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Mujeres policía junto a otros policías afganos durante su ceremonia de graduación en Herat, Afganistán, 20 de diciembre de 2012. © 2012 AP Photo/Hoshang Hashimi

En ocasiones anteriores hemos analizado en el Boletín Informativo, la brutal represión de los talibanes contra las mujeres en Afganistán, por lo que los lectores habituales estarán familiarizados con el panorama general de la crisis de derechos de la mujer más grave del mundo.

Los talibanes han prohibido que las niñas y las mujeres cursen estudios superiores al sexto grado, les han impedido acceder a muchas formas de empleo y han restringido sus movimientos en público. Las mujeres no pueden salir de casa sin la compañía de un hombre de la familia. Los talibanes también han declarado que las mujeres no deben hablar ni cantar en público.

Pero además de estas restricciones más generales, algunos grupos de mujeres han sido blancos especiales de los talibanes. Un nuevo informe de HRW documenta cómo las autoridades talibanes han amenazado a ex policías, es decir, a mujeres que sirvieron en la policía bajo el gobierno anterior. Ante las amenazas, muchas han tenido que esconderse.

Sin embargo, conviene recordar que muchas mujeres policía afganas también sufrieron bajo el antiguo gobierno. Cientos de ellas sufrieron acoso y agresiones sexuales, e incluso violaciones, por parte de compañeros y supervisores varones. Los autores nunca rindieron cuentas, ni las antiguas autoridades ni los talibanes.

Las supervivientes de estos abusos del pasado siguen sufriendo traumas psicológicos continuos, con escaso o nulo acceso a un apoyo psicosocial adecuado. Además, viven con miedo a las represalias no sólo de los talibanes, sino también de sus propios familiares, algunos de los cuales piensan que su trabajo "avergonzó" a la familia.

Para empeorar aún más las cosas, los gobiernos extranjeros que en el pasado apoyaron programas para formar y contratar a mujeres en las fuerzas policiales afganas están ahora aparentemente intentando lavarse las manos. Ignoraron los abusos cuando se produjeron y, en general, no han concedido asilo a estas mujeres que ahora necesitan encontrar seguridad y apoyo.

Gobiernos como los de Estados Unidos, Canadá, Japón y Alemania, así como otros de la UE, deben apoyar a las mujeres afganas que solicitan asilo y dar prioridad a estas mujeres para su reasentamiento como refugiadas.

La esperanza reside en que estos gobiernos reconozcan la parte de responsabilidad que les corresponde y actúen como es debido.

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