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Gary Noling sostiene placas de identificación que pertenecían a su hija, Carri Goodwin, una víctima de violación sexual, murió por intoxicación etílica aguda a menos de una semana de haber recibido una baja por inconducta de tipo “Other Than Honorable” de la Marina. Debido a la baja, su padre no ha conseguido que sus restos puedan ser sepultados en un predio militar.  © 2013 François Pesant

Miles de integrantes de las Fuerzas Armadas estadounidenses que vieron truncada su carrera militar tras denunciar una agresión sexual recibieron documentación de baja de contenido estigmatizante que impide que puedan obtener empleos y beneficios, indicó Human Rights Watch en un informe difundido hoy. El informe se elaboró luego de 28 meses de investigación a cargo de Human Rights Watch, con colaboración de Protect Our Defenders, una organización de derechos humanos que apoya y defiende a sobrevivientes de agresiones sexuales en el ámbito militar. Ante la presión de la opinión pública y del Congreso, en los últimos años las Fuerzas Armadas de EE. UU. implementaron algunas medidas de protección para miembros de las fuerzas que denuncien agresiones sexuales, pero no se han realizado acciones para reparar el perjuicio causado a quienes fueron injustamente dados de baja.

El informe de 124 páginas, titulado “Expulsados: Ausencia de recursos para sobrevivientes de violaciones sexuales en las fuerzas militares estadounidenses que recibieron irregularmente la baja” [Booted: Lack of Recourse for Wrongfully Discharged US Military Rape Survivors], concluyó que muchas víctimas de violación sexual traumatizadas fueron dadas de baja injustamente por “trastorno de la personalidad” u otra condición de salud mental que impide que puedan reclamar beneficios. Otras víctimas recibieron la baja por “Inconducta” (Other Than Honorable) en relación con las agresiones, lo cual las excluyó del acceso al sistema de atención de la salud del Departamento de Asuntos de Militares Retirados y de diversas modalidades de asistencia educativa y financiera. Las consecuencias de haber recibido “documentos descalificantes” –—es decir, cualquier tipo de baja que no sea “honrosa”— o de que se atribuya un “trastorno de la personalidad” son múltiples para los ex militares y sus familias, e inciden en aspectos como empleo, tenencia de los hijos, atención de la salud, prestaciones por invalidez e incluso derechos de sepultura, es decir, prácticamente todos los aspectos de la vida.


“Las víctimas de violación sexual en el ámbito militar básicamente quedan marcadas de por vida”, opinó Sara Darehshori, asesora sénior del programa sobre EE. UU. de Human Rights Watch y autora del informe. “No solo han perdido su carrera militar, sino que además han quedado marcadas por una condición que podría impedir que obtengan un empleo o que reciban atención de la salud, o que puedan realizar otros aspectos de la vida normal luego de su paso por las fuerzas”.

La emisión de “documentos descalificantes” ha estado asociada con índices elevados de suicidios, situación de calle y encarcelamiento entre los militares retirados que los reciben. Quienes reciben la baja por “trastorno de la personalidad” u otras causas de salud mental deben convivir además con el estigma de ser considerados “enfermos mentales”.

A pesar de las graves implicancias, es poco lo que pueden hacer los militares retirados para revertir una baja injusta, concluyó Human Rights Watch. El derecho estadounidense prohíbe que los miembros de las Fuerzas Armadas demanden a la institución por perjuicios que hayan sufrido en relación con el servicio prestado. Las Juntas para la Rectificación de Registros Militares y las Juntas para la Revisión de Bajas, es decir, los órganos administrativos responsables de corregir anotaciones injustas en los registros de miembros de las Fuerzas Armadas, se ven desbordadas por miles de casos.

Human Rights Watch, con asistencia de Protect Our Defenders, realizó más de 270 entrevistas presenciales y telefónicas, examinó documentos preparados por organismos gubernamentales federales en respuesta a numerosos pedidos de registros públicos, y analizó datos sobre casos que figuran en el portal de consultas de las Juntas de Rectificación, en los cuales se aludía a “trastorno de la personalidad” o “trastorno de adaptación”. Los investigadores hablaron con 163 víctimas que sobrevivieron a agresiones sexuales desde la época de la Guerra de Vietnam hasta el presente.

