Desde mediados de septiembre, las autoridades de Estados Unidos y México han expulsado a miles de migrantes y solicitantes de asilo, en su mayoría haitianos, de campamentos improvisados en Del Río, Texas, y Ciudad Acuña, Coahuila. Estados Unidos ha expulsado aproximadamente a 6 mil 500 personas a Haití sin permitirles solicitar asilo.
Ahora, las autoridades migratorias de México han anunciado el inicio de “retornos humanitarios” para todos los haitianos que “voluntariamente deseen regresar a su país”. Hay motivos sólidos para dudar de que estos retornos sean auténticamente voluntarios o humanitarios.
Haití atraviesa una serie de crisis políticas, humanitarias y de seguridad que han hecho que el gobierno no pueda atender las necesidades básicas de su población. Estos hechos incluyen el asesinato del presidente en el mes de julio y un terremoto de gran magnitud en agosto. Cientos de organizaciones de derechos humanos, incluyendo Human Rights Watch, instaron recientemente al gobierno estadounidense a cesar las deportaciones a Haití en razón de la crisis que atraviesa el país. Los titulares de la propia Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados y la oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados han insistido en que México no debería ordenar el retorno de personas haitianas a su país por el mismo motivo.
Human Rights Watch y otras organizaciones hemos documentado evidencias de que los agentes migratorios mexicanos a menudo presionan a migrantes y solicitantes de asilo para conminarlos a firmar documentos que autorizan su retorno “voluntario” a su país de origen, aun si están huyendo de un contexto de violencia o persecución y merecen protección internacional. De hecho, funcionarios de migración mexicanos han admitido abiertamente ante Human Rights Watch que se refieren a casi todas las deportaciones que no han sido ordenadas por una corte como “retornos asistidos”, independientemente de que sean voluntarias o no. De los más de 54 mil migrantes que México deportó entre enero y julio de este año, alrededor de 53 mil fueron clasificados como “retornos asistidos” por el gobierno mexicano.
Curiosamente, en el sistema migratorio mexicano abundan este tipo de eufemismos. Los migrantes no son aprehendidos, sino “rescatados”. No son detenidos, sino “presentados”. Y no permanecen en centros de detención, sino en “estaciones migratorias”. Así, las deportaciones se convierten sin más en “vuelos de retorno humanitario”. Pero es importante recordar que no lo son.
El Presidente López Obrador ordinariamente se describe a sí mismo como el líder de un “gobierno humanista”. Y a menudo elogia a los migrantes mexicanos que se han visto forzados a abandonar sus hogares y establecerse en los Estados Unidos. Su desidia en lo que respecta a la protección de la vida y los derechos de los migrantes en México es vergonzosa, hipócrita y todo menos humanitaria.