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A young girl ties tobacco leaves onto sticks to prepare them for curing in East Lombok, West Nusa Tenggara. © 2015 Marcus Bleasdale for Human Rights Watch

(Yakarta) – Miles de niños en Indonesia, algunos de apenas 8 años, trabajan en condiciones peligrosas en plantaciones de tabaco, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy. Las empresas tabacaleras indonesias y extranjeras compran el tabaco cultivado en el país, pero ninguna hace lo suficiente para asegurarse de que los niños no desempeñen labores peligrosas en las granjas que están en su cadena de suministro.

El informe de 119 páginas, “‘The Harvest is in My Blood’: Hazardous Child Labor in Tobacco Farming in Indonesia” (“‘Llevo la cosecha en la sangre’: trabajo infantil peligroso en el cultivo del tabaco en Indonesia”) documenta cómo los niños trabajadores del tabaco están expuestos a la nicotina, manejan químicos tóxicos, utilizan herramientas cortantes, levantan pesadas cargas y trabajan bajo un intenso calor. Este trabajo podría tener consecuencias a largo plazo para su salud y desarrollo. Las empresas deberían prohibir que los proveedores utilicen a niños para un trabajo que requiera un contacto directo con la planta del tabaco, y el gobierno de Indonesia debería regular la industria para garantizar la rendición de cuentas.

“Las compañías tabacaleras están ganando dinero a costa de la salud de los niños trabajadores de Indonesia”, dijo Margaret Wurth, investigadora sobre derechos del niño de Human Rights Watch y coautora del informe. “Las compañías de tabaco no deberían contribuir al uso de trabajo infantil peligroso en sus cadenas de suministro”, añadió.

Indonesia es el quinto mayor productor de tabaco del mundo, con más de 500.000 granjas. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que más de 1,5 millones de niños de entre 10 y 17 años trabajan en la agricultura en Indonesia. Human Rights Watch no pudo encontrar cifras oficiales del número de niños que se dedican al cultivo de tabaco.

Human Rights Watch llevó a cabo una investigación de campo para el informe en cuatro provincias de Indonesia, incluidas las tres que representan casi el 90 por ciento de la producción anual de tabaco del país: Java Occidental, Java Central y Nusa Tenggara Oriental. El informe está basado en las entrevistas realizadas a 227 personas, entre ellas 132 niños trabajadores del tabaco, de entre 8 y 17 años. La mayoría de ellos comenzaron a trabajar a los 12 años durante la temporada de cultivo en pequeñas parcelas de tierra explotadas por sus familias o vecinos.

La mitad de los niños entrevistados reportaron haber sufrido náuseas, vómitos, dolores de cabeza o mareos, síntomas consistentes con la intoxicación aguda por nicotina por absorber la sustancia tóxica a través de la piel. Los efectos a largo plazo aún no han sido estudiados, pero investigaciones sobre el consumo de tabaco sugieren que la exposición a la nicotina durante la infancia y la adolescencia puede afectar al desarrollo del cerebro.

“Ayu”, una niña de 13 años, asegura que todos los años vomita cuando cosecha tabaco en las plantaciones en su pueblo cerca de Garut, en Java Occidental: “Vomitaba cuando estaba muy cansada de recoger y cargar las hojas (de tabaco). Vomité muchas veces”.

Muchos niños que trabajan en la cosecha del tabaco dijeron que mezclaron y fumigaron pesticidas y otros químicos. La exposición a los pesticidas ha sido asociada con efectos a largo plazo y crónicos para la salud, tales como problemas respiratorios, cáncer, depresión, déficit neurológico y problemas de salud reproductiva. “Argo”, un trabajador de 15 años de Pamekasan, en Java Oriental, dijo que de repente se sintió enfermo cuando aplicaba un pesticida en la granja de su familia: “Una vez vomité. Fue durante la temporada de la siembra y no utilicé máscara y el olor era muy fuerte. Empecé a vomitar”. Algunos niños también se vieron expuestos a los pesticidas cuando otros trabajadores fumigaron en las plantaciones donde estaban trabajando, o en campos cercanos.

