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Ceremonia de izado de bandera en el Día Nacional de la Educación para la Seguridad en una escuela secundaria de Hong Kong, China, el 15 de abril de 2021. © 2021 Vernon Yuen/NurPhoto via AP Photo

En sólo cinco años, el gobierno chino ha extinguido en gran medida la vitalidad política y civil de Hong Kong y la ha sustituido por la uniformidad de un "patriotismo" impuesto: la lealtad al Partido Comunista Chino.

Hace hoy cinco años, el Gobierno chino impuso en Hong Kong la draconiana Ley de Seguridad Nacional. Desde entonces, el gobierno chino ha construido un nuevo y opaco régimen jurídico y burocrático de seguridad nacional, armando a los tribunales para que impongan severos castigos a la disidencia.

Bajo el nuevo régimen de seguridad nacional, las autoridades chinas y hongkonesas han desmantelado en gran medida la libertad de expresión, asociación y reunión, las elecciones libres y justas, el derecho a un juicio justo y la independencia judicial.

Durante décadas, Hong Kong tuvo protestas masivas en favor de la democracia, algunas de las cuales atrajeron a más de un millón de personas, pero las autoridades no han permitido ninguna manifestación de este tipo desde 2020. Los manifestantes que participaron en las protestas de 2019 siguen siendo procesados.

Las autoridades han armado las leyes de seguridad nacional para castigar severamente la disidencia. Desde 2020, 326 personas han sido detenidas por delitos contra la seguridad nacional, y 187 personas y cinco empresas han sido acusadas. Los juicios por seguridad nacional tienen una tasa de condenas de casi el 100 por ciento.

Esto ha creado un efecto escalofriante en las libertades básicas. Casi 100 organizaciones de la sociedad civil, sindicatos y partidos políticos se han disuelto por temor o por actos de represión del gobierno. Al menos 14 medios de comunicación independientes han cerrado. La autocensura entre los periodistas es generalizada. La censura institucional ha trascendido el ámbito político y se ha extendido a los libros y el arte.

El gobierno chino ha intentado imponer un control ideológico a los estudiantes y residentes de Hong Kong. Los programas escolares imponen el "patriotismo" y la lealtad al Partido Comunista Chino desde el jardín de infancia. Por ejemplo, los alumnos de secundaria estudian el "Pensamiento Xi Jinping". Los funcionarios tienen que jurar lealtad al gobierno (en lugar de la función tradicional de servir al público); cientos de los que se negaron a hacerlo fueron despedidos. Cada vez más, sólo los leales al Partido Comunista Chino pueden ocupar puestos clave en la sociedad, como legisladores y rectores universitarios.

Las autoridades también intentaron reescribir la historia, ya que el panorama informativo de Hong Kong está cada vez más dominado por voces favorables a Pekín. Los libros de texto niegan que Hong Kong fuera alguna vez una colonia británica.

Mientras tanto, las autoridades castigan severamente la disidencia.

Desde 2020, el Partido Comunista Chino -que ni siquiera está registrado como partido político en Hong Kong- ha ampliado su control sobre todos los niveles de gobierno en Hong Kong.

Aunque Pekín mantiene que Hong Kong sigue gobernado bajo la política de "Un país, dos sistemas", está claro que no es así desde al menos 2020. En 2023, el Partido Comunista Chino introdujo una serie de "reformas institucionales" que reafirmaron aún más el control del Partido sobre las instituciones estatales en China.

En la actualidad, la gobernanza de Hong Kong se asemeja a la de Xinjiang y el Tíbet, donde los jefes de los gobiernos locales de estas regiones nominalmente "autónomas" están subordinados a los funcionarios del Partido Comunista Chino. El marco de gobierno de Hong Kong se ha convertido cada vez más en "un país, un sistema", en el que el Partido dirige de hecho la ciudad.

Esta mayor opresión puede tener consecuencias nefastas a largo plazo para Hong Kong, no obstante que algunos valientes hongkoneses siguen encontrando formas sutiles de resistirse a la tiranía.

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