- Los cierres de escuelas provocados por el coronavirus afectaron desproporcionadamente a los niños y las niñas, porque no todos tuvieron las oportunidades, las herramientas o el acceso necesarios para seguir aprendiendo durante la pandemia.
- Para millones de estudiantes, el cierre de escuelas no será una interrupción temporal de su educación, sino un final abrupto de la misma.
- La educación debería estar en el centro de los planes de recuperación de todos los gobiernos, para que la educación sea gratuita y accesible a todos los niños y las niñas del mundo.
(Londres) – Los gobiernos deberían tomar medidas urgentes para reparar los daños causados en la educación de los niños, niñas y adolescentes tras la interrupción sin precedentes provocada por la pandemia de Covid-19, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy. Human Rights Watch complementó su informe con una herramienta interactiva que explora las barreras comunes a la educación exacerbadas durante la pandemia.
El informe de 125 páginas, “‘Years Don’t Wait for Them’: Increased Inequalities in Children’s Right to Education Due to the Covid-19 Pandemic” (“‘Los años no les esperan’: el aumento de las desigualdades en el derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes debido a la pandemia de Covid-19”), documenta cómo el cierre de escuelas provocado por el Covid afectó a los niños, niñas y adolescentes de forma desigual, ya que no todos tuvieron las mismas oportunidades, las herramientas o el acceso necesarios para seguir aprendiendo durante la pandemia. La gran dependencia del aprendizaje en línea exacerbó la distribución desigual existente en la educación, reveló Human Rights Watch. Muchos gobiernos no contaban con las políticas, la infraestructura ni los recursos necesarios para desarrollar el aprendizaje en línea de manera que se garantizara que todos los niños y las niñas pudieran participar en igualdad de condiciones.
“Ahora que millones de niños y niñas se vieron privados de una educación durante la pandemia, es el momento de reforzar la protección del derecho a la educación mediante la reconstrucción de sistemas educativos mejores, más equitativos y sólidos”, dijo Elin Martínez, investigadora principal de educación de Human Rights Watch. “El objetivo no debería ser simplemente volver a cómo eran las cosas antes de la pandemia, sino arreglar los defectos de los sistemas que durante mucho tiempo han impedido que las escuelas sean abiertas y acogedoras para todos los niños y niñas”.
Human Rights Watch entrevistó a más de 470 estudiantes, padres, madres y docentes en 60 países entre abril de 2020 y abril de 2021.
“Su profesor me llamó para decirme que comprara un teléfono grande [smartphone] para la enseñanza en línea”, dijo una madre de siete hijos en Lagos, Nigeria, que perdió sus ingresos cuando la universidad donde limpiaba cerró debido a la pandemia. “No tengo dinero para alimentar a mi familia y me cuesta llegar a fin de mes. ¿Cómo voy a poder permitirme un teléfono e Internet?”.
En mayo de 2021, las escuelas en 26 países estaban cerradas, y en 55 países estaban parcialmente abiertas (ya fuera solo en algunos lugares o solo para algunos cursos). Se calcula que el 90% de los niños, niñas y adolescentes en edad escolar del mundo han visto interrumpida su educación por la pandemia, según la UNESCO.
Para millones de estudiantes, el cierre de las escuelas no será una interrupción temporal en su educación, sino un final abrupto de la misma, advirtió Human Rights Watch. Muchos niños y niñas comenzaron a trabajar, se casaron, se convirtieron en madres o padres, están desilusionados con la educación y han llegado a la conclusión de que no pueden ponerse al día, o sobrepasan ya la edad para recibir la educación gratuita u obligatoria garantizada por las leyes de su país.
Incluso para los estudiantes que regresaron a clases, o que regresarán a sus aulas, los datos y estudios sugieren que durante años seguirán sintiendo las consecuencias del aprendizaje que perdieron durante la pandemia.
El daño a la educación de muchos niños y niñas se basa en problemas preexistentes: uno de cada cinco niños estaba sin escolarizar incluso antes de que el Covid-19 comenzara a propagarse, según datos de la ONU. El cierre de escuelas provocado por el Covid-19 tiende a perjudicar especialmente a los estudiantes de grupos que son sujetos de discriminación y exclusión de la educación incluso antes de la pandemia.
Entre ellos se encuentran los niños y las niñas que viven en la pobreza; los niños, niñas y adolescentes con discapacidad; las minorías étnicas y raciales de un país; las niñas de países con desigualdades de género; niños y niñas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT); los niños y las niñas de zonas rurales o afectadas por conflictos armados; y niños y niñas desplazados, refugiados, migrantes y solicitantes de asilo.
