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Guardsmen watch as migrants try to cross the Rio Grande from Mexico into the US near Eagle Pass, Texas, July 11, 2023. © 2023 AP Photo/Eric Gay

Leer la versión en inglés del Daily Brief de Andrew Stroehlein.

La competencia internacional “encubierta” para ver quién puede maltratar más brutalmente a las personas migrantes y solicitantes de asilo tiene una nueva marca de Estados Unidos.

Funcionarios de Texas están empujando deliberadamente a personas, incluso niños y niñas, hacia un cerco de alambre de púas que han instalado y hacia peligrosas corrientes de río, conscientes de que resultarán heridos y pueden morir.

Un correo electrónico de un médico oficial del Departamento de Seguridad Pública de Texas detalla los recientes sucesos ocurridos en Eagle Pass, en la zona del Río Grande, frontera con México. El correo electrónico, que publicó por primera el periodico Houston Chronicle, relata escenas espantosas.

Bajo una temperatura de más de 100 grados Fahrenheit (38 C), soldados de la Guardia Nacional de Texas empujaron a una niña de cuatro años, que después se desmayó por el agotamiento provocado por el calor.

Una mujer de 19 años que estaba embarazada quedó atrapada en el alambre de púas y sufrió un aborto.

Unas 120 personas, entre ellos menores pequeños y bebés lactantes, quedaron atrapadas entre la alambrada y el río. Un oficial en turno que estaba al mando del Departamento de Seguridad Pública dijo a los policías que no prestaran ayuda.

La colocación del alambre de púas es fundamental para la historia. El Departamento de Seguridad Pública y la Guardia Nacional de Texas han colocado alambre de púas en zonas donde es más fácil cruzar el río, lo que obliga a la gente a intentar cruces más peligrosos.

El correo electrónico del oficial destaca cómo cinco personas se ahogaron cerca de Eagle Pass. Una era una madre con dos hijos. Ella y un niño fueron sacados del río y declarados muertos poco después. Nunca se encontró al segundo niño.

Las devolucioes forzosas y los horrores asociados en la frontera, al parecer ahora investigados por las autoridades federales, son los últimos hechos de escaladas de actos en el marco de la Operación Lone Star en Texas. El programa estatal ha provocado lesiones y muertes y ha violado sistemáticamente los derechos de las personas migrantes y solicitantes de asilo, así como de los ciudadanos estadounidenses.

La inhumanidad se ha convertido en algo tan habitual que ni siquiera se reconoce por lo que es.

Dudo mucho que un funcionario de Texas llegue a casa por la noche y piense en cómo ayudó a ahogar a dos bebés y obligó a una niña a caer muerta por agotamiento de calor. No piensan así porque parece que no ven a las víctimas como seres humanos en absoluto.

Si vieran a un niño migrante ante todo como un niño, de ningún modo lo empujarían hacia una alambrada o hacia corrientes impetuosas. Seguramente no lo harían con sus propios hijos ni con los de sus vecinos.

Pero en el trabajo, estos funcionarios han perdido la conexión con cualquier sentido de la moral que pudieran tener en otras partes de su vida. La retórica deshumanizadora de los líderes políticos seguramente ha contribuido a llevarles en esta dirección mental. Las políticas estatales actuales les proporcionan aprobación formal y estímulo desde arriba para pasar de los pensamientos deshumanizadores a las acciones inhumanas.

El resultado es que lo que los agentes deberían ver -lo que puede ver cualquier persona normal- como abusos horribles contra los niños se convierte para ellos en un día más de trabajo.

Esta desconexión del individuo con su propio sentido de moralidad es a menudo la causa de las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, especialmente las que se cometen hoy contra las personas migrantes y solicitantes de asilo. No sólo en Texas, sino en el mundo entero.

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