“Cuando pienso en el incidente, a veces me arrepiento de haber hablado y denunciado lo que sucedió”, dijo una víctima de violación sexual. “No puedo ni siquiera empezar a explicar cómo se ha visto afectada mi vida por todo este calvario”.
 
En los últimos años, se instaló ante la opinión pública el problema de los ex combatientes que son dados de baja en términos descalificantes por condiciones de salud mental o inconducta que, en realidad, podrían ser síntomas de trastorno por estrés postraumático (TEPT). El Congreso ha establecido requisitos que hicieron que sea más difícil disponer la baja de ex combatientes por motivos de salud mental sin antes evaluar la posibilidad TEPT. No obstante, las garantías adicionales no se han extendido a víctimas de agresiones sexuales, a pesar de que también sufrieron experiencias traumáticas durante su servicio en las fuerzas y de que la prevalencia del TEPT es mayor entre víctimas de violación sexual que entre ex combatientes.
 

“Es habitual que escuchemos que personas que denuncian agresiones sexuales sean amenazadas con la posibilidad de la baja por motivos de salud mental o falsos señalamientos de inconducta”, observó el coronel Don Christensen, presidente de Protect Our Defenders y ex fiscal jefe en la Fuerza Aérea. “Los miembros jóvenes de las Fuerzas Armadas pueden estar dispuestos a aceptar una baja descalificante tan solo para poder estar lejos de sus agresores, sin entender los costos de esta decisión. Y muchos más creen el mito de que será sencillo rectificar la baja más adelante”.

La respuesta automática del Departamento de Defensa a los miembros de las Fuerzas Armadas que han sufrido agresiones sexuales y afirman haber recibido una baja improcedente es recomendar que soliciten la reconsideración a las Juntas para la Rectificación de Registros Militares y las Juntas para la Revisión de Bajas. Sin embargo, más del 90 por ciento de quienes presentan recursos a las Juntas no consiguen que sus pedidos sean acogidos y casi no tienen oportunidad de ser escuchados ni de que se reconsidere genuinamente su situación. Los abogados de militares retirados afirman que, a menudo, en sus casos hay abundantes pruebas y documentación. Pese a ello, los miembros de estas Juntas muchas veces solo dedican unos pocos segundos a la decisión de un caso, y puede suceder que tomen una determinación sin siquiera haber leído el material presentado. Dado que los tribunales en general acatan las decisiones de las autoridades militares, el control judicial de lo determinado por las Juntas es casi inexistente.

“Los abogados militares y los militares retirados perciben a las Juntas como una especie de cementerio para sus casos”, dijo Darehshori. “Muchos militares retirados con quienes hablamos se mostraron renuentes a exponerse al trauma de revivir la agresión para intentar rectificar sus registros, pues no creían que hubiera posibilidad de éxito”.

El Congreso debería exigir al Departamento de Defensa que agilice la revisión de casos de las víctimas de agresión sexual cuyas bajas crean que hayan sido injustas. El Secretario de Defensa debería dar instrucciones a las Juntas de que adopten una postura más abierta al considerar pedidos de rectificación planteados por víctimas de agresión sexual, adecuen los requisitos sobre evidencia para la demostración de una agresión sexual a los aplicados por el Departamento de Asuntos de Militares Retirados, y establezcan, en algunos casos, una presunción a favor de modificar el motivo de la baja de “trastorno de la personalidad” a “Finalización de Servicio”.

A fin de asegurar que se analicen adecuadamente las pretensiones de todos los miembros de las Fuerzas Armadas, el Congreso debería establecer el derecho a audiencia ante las Juntas para la Rectificación de Registros Militares y brindar mayor información al público sobre todas las decisiones que se tomen. Se debería crear un grupo de trabajo representativo que estudie estándares para el resarcimiento de estos casos y defina mejores prácticas y procedimientos.