“Los gobiernos contaban con años de pruebas sólidas que les mostraban exactamente qué grupos de niños y niñas tenían más probabilidades de sufrir educativamente durante el cierre de las escuelas, y sin embargo son ellos los que se han enfrentado a algunas de las mayores barreras para continuar sus estudios”, dijo Martínez. “La mera reapertura de las escuelas no deshará el daño, ni siquiera garantizará que todos los niños y las niñas vuelvan a la escuela”.
Cuando se desató la pandemia, las escuelas estaban mal preparadas para impartir educación a distancia a todos los estudiantes de manera igualitaria, concluyó Human Rights Watch. Esto se debió a la incapacidad de los gobiernos, a largo plazo, de remediar la discriminación y las desigualdades en sus sistemas educativos, o de garantizar los servicios gubernamentales fundamentales, como una electricidad asequible y fiable en los hogares, o de facilitar un acceso asequible a Internet.
Los niños y niñas de familias con bajos ingresos corrían un mayor riesgo de verse excluidos del aprendizaje en línea porque no podían permitirse un internet o unos dispositivos suficientes. Las escuelas con recursos históricamente insuficientes, y con alumnos que ya se enfrentaban a mayores obstáculos en su aprendizaje, tuvieron que esforzarse especialmente para llegar a sus alumnos a través de las brechas digitales. Los sistemas educativos a menudo no han proporcionado formación en materia de alfabetización digital a estudiantes y docentes para garantizar que puedan utilizar estas tecnologías con seguridad y confianza.
La educación debe estar en el centro de los planes de recuperación de todos los gobiernos, dijo Human Rights Watch. Los gobiernos deberían abordar tanto el impacto de la pandemia en la educación de los niños como los problemas preexistentes. A la luz de las profundas presiones financieras sobre las economías nacionales a causa de la pandemia, los gobiernos deberían proteger y priorizar la financiación de la educación pública.
Los gobiernos deben retomar rápidamente los compromisos que asumieron en 2015 a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para garantizar que todos los niños y las niñas reciban una educación primaria y secundaria inclusiva de calidad para 2030, dijo Human Rights Watch. Deberían realizar una intensa labor de divulgación para garantizar que los niños y las niñas con mayor riesgo de abandono escolar o que se enfrentan a obstáculos, vuelvan a la escuela.
Los gobiernos y las escuelas deberían analizar quiénes abandonaron la escuela y quiénes regresaron y asegurarse de que los programas de regreso a la escuela busquen a todos los que la abandonaron, incluso proporcionando beneficios financieros y sociales. El alcance de las campañas de regreso a la escuela debe ser amplio y acoger a los niños, niñas y jóvenes que ya estaban fuera del sistema educativo cuando las escuelas tuvieron que cerrar.
Todos los gobiernos, así como los donantes y los actores internacionales que los apoyan, deberían ser firmes en sus compromisos para fortalecer los sistemas de educación pública inclusiva. La construcción de sistemas más sólidos requiere una inversión adecuada y una distribución equitativa de los recursos, así como la rápida eliminación de las políticas y prácticas discriminatorias, la adopción de planes para reparar el derecho a la educación de millones de estudiantes y la provisión de una conexión a Internet asequible, fiable y accesible para todos los y las estudiantes.
“La educación de los niños y las niñas se perdió en un esfuerzo por proteger las vidas de toda la población del coronavirus”, dijo Martínez. “Para compensar su, los gobiernos deben estar a la altura del desafío y hacer que la educación sea gratuita y esté disponible para todos los niños y niñas del mundo”.
Las décadas de progreso lento pero constante en la educación de más niños y niñas en todo el mundo terminaron abruptamente en 2020. En abril, una cifra sin precedentes de 1.400 millones de estudiantes se quedaron fuera de sus escuelas de preescolar, primaria y secundaria en más de 190 países, en un esfuerzo por frenar la propagación del coronavirus, según la UNESCO. Las escuelas de algunos países volvieron a retomar sus actividades, o se abrieron para algunos alumnos, mientras que en otros no han vuelto a la escolarización presencial desde entonces. Durante el cierre de las escuelas, en la mayoría de los países, la educación se trasladó a Internet o se impartió de otra manera a distancia, pero con grandes diferencias en cuanto a acogida y calidad. Cuestiones como el acceso a Internet, la conectividad, la accesibilidad, la preparación del material, la formación del cuerpo docente y la situación en el hogar, influyeron mucho en la viabilidad de la enseñanza a distancia.
