(Bruselas) – La Unión Europea y sus estados miembros afectaron valores fundamentales de los derechos humanos al responder a los múltiples desafíos que enfrentó el bloque en 2016, señaló hoy Human Rights Watch en su Informe Mundial 2017.
Human Rights Watch analizó acontecimientos en 10 estados miembros de la UE y el desarrollo de otros eventos comunes en toda la unión relacionados con migración y asilo, discriminación e intolerancia, terrorismo y lucha contra este fenómeno, y política exterior de la UE.
“Ante los enormes desafíos en 2016 —incluidas las migraciones y el Brexit— los gobiernos y las instituciones de la Unión Europea lamentablemente se distanciaron de los valores centrales de derechos”, señaló Benjamin Ward, subdirector para Europa y Asia Central de Human Rights Watch. “En 2017, el mundo necesita que la UE vuelva a poner los valores de los derechos humanos en el centro mismo de las políticas que adopta como respuesta”.
En la 27.º edición de su Informe Mundial, de 687 páginas, Human Rights Watch analiza las prácticas de derechos humanos en más de 90 países. En su ensayo introductorio, el director ejecutivo Kenneth Roth escribe sobre cómo una nueva generación de populistas autoritarios pretende barrer con el concepto de garantías de derechos humanos, y trata a los derechos como un obstáculo a la voluntad de la mayoría. Para quienes se sienten olvidados por la economía global y progresivamente atemorizados por los delitos violentos, las organizaciones de la sociedad civil, los medios de comunicación y el público deberán desempeñar un rol clave en la reivindicación de los valores sobre los cuales se ha construido la democracia basada en el respeto de los derechos.
La UE en su totalidad no mostró liderazgo ni solidaridad al afrontar la mayor crisis de desplazamiento global desde la Segunda Guerra Mundial. Las políticas de la UE se centraron principalmente en evitar la llegada de personas y desviar hacia otras regiones la responsabilidad frente a los solicitantes de asilo y refugiados.
Los atentados en Bélgica, Francia y Alemania —cuya autoría en muchos casos se atribuyó Estado Islámico— dejaron gran cantidad de muertos y cientos de heridos. Estos atentados propiciaron o reforzaron medidas y propuestas polémicas en países de la UE que impactaron negativamente en los derechos humanos, como por ejemplo mayor poder de la policía y las labores de vigilancia, el refuerzo de la cooperación en inteligencia y la revocación de la doble ciudadanía de personas que se sospeche que han cometido actos terroristas. Prácticamente no hubo avances en materia de rendición de cuentas por la complicidad de gobiernos de la UE con los abusos cometidos por la CIA durante operativos antiterroristas.
La persistente crisis de refugiados y los atentados terroristas profundizaron el sentimiento de xenofobia, islamofobia y rechazo a los inmigrantes. Esto se evidenció en ataques a musulmanes, migrantes y personas percibidas como extranjeras, y en el apoyo a partidos populistas que se oponen a la inmigración en muchos estados de la UE. Persiste también un grave problema de antisemitismo.
La agenda de política exterior de la UE estuvo dominada por los conflictos en Siria y en el este de Ucrania, así como el deterioro de la relación con el gobierno ruso como resultado de la participación de Moscú en estos conflictos.
Algunos eventos en países específicos de la UE analizados por Human Rights Watch incluyen la crisis del tribunal constitucional de Polonia, las políticas abusivas sobre control de fronteras de Hungría, el impacto negativo del estado de emergencia en Francia, el súbito aumento de crímenes de odio en el Reino Unido luego del referéndum por el Brexit y el deterioro progresivo de las condiciones de solicitantes de asilo en las islas griegas.