Mientras escribo esta mañana, están concluyendo las negociaciones de la conferencia sobre el clima COP28 en Dubai.
La redacción final del importantísimo texto "Global Stocktake" aboga tenuemente por una vaga "transición hacia el abandono" de los combustibles fósiles, en lugar de la "eliminación progresiva" que exige la ciencia si queremos evitar los efectos más perjudiciales del cambio climático.
Bueno, al menos el documento final menciona los "combustibles fósiles", algo que ninguna declaración anterior de la COP había hecho, lo cual es bastante sorprendente, ya que los combustibles fósiles son el principal motor de la crisis climática. Pero, ¿en serio? ¿No se menciona su eliminación gradual?
Mientras llegan las críticas de decepción y se debate el significado de la palabra " implementación ", una cosa es segura: el año que viene volveremos a hablar de esto en la COP29, precisamente en Azerbaiyán.
Sí, han leído bien. Las negociaciones pasarán de una petroautocracia que abusa de los derechos -los Emiratos Árabes Unidos- a otra, Azerbaiyán.
Esto significa que un gobierno cuyo poder económico y político depende de la venta de combustibles fósiles, y que socava los derechos de cualquiera que pueda cuestionarlos, desempeñará un papel clave a la hora de influir en el futuro de nuestro planeta. Y en lo que, al fin y al cabo, es un proceso multilateral, muchos otros gobiernos no están defendiendo ni la acción climática urgente ni los derechos humanos.
Dado lo que está en juego para la humanidad, esto es más que vergonzoso sobre nuestra especie.
Repasemos brevemente el terrible historial de Azerbaiyán en materia de derechos humanos.
El gobierno azerbaiyano es completamente hostil a las voces disidentes. Las autoridades atacan a los críticos del gobierno y a los opositores políticos con cargos dudosos. Decenas de valientes activistas de derechos humanos y disidentes están encarcelados por acusaciones falsas y motivadas políticamente. Las leyes restrictivas impiden a las organizaciones no gubernamentales operar con independencia.
La libertad de prensa es casi nula: sólo en las dos últimas semanas han sido detenidos al menos seis periodistas acusados de contrabando absurdo y otros cargos. La libertad de asociación está extremadamente limitada. El país también coarta regularmente cualquier intento de libertad de reunión, y la policía dispersa rápida y brutalmente todas las protestas públicas.
Los malos tratos y la tortura bajo custodia son sistemáticos en Azerbaiyán. En la guerra de reconquista de Nagorno Karabaj, las fuerzas militares azerbaiyanas ejecutaron a prisioneros de guerra.
Lo he dicho antes, y lo diré de nuevo: la ONU realmente necesita cambiar cómo se planifican estas conferencias. Deben desarrollar criterios para que los anfitriones de las COP garanticen que la sociedad civil pueda expresarse sin temor a represalias.
Estas conferencias internacionales sobre el clima son esenciales y celebrarlas en una petro-autocracia tras otra -donde tanto los intereses económicos del anfitrión como su rechazo a los derechos humanos fundamentales conducirán los debates en la dirección equivocada- es una vergüenza y un insulto. Para todos nosotros.
Sin exagerar, estamos hablando del futuro de la humanidad. La gente tiene que poder hablar libremente.
