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Un arco iris sobre los albergues improvisados de las personas que huyeron del conflicto en la región sudanesa de Darfur, durante una puesta de sol en Adre, Chad, 27 de julio de 2023. © 2023 REUTERS/Zohra Bensemra

Leer la versión en inglés del Daily Brief de Andrew Stroehlein.

Tres meses después de estallar de nuevo el conflicto de Darfur, hay una pregunta evidente: ¿dónde diablos está el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas?

Después de tres meses de crecientes ataques contra civiles y atrocidades horribles sobre el terreno -incluidos asesinatos masivos, violencia sexual e incluso la destrucción de ciudades enteras-, todavía no hemos visto nada concreto por parte del organismo mundial encargado de la paz y la seguridad.

Las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR), un grupo militar independiente notoriamente abusivo, y sus milicias aliadas, siguen masacrando y aterrorizando a las comunidades no árabes de Darfur Occidental. Los saqueos y los incendios provocados van de la mano de las matanzas y violaciones. Atacan infraestructuras civiles críticas, como hospitales y mercados.

Los constantes asaltos y la violencia han desplazado a cientos de miles de personas en toda la región desde abril, pero la FSR también está atacando los lugares donde se reunían los desplazados en ataques anteriores con la esperanza de encontrar seguridad. Más de 320.000 personas han huido a través de la frontera con Chad.

Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU parece caminar de puntillas sobre el tema. Sudán y Darfur han estado técnicamente en la agenda, pero no han concretado nada, aparte de esta formalidad vacía que no ayuda a nadie.

Parte de la justificación radica en la resistencia diplomática de los tres miembros africanos del Consejo de Seguridad, lo que a veces se denomina el "A3" y que actualmente está formado por Gabón, Ghana y Mozambique. Evitaron la participación proactiva del Consejo de Seguridad, prefiriendo dar prioridad a los esfuerzos regionales y bilaterales para resolver la crisis.

Este tipo de esfuerzo diplomático suele denominarse "soluciones africanas para problemas africanos", y cuando funciona, estupendo. No hace falta implicar a los organismos mundiales si los esfuerzos regionales pueden obtener resultados y salvar vidas.

Pero en este caso han pasado tres meses, y estos esfuerzos regionales no han frenado la matanza. Los ataques étnicos continúan en Darfur. Las atrocidades siguen aumentando.

Se trata de un asunto de interés mundial, que afecta a toda la humanidad, y el órgano encargado de la paz y la seguridad internacionales -el Consejo de Seguridad de la ONU- tiene que actuar.

La presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad de la ONU recae ahora en Estados Unidos, dispondrá de todo el mes de agosto para intentar que las cosas sucedan. La población de Darfur necesita cambios en la dirección del Consejo.

Hay algunos signos prometedores. Linda Thomas-Greenfield, embajadora de Estados Unidos ante la ONU y miembro del gabinete del presidente Biden, no ha tenido ningún reparo a la hora de hablar de los crímenes atroces masivos que se están produciendo en Darfur. Hace tan sólo unos días, dijo "En Sudán, estamos empezando a ver informes que involucran la temida palabra genocidio para describir la situación en Darfur".

Y en una entrevista a los medios de comunicación la semana pasada, dijo: "Lo que está ocurriendo en Sudán debería estar en la agenda del Consejo de Seguridad".

Pero, como hemos visto, no se trata sólo de mantener el tema en la agenda. Se trata de tomar medidas reales para abordar la gravedad del asunto. En concreto, éstas son algunas de las acciones concretas que necesitamos ver:

En primer lugar, el Consejo de Seguridad de la ONU debe ampliar el actual embargo de armas implementado para Darfur a fin de que abarque todo Sudán y comprometerse a denunciar públicamente a los países que no respeten el embargo de armas vigente para Darfur.

En segundo lugar, el Consejo debe imponer sanciones selectivas contra los principales responsables de las atrocidades cometidas en Darfur.

En tercer lugar, el Consejo debe implicar al experto de la ONU en violencia sexual relacionada con los conflictos para que informe al Consejo y abra el camino a las sanciones contra los comandantes responsables.

En cuarto lugar, deberían invitar a los supervivientes de las atrocidades de Darfur a venir a Nueva York y dirigirse personalmente al Consejo.

En quinto lugar, debería considerar la forma de reforzar la protección de los civiles, empezando por solicitar al secretario general de la ONU que presente al Consejo de Seguridad un informe con opciones sobre lo que la ONU podría hacer para proteger a los civiles, lo antes posible.

Estos cinco pasos serían un comienzo para que el mundo trate, con la seriedad que merece, la crisis cada vez más grave que se vive en Darfur.

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