La mayoría de las veces, cuando escribo sobre personas en este boletín, no las conozco en persona.
Con Joseph Figueira Martin, es diferente.
Trabajé con Joe, ciudadano belga-portugués, en el International Crisis Group de Bruselas durante varios años. Le conocía como un tipo honrado, respetado por sus colegas por ser inteligente, fiable y atento.
Eso fue hace años, y nuestros caminos se separaron hace tiempo. Yo pasé a Human Rights Watch. Joe se convirtió en experto en conflictos y gestión de conflictos, trabajando para varias organizaciones en África central. A lo largo de los años mantuvimos un contacto distante, al modo típico de los antiguos colegas de profesión.
Entonces, Joe fue detenido por las fuerzas rusas en la ciudad de Zemio, en la República Centroafricana.
Sí, fuerzas rusas. Últimamente están en muchos lugares de África central y occidental, incluida la República Centroafricana, donde han cometido abusos, como torturas y asesinatos de civiles.
En el momento de su detención, Joe había estado realizando investigaciones para FHI 360. Se trata de una organización estadounidense cuyo objetivo es reducir la pobreza, ampliar las oportunidades económicas y prevenir la violencia de género.
Eso fue en mayo de 2024. Joe lleva detenido más de un año. Está recluido en Bangui, la capital de la República Centroafricana, en una prisión militar para los presos más destacados.
No se le ha declarado culpable de ningún delito. No ha habido juicio, ni siquiera se ha fijado fecha para uno.
Las autoridades de la República Centroafricana lo acusan de todo. Afirman que financiaba y coordinaba actividades para grupos armados, uno de los cuales el gobierno considera una organización terrorista. Hay una serie de otras acusaciones, entre ellas la de atentar contra la seguridad del Estado.
El gobierno centroafricano ha declarado en repetidas ocasiones que tiene pruebas sustanciales contra él. Entonces, ¿por qué no enviar este caso a juicio?
Su familia ha intentado desesperadamente que el caso de Joe avance, pues están convencidos de que puede explicar lo que hacía en el país: que estaba allí para ayudar a la República Centroafricana, no para desestabilizarla.
Todo el mundo tiene derecho a un juicio sin dilaciones indebidas. Es un elemento clave del derecho a un juicio justo y público ante un tribunal independiente e imparcial.
Ya es hora de que las autoridades pongan fin a la prolongada detención sin juicio de Joe y garanticen que el debido proceso sigue su curso.
Y si las autoridades no disponen de pruebas suficientes para llevar este caso a juicio -después de haber tenido un año para reunirlas-, deben dejar en libertad a Joe.