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Leer la versión en inglés del Daily Brief de Andrew Stroehlein.

Bielorrusia recibe poco amor por parte de la prensa internacional.

El país causó un destello en el radar de las noticias mundiales el mes pasado, cuando el líder mercenario ruso Yevgeny Prigozhin abandonó su dramática marcha hacia Moscú y se dirigió al exilio en Bielorrusia.

Pero ese destello fue excepcional. La mayoría de los días, de los meses, pasan sin que la prensa preste atención al país conocido como "la última dictadura de Europa". Cuando se menciona a Bielorrusia, casi siempre es sólo en el contexto de la invasión rusa de Ucrania, como la historia de Prigozhin.

Sólo se me ocurren dos excepciones en los últimos años, cuando las noticias internacionales miraron a Bielorrusia como Bielorrusia. La primera fue durante las protestas masivas que siguieron a las elecciones fraudulentas de agosto de 2020, aunque es cierto que el interés de los medios por la brutal represión que sobrevino tras el proceso elctoral decayó con demasiada rapidez. En segundo lugar, cuando el defensor de derechos humanos Ales Bialiatski ganó el Premio Nobel de la Paz el año pasado.

El problema desde el punto de vista del redactor de noticias, por supuesto, es que la principal historia de Bielorrusia no es en absoluto "nueva". Es la monotonía cotidiana de su horrible régimen bajo Aliaksandr Lukashenka, dictador de esta zona de represión desde la era de los dinosaurios.

Bueno, desde 1994, en realidad, pero si, casi 30 años en el poder es mucho tiempo. La edad media en Bielorrusia es de 39 años, por lo que es prácticamente el único dinosaurio - perdón, presidente - que muchos de los 9,5 millones de habitantes del país han conocido.

Y su gobierno ha sido verdaderamente tiranosaurino.

La total opresión de la libertad de expresión y de los medios de comunicación, la brutal represión de los manifestantes, la persecución de los defensores de los derechos humanos, la brutalidad policial, las desapariciones, la tortura bajo custodia y las confesiones forzadas, los juicios amañados, la pena de muerte...

Pero nada de esta brutalidad es "noticia" en el sentido en que los medios internacionales consideran las noticias. De hecho, la mayoría de los abusos de esta lista son los mismos horrores de los que oí hablar a los periodistas bielorrusos, cuando impartí un taller de reportaje en Minsk hace 20 años.

Ha sido un horror constante durante décadas para millones de personas, pero es invisible en las principales noticias internacionales, incluso aquí en Europa.

Y sin embargo, las historias de Bielorrusia son asombrosas. Uno de los últimos ejemplos es el caso del periodista Pavel Mazheika y la abogada Yulia Yurhilevich, actualmente procesados por "contribución a actividades extremistas".

Yurhilevich era una abogada defensora muy conocida por representar a víctimas de juicios por motivos políticos, hasta que fue inhabilitada en febrero de 2022.

La fiscalía dice ahora que los dos acusados poseian y habían compartido "mediante conspiración previa" información sobre la inhabilitación de Yurhilevich.

Sin embargo, la información a la que hacen referencia está disponible abiertamente en la página web del Ministerio de Justicia bielorruso. Así pues, los dos acusados se enfrentan a una pena de hasta siete años de prisión por compartir información ampliamente disponible para el público, que el propio gobierno ha puesto ampliamente a disposición del público.

Este tipo de represión absurda es sin duda una noticia que el mundo debería ver y conocer mejor.

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