domésticos, la Confederación Sindical Internacional  y  Human Rights Watch analiza el notable impulso adquirido por el movimiento mundial de los trabajadores del hogar en los últimos dos años. A partir de entrevistas realizadas a trabajadores del hogar y representantes de la sociedad civil de más de 20 países, “Reivindicar los derechos: Movimientos de los trabajadores del hogar y avances globales en materia de reforma laboral” examina las estrategias creativas que han empleado los activistas para promover y afianzar las leyes laborales a nivel nacional e internacional.

Luego de más de una década de acciones de organización impulsadas por activistas del sector de trabajadores del hogar, incluido el sólido movimiento que se encuentra afianzado en Indonesia, se consiguió adoptar un nuevo tratado sin precedentes que establece los primeros estándares laborales internacionales de promoción del trabajo decente para los trabajadores del hogar. El Convenio sobre Trabajadores del Hogar de la Organización Internacional del Trabajo reconoce a estos trabajadores los mismos derechos fundamentales que corresponden a los de otros ámbitos, como salario mínimo, beneficios de seguridad social, días de descanso semanales e información clara sobre las condiciones de contratación. Los gobiernos de países que son parte en el Convenio están obligados a proteger a los trabajadores del hogar para que no sufran violencia, regular a las agencias de empleo privadas que seleccionan a estos trabajadores e impedir que los niños trabajen en el servicio doméstico.

Según un estudio de la OIT de 2013, más de 20 millones de trabajadores del hogar se desempeñan en Asia, y esto convierte a la región en el principal empleador a nivel mundial en lo que refiere al sector doméstico. Filipinas fue el primer país de Asia que ratificó el Convenio sobre Trabajadores del Hogar. El presidente Susilo Bambang Yudhoyono debería asegurar que Indonesia sea el segundo país en hacerlo.

El presidente Yudhoyono expresó su apoyo inequívoco al Convenio sobre Trabajadores del Hogar durante la Conferencia de la OIT de 2011 en Ginebra. Sin embargo, al mismo tiempo, no ha avanzado la sanción del Proyecto de Ley para la Protección de los Trabajadores del Hogar de Indonesia, presentado al parlamento hace más de dos años, y la redacción actual de sus disposiciones no cumple cabalmente con los estándares internacionales que debería respetar una reforma jurídica genuina.

El gobierno de Indonesia debería asegurar que los trabajadores del hogar de ese país estén alcanzados por las garantías de las leyes laborales nacionales y que tales normas sean fortalecidas para adecuarse a los estándares internacionales de derechos humanos. También debería trabajar en estrecha colaboración con organizaciones de la sociedad civil para reforzar el proyecto de ley sobre trabajadores del hogar, y sentar las bases para que Indonesia ratifique el Convenio sobre Trabajadores del Hogar.

Indonesia atraviesa un momento crucial, en que las voces de trabajadores del hogar como Asma traspasan los muros de las viviendas de sus empleadores y cobran una relevancia pública y política hasta ahora nunca vista. El gobierno debería escuchar y responder a estas voces, adoptando medidas concretas para asegurar que todos los trabajadores de Indonesia consigan la dignidad que merecen, la valoración por la que se han esforzado y el respeto que reclaman.

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