Una terrible tormenta, la peor en casi un siglo, asoló la zona. Arrasó casas y destrozó infraestructuras.
Después, las autoridades no respondieron con la suficiente rapidez para ayudar a los supervivientes, que tenían dificultades incluso para encontrar agua potable. La gente estaba desesperada. La gente estaba traumatizada.
Entonces apareció el presidente del país. Se puso delante de una multitud local y, utilizando un lenguaje soez, dijo airadamente a los residentes que tenían suerte de estar donde estaban.
En Francia.
Mayotte, un grupo de islas del océano Índico entre Madagascar y las Comoras, es un departamento francés de ultramar. Forma parte de Francia y de la Unión Europea.
Los problemas de Mayotte no empezaron cuando el ciclón Chido azotó la cadena de islas en diciembre. La antigua colonia francesa ya era la parte más pobre de Francia y una de las más desfavorecidas de la Unión Europea según prácticamente todos los indicadores sociales. Las autoridades francesas llevan mucho tiempo sin proporcionar un acceso adecuado al agua potable y a los servicios de saneamiento a los habitantes de Mayotte.
El ciclón empeoró una situación ya de por sí inaceptable.
Algunos esfuerzos de reconstrucción ya están en marcha. Los alumnos por fin vuelven a la escuela esta semana, aunque muchos edificios escolares siguen muy dañados por la tormenta.
Pero la verdadera pregunta hoy es: ¿se limitarán las autoridades francesas a un mínimo trabajo de parcheo? ¿O se darán cuenta de que esta es una oportunidad para atender por fin las necesidades acuciantes de los residentes?
El insulto del presidente Emmanuel Macron al pueblo de Mayotte inmediatamente después del ciclón no fue un buen comienzo. Y no fue el único mal augurio.
En lugar de afrontar las consecuencias de décadas de falta de inversión de Francia en Mayotte o examinar cómo los fenómenos meteorológicos extremos como este probablemente serán más frecuentes con el cambio climático, algunos políticos están buscando a alguien a quien culpar.
Y, como suele ocurrir en todas partes, los inmigrantes son el chivo expiatorio favorito. Las estimaciones sugieren que casi un tercio de la población de Mayotte está indocumentada, aunque esto puede ser exagerado.
Las autoridades francesas, incluido Macron, han sugerido que la respuesta oficial a los efectos del ciclón en Mayotte incluirá medidas enérgicas contra la inmigración indocumentada. Se espera que las medidas contra la inmigración formen parte de un nuevo proyecto de ley que presentará el Gobierno francés en las próximas semanas.
Resulta difícil ver cómo la demonización de los emigrantes resolverá la inseguridad y las malas condiciones sanitarias de Mayotte. Los migrantes pobres e impotentes no son la razón por la que Francia lleva décadas sin mejorar la vivienda, la sanidad, la educación y otros servicios básicos en Mayotte.
El gobierno francés tiene el poder; el gobierno francés tiene la responsabilidad. Deben dejar de culpar a los impotentes y poner manos a la obra para equiparar las condiciones de Mayotte a las de la Francia continental.