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El gobierno Saudí utiliza el fútbol europeo para lavar su reputación mediante el deporte

Las supercopas de Italia y España se juegan en Riad para desviar la atención ante los abusos

Los jugadores del Inter de Milán levantan el trofeo para celebrar la victoria en el partido de fútbol de la Supercopa de Italia disputado en el estadio internacional Rey Fahd de Riad el 18 de enero de 2023. © 2023 Fayes Nureldine/AFP via Getty Images

Olvídate de Jamal Khashoggi, el periodista brutalmente asesinado en un consulado saudí, y de todos sus colegas encarcelados, censurados o acosados en Arabia Saudí; no pienses en los derechos de las mujeres y de las personas LGBT en el reino; e ignora los asesinatos masivos de migrantes en la frontera saudí con Yemen. Fíjate, ahí, ¡Arabia Saudí acoge la Supercopa, el Inter de Milán, el Real Madrid! Es el país de Cristiano Ronaldo y Neymar, no de la represión y las violaciones galopantes de los derechos humanos.

Así es como funciona el "lavado deportivo": blanquear la reputación de un gobierno organizando grandes acontecimientos deportivos que despierten la atención generalizada y positiva de los medios de comunicación, desviándola al mismo tiempo de los abusos de los anfitriones. Arabia Saudí lleva años haciéndolo y tiene toda intención de continuar en esa línea.

Recientemente, el país acogió la Supercopa española de fútbol masculino, a pesar de las advertencias de un equipo participante a los aficionados LGBT y otros aficionados visitantes, y está a punto de acoger la equivalente italiana. Éstos son sólo dos ejemplos entre los muchos acontecimientos tanto deportivos como no deportivos que Arabia Saudí está organizando en el marco de su "Visión 2030", un programa multimillonario respaldado por el príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman cuyo objetivo es diversificar la economía del país y rehabilitar su imagen.

En mayo, defensores de derechos humanos, activistas e intelectuales saudíes publicaron "Una visión popular para la reforma en Arabia Saudí", un documento que articulaba una serie de principios y reformas que deberían servir de base para una Arabia Saudí respetuosa con los derechos. Entre sus peticiones figuraban la liberación de todos los presos políticos, el respeto de los derechos a la libertad de expresión y de asociación, la defensa de los derechos de las mujeres, los inmigrantes y las minorías religiosas, la abolición de la tortura y la pena de muerte, una reforma del sistema judicial y una redistribución de la riqueza del país.

Pero en lugar de cumplir sus obligaciones en materia de derechos humanos y comenzar un diálogo con los actores de la sociedad civil, las autoridades saudíes han reprimido toda forma de disidencia, y han optado en cambio por invertir en campañas y eventos que blanquean o maquillan su reputación. Tras haberse asegurado ya los derechos para albergar la EXPO 2030 y los Juegos Asiáticos de 2034, el gobierno saudí podría asegurarse pronto los derechos para albergar el mundial de fútbol masculino de 2034 y -sorprendentemente, teniendo en cuenta el trato que el país dispensa a las mujeres- el mundial femenino de 2035.

Inundado de deudas, el fútbol europeo se ha convertido alegremente en una marioneta bien pagada de la maquinaria de propaganda saudí, reforzando la percepción del gobierno de que su lugar en la escena mundial no se verá amenazado por sus flagrantes violaciones de los derechos humanos, siempre que siga invirtiendo en acontecimientos que nos distraigan de la situación.

Pero bueno, no importa, ¡el partido está a punto de empezar! 

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