Human Rights Watch encontró tendencias y patrones comunes en todos los países, pero no hizo conclusiones generalizadas sobre cómo la pandemia afectó a la educación y a otros derechos de los niños y niñas en países individuales. Entrevistó a personas de 60 países: Alemania, Armenia, Australia, Bangladesh, Bélgica, Brasil, Burkina Faso, Camboya, Camerún, Canadá, República Centroafricana, Chile, China, República Democrática del Congo, Corea del Sur, Costa Rica, Croacia, Dinamarca, Ecuador, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Ghana, Grecia, Guatemala, India, Indonesia, Irán, Irak, Israel, Italia, Japón, Jordania, Kazajstán, Kenia, Kirguistán, Líbano, Madagascar, Marruecos, México, Nepal, Nigeria, Nueva Zelanda, Países Bajos, Papúa Nueva Guinea, Pakistán, Polonia, Reino Unido, Rusia, Serbia, Siria, Sudáfrica, Sudán, Suecia, Suiza, Tailandia, Uganda, Venezuela y Zambia.
Selección de testimonios del informe
Un profesor de secundaria de una zona rural de California, en Estados Unidos, dijo: “Muchos de estos problemas a los que nos enfrentamos con la enseñanza a distancia son problemas con los que nos enfrentamos todos los días en el aula: falta de Internet en casa, falta de recursos, falta de apoyo por parte de los padres en casa, caos en casa, falta de un horario en casa, incertidumbre sobre la comida, incertidumbre sobre la vivienda. No son problemas nuevos. Simplemente se hicieron muy, muy evidentes cuando, de repente, los profesores obtuvieron un asiento en primera fila para verlo en los hogares de estos niños a través de Zoom o del hecho de que no estaban en la escuela”.
Una estudiante de 16 años de Garissa (Kenia) dijo que cuando su escuela no ofreció ninguna orientación sobre cómo estudiar durante el cierre de las escuelas, intentó ponerse en contacto con un profesor. “Nos dijo que no podía ir a casa de nadie, pero que podíamos ir a su casa. Al ser chicas temíamos ir a su casa, pero he oído que los chicos sí han ido”. Dijo que a veces veía las clases por televisión, pero que no podía asistir a todas debido a sus tareas en casa, ya que vive con dos abuelas que dependen de sus cuidados. “Me lleva una parte importante del día atenderlas. Mis tareas han aumentado, por supuesto, porque las escuelas están cerradas”.
Una madre de Armenia dijo que su hijo de séptimo grado, que tiene una discapacidad auditiva, asiste a las clases en Zoom utilizando un teléfono inteligente: “Es muy difícil para él ver el lenguaje de signos a través del teléfono... Imagínate verlo en el teléfono...[e imagínate también la pantalla del teléfono dividida en siete]”.
En Kazajstán, un chico de 16 años dijo que su escuela quería dar clases en la plataforma Zoom, pero que su conexión a Internet no era suficientemente buena: “Había fallos de conexión y de Internet”.
Un padre de familia de Mumbai (India), con dos hijos, dijo: “Tenemos un solo ordenador en la familia. Tanto mi mujer como yo trabajamos desde casa, así que lo necesitamos. Ahora los dos niños tienen clases, así que necesitan el ordenador. Dos niños con clases al mismo tiempo, así que en realidad necesitamos dos ordenadores. Nos están recortando el sueldo, ¿cómo podemos permitirnos comprar otro portátil? Así que un niño se está quedando sin clases”.
Un profesor de segundo grado en una escuela cerca de Potsdam, Alemania, dijo: “Anunciaron que instalarían Skype en los ordenadores de la escuela, para que los meastros pudieran utilizarlo y de esa manera, mantenerse en contacto con los alumnos y los padres... Resultó que los ordenadores de la escuela no tenían cámara, así que el tema se cerró... No se dan las condiciones para que los profesores trabajen en línea o por ordenador, lo que limita la capacidad de los profesores para impartir educación a los alumnos durante el cierre de la escuela”.
Un profesor de una escuela secundaria privada de São Paulo (Brasil), a la que describió como “extremadamente privilegiada”, dijo que ya llevaba cinco años enseñando con una plataforma digital: “Por eso puedo enseñar de la misma manera que antes... En mi mundo, las cosas son bastante fáciles”.
En Nepal, un chico de 14 años empezó a trabajar cuando su escuela cerró y su familia se quedó sin comida. “Durante un tiempo pensé que volvería cuando la escuela volviera a abrir, pero ya no lo creo”, dijo. “Me gusta conducir y ganar dinero, así que ¿qué voy a hacer volviendo a la escuela ahora? Incluso si vuelvo a la escuela, no será por mucho tiempo”.