Leer la versión en inglés del Daily Brief de Andrew Stroehlein.
"Estaba en el mercado cuando empezaron los disparos", dijo un hombre de 28 años quien describió los hechos ocurridos en la aldea de Ouenkoro, Malí.
"Vi tres helicópteros militares que sobrevolaban a baja altura y uno de ellos estaba disparando. La gente huía en todas direcciones. Agarré mi moto y conduje lo más rápido que pude. Vi a dos personas que caían al suelo detrás de mí, alcanzadas por las balas de los helicópteros".
Graves abusos como éste se están cometiendo pueblo tras pueblo por las fuerzas armadas de Malí dentro de sus operaciones militares contra los grupos armados islamistas. Asimismo, los militares han ejecutado sumariamente y desaparecido a civiles.
Sin embargo, no actúan solos.
Hay combatientes extranjeros que colaboran con las fuerzas armadas de Malí en estas operaciones, y también participan en los abusos. Son hombres blancos que no hablan francés, y los testigos de sus destrucciones los describen como "rusos" o " Wagner".
Sí, las malévolas maquinaciones militares de Moscú llegan, al parecer, hasta Malí. Un nuevo informe de HRW ofrece más pruebas de que el Grupo Wagner, vinculado a Rusia, opera en el país.
El grupo de mercenarios de Yevgeny Prigozhin es, por supuesto, más conocido por su largo historial de brutalidad en Ucrania y por una breve insurrección contra Moscú en junio. Pero Prigozhin ha reconocido la presencia de Wagner en África, y el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, reconoció que, en al menos en dos ocasiones, el Grupo Wagner "presta servicios de seguridad" al gobierno de Malí.
El rostro de estos "servicios" puede verse en el asalto a la aldea de Séguéla, Malí, en febrero. Los supervivientes describen cómo un gran número de combatientes extranjeros "blancos" uniformados llevaron a cabo el ataque, que terminó con golpizas, saqueos y la captura de 17 hombres. Más tarde se hallaron los cadáveres de ocho de ellos.
La situación general en Malí es más preocupante debido a la inminente retirada de la misión de paz de la ONU, compuesta por 15.000 personas, a petición del gobierno de Malí. Una parte de la misión de la ONU ha consistido en vigilar las violaciones de los derechos humanos.
La futura ausencia de esa asistencia internacional puede resultar satisfactoria tanto para las fuerzas de Malí como para sus aliados rusos, y también para sus enemigos, los abusivos grupos armados islamistas. Pero no ayudará en nada al pueblo de Malí, que lleva tanto tiempo sufriendo.
