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(Ginebra) – Los líderes autocráticos se enfrentaron en 2021 a una importante reacción política, pero la democracia solo florecerá en la contienda con la autocracia si los líderes democráticos hacen un mejor trabajo para abordar los problemas globales, dijo hoy Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, al publicar el Informe Mundial 2022 [cf1] de Human Rights Watch.

Desde Cuba hasta Hong Kong, el pueblo salió a las calles exigiendo democracia cuando los gobernantes que no rinden cuentas priorizaron, como de costumbre, sus propios intereses sobre los de sus ciudadanos, dijo Roth. Sin embargo, muchos líderes democráticos han estado demasiado enfrascados en preocupaciones a corto plazo y en anotarse puntos políticos como para abordar problemas graves como el cambio climático, la pandemia del Covid-19, la pobreza y la desigualdad, la injusticia racial o las amenazas de la tecnología moderna.

“En un país tras otro, un gran número de personas han salido a la calle, incluso bajo riesgo de ser detenidas o heridas por disparos, lo que demuestra que el atractivo de la democracia sigue siendo fuerte”, dijo Roth. “Pero los líderes electos tienen que desempeñar un mejor trabajo a la hora de hacer frente a los principales desafíos para demostrar que el gobierno democrático cumple con los beneficios prometidos”.

En la 32ª edición del Informe Mundial 2022, Human Rights Watch examina las prácticas de derechos humanos en casi 100 países donde la organización trabaja. 

En su ensayo introductorio, Roth cuestiona la idea convencional de que la autocracia está en auge y la democracia, en declive. Muchos autócratas afirman que sirven a su pueblo mejor que los líderes elegidos democráticamente, pero suelen mirar principalmente por sus propios intereses y luego intentan manipular los sistemas electorales para que el pueblo no pueda emitir un veredicto negativo. Los autócratas suelen intentar desviar la atención con apelaciones racistas, sexistas, xenófobas u homófobas, señaló Roth.

El Covid-19 puso de manifiesto esta tendencia egoísta, ya que muchos líderes autócratas restan importancia a la pandemia, dan la espalda a las pruebas científicas, difunden información falsa y no adoptan medidas fundamentales para proteger la salud y la vida de los ciudadanos.

En un avance importante y creciente que debería preocupar a algunos autócratas, un amplio abanico de partidos políticos de la oposición ha empezado a dejar sus diferencias políticas para crear alianzas que den prioridad a un interés común para conseguir que los políticos corruptos o los líderes represivos sean expulsados de sus cargos, dijo Roth.

En la República Checa, una insólita coalición derrotó al Primer Ministro Andrej Babiš. En Israel, una coalición aún más improbable acabó con el largo mandato del Primer Ministro Benjamin Netanyahu. Se han formado alianzas generales similares de partidos de la oposición para las próximas elecciones contra Viktor Orban en Hungría y Recep Tayyip Erdoğan en Turquía. Una tendencia similar dentro del Partido Demócrata de Estados Unidos contribuyó a la selección de Joe Biden para presentarse en las elecciones de 2020 contra Donald Trump.

Además, como los autócratas ya no pueden confiar en elecciones sutilmente manipuladas para preservar el poder, un número cada vez mayor, desde Nicaragua hasta Rusia, está recurriendo a farsas electorales que les garantizan el resultado deseado, pero que no confieren ninguna de las legitimidades que se buscan con la celebración de unas elecciones. Esta creciente represión es un signo de debilidad, no de fortaleza, dijo Roth.

Sin embargo, para persuadir a las personas a que dejen de respaldar a estos autócratas egoístas, las democracias tienen que esforzarse más en abordar los males de la sociedad, dijo Roth.

Por ejemplo, la crisis climática supone una grave amenaza para la humanidad y, sin embargo, los líderes democráticos se limitan a tocar el problema de refilón, dijo, aparentemente incapaces de superar los enfoques nacionales y los intereses creados para dar los pasos necesarios que eviten consecuencias catastróficas. El Informe Mundial 2022 incluye evaluaciones de las políticas climáticas de los 10 principales emisores de gases de efecto invernadero del mundo, así como de más de una decena de otros países en los que se han producido importantes avances políticos relacionados con la crisis climática.

La pandemia de Covid-19 también puso en evidencia las debilidades de los líderes democráticos.  Las democracias enfrentaron la pandemia desarrollando con notable rapidez vacunas de ARNm muy eficaces, pero no han conseguido que la población de los países con menores ingresos pueda acceder en igualdad a este invento que salva vidas. Algunos gobiernos democráticos tomaron medidas para mitigar las consecuencias económicas de los confinamientos por culpa del Covid-19, pero aún no han abordado el problema más amplio y persistente de la pobreza y la desigualdad generalizadas, ni han construido sistemas adecuados de protección social para la próxima e inevitable crisis económica, dijo.

Las democracias debaten regularmente las amenazas que plantea la tecnología, dijo. Entre ellas, la difusión de desinformación y discursos de odio por parte de las plataformas de redes sociales, la invasión a gran escala de la privacidad como modelo económico, la intrusión de las nuevas herramientas de vigilancia y los sesgos de la inteligencia artificial. Pero los líderes democráticos solo han dado pequeños pasos para abordarlos.

Las democracias no salen mejor paradas cuando actúan fuera de sus fronteras. A menudo caen en los compromisos de la realpolitik (política realista), reforzando a “amigos” autocráticos para frenar la migración, luchar contra el terrorismo o proteger la supuesta “estabilidad”, en lugar de defender los principios democráticos. 

En contraste con la acogida por parte de Trump de autócratas amigos cuando era presidente de EE.UU., Biden prometió una política exterior que se guiaría por los derechos humanos. Pero el país ha seguido proporcionando armas a Egipto, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos e Israel a pesar de su persistente represión. Ante la tendencia autocrática en Centroamérica, Biden priorizó principalmente los esfuerzos para frenar la migración en lugar de la autocracia.

Otros líderes occidentales mostraron una debilidad similar en su defensa de la democracia. El gobierno de la ex canciller alemana Angela Merkel ayudó a orquestar la condena mundial de los crímenes contra la humanidad del gobierno chino en Xinjiang. Sin embargo, mientras ocupaba la presidencia de la Unión Europea, Alemania ayudó a promover un acuerdo de inversión de la UE con China a pesar de que Beijing utilizaba mano de obra forzosa de etnia uigur.

El gobierno del presidente francés Emmanuel Macron ayudó a coordinar una amplia condena de la conducta de Pekín en Xinjiang, pero hizo la vista gorda ante la grave situación en Egipto.

Para que las democracias prevalezcan, sus líderes deben hacer algo más que destacar las inevitables deficiencias del gobierno autocrático, dijo Roth. Deben hacer un mejor trabajo para afrontar los desafíos nacionales y globales con la finalidad de demostrar que la democracia, de hecho, cumple con su cometido.

“Promover la democracia significa defender las instituciones democráticas, como tribunales independientes, medios de comunicación libres, parlamentos robustos y sociedades civiles vibrantes, incluso cuando eso conlleva un escrutinio no deseado o cuestiona las políticas del poder ejecutivo”, señaló Roth. “También exige elevar el discurso público en lugar de avivar nuestros peores sentimientos, actuar según los principios democráticos en lugar de limitarse a expresarlos, y unificarnos ante las posibles amenazas en lugar de dividirnos en la búsqueda de otro mandato inútil”.
 

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