“La necesidad de una reforma inmediata es acuciante, pues permitiría que las víctimas de agresión sexual en el ámbito militar puedan obtener un resarcimiento efectivo por las bajas improcedentes que han ensombrecido sus vidas”, opinó Darehshori. “Estas personas merecen apoyo, no censura”.

 

Las citas a continuación corresponden a testimonios de víctimas de violación sexual y defensores entrevistados por Human Rights Watch, o figuran en documentos que fueron examinados por Human Rights Watch. Los nombres de las víctimas indicados con asteriscos han sido reemplazados con seudónimos para proteger su privacidad.

“¿Por qué razón deberían darme la baja debido a haber sido violada? Hice lo que se suponía que tenía que hacer. Si no hubiera contado lo sucedido, creo realmente que todavía estaría en la Fuerza Aérea”.
–A1C Juliet Simmons*, noviembre de 2012

“Llevo la baja como un símbolo permanente de humillación oficial, que se suma al trauma que supuso la agresión física, las represalias y todo lo que sucedió después”.
–Brian Lewis, marzo de 2013

“Si bien hay organismos a los cuales se puede recurrir para rectificar aquellas bajas que no sean Bajas Honoríficas, es improbable que tal solicitud tenga resultados favorables”.
–Formulario de Asesoramiento sobre Desarrollo del Ejército

“Reto a todos ustedes a que intenten no sufrir consecuencias psíquicas si son violados y acosados en reiteradas oportunidades e incluso quemados vivos, mientras las autoridades miraban hacia otro lado y simplemente se burlaban”.
–Declaración de Amy Quinn ante la Junta de Procedimientos Judiciales sobre Agresión Sexual en las Fuerzas Armadas, 19 de mayo de 2015

“Tenía 18 años, estaba muy confundido y me aterrorizaba volver a embarcarme incluso un minuto más de lo estrictamente necesario. No me protegieron, no me ayudaron, no estaba seguro ante ningún tipo de daño. ¿Cómo podía saber qué era lo que estaba firmando o incluso qué era una baja por inconducta de tipo OTH (Other Than Honorable)? ¿Cómo podía saber que luego de todas las agresiones sexuales que sufrí y el acoso, los ataques y las amenazas contra mi vida y mi integridad todos esos años, [la baja sería] un factor determinante de cómo terminaría siendo mi vida?”
–SR Heath Phillips, 2013

“Vivir una experiencia sexual traumática en el ámbito militar ya es de por sí muy serio, pero además ser desacreditada y estigmatizada es algo sumamente dañino y difícil de superar. El trastorno de personalidad es otro nivel más de traición, por lo estigmatizante que resulta.… Las personas creen que no estoy bien y no se dan cuenta de que no es más que una marca que ha sido impuesta arbitrariamente a las personas”.
PFC Eva Washington*, octubre 2013

“He ejercido la abogacía en Texas desde hace 31 años, y he intervenido ante distintos tribunales estatales y federales en una diversidad de ámbitos, y esta es la única vez que me he encontrado ante una junta de revisión de bajas. Fue una experiencia nefasta... Me ignoraron completamente y le gritaron a mi cliente, y eso es algo que nunca antes había vivido. Mi cliente fue victimizado nuevamente en todo sentido. Realmente no les importaba lo que teníamos para decir. Unos meses después recibimos una contestación que contenía errores en varios aspectos... y en la cual determinaron, con un voto de cinco a cero, que no se rectificaría la decisión”.
–Jo Ann Merica, abogada de un integrante retirado de las Fuerzas Armadas que fue dado de baja por inconducta tras denunciar acoso sexual, marzo de 2016

“Cuando pienso en el incidente, a veces me arrepiento de haber hablado y denunciado lo que sucedió, pero... creía estar haciendo lo correcto... No puedo siquiera empezar a explicar cómo mi vida se ha visto afectada por todo este calvario; este problema no va a desaparecer y todavía tengo problemas de autoestima y confianza, y el largo repertorio de síntomas que presentan las víctimas de agresión sexual... la Marina se deshizo de mí como si fuera escoria o algo peor; sinceramente, este calvario sigue atormentándome... Soy un hombre anímicamente quebrado”.
–SA Ken Nelson*, octubre de 2012

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