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Trump utiliza el miedo para atacar una tradición estadounidense

Boletín informativo, 3 de febrero de 2025

Una manifestación en apoyo del mantenimiento de las políticas de acción afirmativa frente al Tribunal Supremo de Estados Unidos en Washington, DC, el 31 de octubre de 2022. © 2022 The Washington Post/Getty Images

¿Por qué en Estados Unidos algunas personas de la raza blanca parecen temer tanto la idea de la igualdad racial?

¿Les preocupa que algún día las caras de los dirigentes estadounidenses sean tan diversas como las del resto del país y no se sientan seguros en un mundo en el que no todos los que ejercen la autoridad se parezcan a sus padres o a las figuras de autoridad de su infancia?

¿O es simplemente porque algunos de ellos están nerviosos por su propia mediocridad y temen que, si la balanza de la sociedad estuviera un poco más igualada, no podrían competir? ¿Que, en algún nivel, sienten que necesitan la discriminación sistemática de los no blancos para prosperar?

Sea cual sea el motivo, a muchos políticos estadounidenses les encanta avivar estos temores entre las y los blancos y utilizarlos para aumentar su popularidad y poder. Tal vez ninguno más que el presidente estadounidense Donald Trump.

Su retórica de campaña de estilo supremacista blanco ya era bastante perjudicial, pero los ataques de su nueva administración a las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) de larga data amenazan con dañar gravemente pilares de larga tradición de la sociedad estadounidense moderna.

Las instituciones estadounidenses empezaron a crear programas de DEI y de acción afirmativa tras la caída del apartheid racial en Estados Unidos. La sentencia del Tribunal Supremo de 1954 en el caso Brown contra el Consejo de Educación, que prohibía la segregación escolar, y la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohibía la discriminación por motivos de raza, color, religión, sexo u origen nacional, son principios fundamentales.

Crearon protecciones en las que las personas en Estados Unidos han confiado durante más de 60 años.

Trey Walk, experto de Human Rights Watch, detalla tres nuevas órdenes ejecutivas de Trump dirigidas a la DEI.

Una de ellas ordena a las agencias federales que pongan fin a todas las actividades de DEI. También ordena a las agencias que retiren los planes escritos bajo la administración Biden-Harris para acabar con el racismo sistémico y otras desigualdades.

La segunda orden elimina los programas DEI en el ejército, a pesar de que el Departamento de Defensa ha reconocido que algunos militares en activo y ex militares estaban afiliados a grupos supremacistas blancos.

Una tercera orden califica los programas de DEI de discriminatorios y afirma que también deberían suprimirse en el sector privado. Esta orden rescinde órdenes ejecutivas que se remontan a 1965 y que trataban de abordar el racismo y promover la igualdad de oportunidades en el empleo.

Trump planea "disuadir" este tipo de programas iniciando investigaciones en empresas, organizaciones sin ánimo de lucro y asociaciones profesionales. Las empresas ya han empezado a anunciar planes para poner fin a sus programas de DEI.

Los estudiantes también se verán perjudicados. Las escuelas y universidades públicas corren el riesgo de perder fondos federales por promover la igualdad de oportunidades para las minorías raciales y étnicas, las mujeres y las niñas, y los jóvenes LGBT.

En resumen, estas órdenes y otras medidas pretenden deshacer los esfuerzos contra la discriminación que tanto ha costado conseguir a EE. UU. durante generaciones (o al menos, que pretendía conseguir). Se trata de un movimiento político despiadado basado en temores injustificados entre algunos estadounidenses blancos que el propio Trump elevó a su punto álgido utilizando una retórica de odio y mentiras.

Ahora, como dice Trey: "Los diques construidos para contener la discriminación están siendo atacados. No debemos dejar que se derrumben".

 

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