En Pakistán, sería falso afirmar que las leyes sobre la blasfemia se están utilizando de manera incorrecta. Eso implicaría que nunca podría haber un uso adecuado de ellas.
Sin embargo, sí es cierto que las leyes sobre la blasfemia de Pakistán se están explotando. Algunas personas las utilizan para atacar a otras y aprovecharse de ellas, con resultados espantosos.
Una de las formas en que esto puede ocurrir es con un simple acaparamiento de tierras, como deja claro un nuevo informe de HRW.
Alguien quiere un pedazo de tierra donde otros viven actualmente. Esa persona alienta el rumor de que alguien de la zona ha dicho algo blasfemo. Las redes sociales lo difunden por todas partes en un instante imparable. Y boom: la indignación pública extrema da lugar a una explosión de violencia y amenazas de violencia contra las personas y la comunidad circundante.
La gente huye y, de repente, el terreno queda libre.
Las leyes contra la blasfemia avivan el fuego al sancionar oficialmente la idea de que se ha cometido un delito real y hacer que la turba sienta que tiene la razón de su parte. Esto se ve reforzado por el hecho de que las autoridades rara vez detienen y procesan a quienes emplean la violencia contra las personas acusadas de blasfemia.
La falta de un sistema adecuado de registro de tierras en Pakistán también ayuda a los acaparadores de tierras. Lo que se arrebata por la fuerza o mediante artimañas puede simplemente conservarse.
Y no se trata sólo de apropiación de tierras. Las acusaciones de blasfemia también se utilizan para extorsionar y chantajear. Quienes sacan provecho del negocio de la blasfemia se centran especialmente en las minorías religiosas y otras comunidades económicamente marginadas.
Las acusaciones de blasfemia contra cristianos y ahmadíes, por ejemplo, han incitado durante mucho tiempo a la violencia colectiva y han obligado a comunidades enteras a abandonar sus hogares. Los acusadores, que a menudo tienen vínculos con grupos políticos, también suelen utilizar las acusaciones de blasfemia como arma para perjudicar a empresas rivales propiedad de minorías religiosas o dirigidas por ellas.
Sea cual sea el propósito de las leyes sobre la blasfemia en Pakistán, seguro que no es enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres mediante la violencia colectiva.
Sin embargo, mientras existan estas leyes, la gente seguirá haciendo de ellas un negocio sucio.