Muy pocos de los niños entrevistados, o sus padres, estaban al corriente de los riesgos para la salud o habían recibido capacitación sobre medidas de seguridad. El gobierno de Indonesia debería lanzar una amplia campaña educativa para promover la concienciación sobre los riesgos para la salud que afrontan los niños que trabajan en la cosecha del tabaco, recomendó Human Rights Watch.

La mayoría de los niños que participaron en la investigación trabajaban fuera de su horario escolar, pero Human Rights Watch descubrió que el trabajo en las plantaciones interfiere en la educación de algunos menores. “Sari”, una joven de 14 años de Magelang, en Java Central, dijo que soñaba con convertirse en enfermera pero que dejó de ir a la escuela después de sexto grado para ayudar a mantener a su familia.

Las mayores compañías que operan en Indonesia incluyen a tres fabricantes de productos tabacaleros – PT Djarum, PT Gudang Garam Tbk y PT Nojorono Tobacco International – además de dos empresas de tabacaleras multinacionales: PT Bentoel Internasional Investama, controlada por British American Tobacco, y PT Hanjaya Mandala Sampoerna Tbk, de Philip Morris International. Otras empresas indonesias y extranjeras también compran tabaco cultivado en Indonesia.



Human Rights Watch compartió sus hallazgos con 13 compañías, de las cuales 10 respondieron. Ninguna de las cuatro empresas indonesias ofrecieron una respuesta detallada y completa, y las dos mayores, Djarum y Gudang Garam, ni siquiera respondieron a pesar de nuestros repetidos esfuerzos por contactarlas.
 
Desde 2013, Human Rights Watch se ha reunido y ha mantenido correspondencia con los representantes de varias multinacionales tabacaleras sobre sus políticas y prácticas de trabajo infantil. Human Rights Watch documentó previamente situaciones de trabajo infantil en las plantaciones de tabaco en Estados Unidos, y urgió a las tabacaleras a tomar medidas concretas para eliminar el trabajo infantil peligroso de sus cadenas de suministro en todo el mundo. Algunas adoptaron nuevas protecciones para los niños trabajadores, pero ninguna cuenta con una política que sea suficiente para garantizar que todos los niños en su cadena de suministro estén protegidos.

Bajo las normas de derechos humanos, las tabacaleras tienen la responsabilidad de garantizar que el tabaco que compran no haya sido producido con trabajo infantil peligroso, señaló Human Rights Watch.
 
La mayor parte del tabaco en Indonesia se compra y vende en el mercado abierto a través de comerciantes e intermediarios, por lo que a menudo el tabaco pasa por muchas manos antes de que lo compren las tabacaleras nacionales o multinacionales. Sin embargo, algunos agricultores están contratados por compañías individuales.
 

Las multinacionales que respondieron a Human Rights Watch dan prioridad a la contratación directa en sus cadenas de suministro. Sin embargo, todas compran tabaco también en el mercado abierto y ninguna lleva a cabo ningún tipo de seguimiento sobre dónde fue producido este tabaco del mercado abierto, ni bajo qué condiciones.

Human Rights Watch no pudo encontrar ninguna evidencia de que las empresas indonesias tomen medidas para prevenir el trabajo infantil en sus cadenas de suministro y no mantuvieron una correspondencia detallada ni accedieron a reunirse con representantes de Human Rights Watch.

“Cuando las tabacaleras ni siquiera saben de dónde procede el tabaco que han comprado, no hay forma de garantizar que los niños no hayan puesto en riesgo su salud para producirlo”, dijo Wurth.

Bajo el derecho indonesio, la edad mínima para trabajar es 15 años, mientras que los niños de 13 a 15 años sólo pueden llevar a cabo tareas ligeras que no interfieran con su educación ni supongan un daño para su salud o seguridad. Los menores de 18 años tienen prohibido desempeñar cualquier trabajo peligroso, como por ejemplo trabajar en entornos con sustancias químicas nocivas. Cualquier tarea que involucre el contacto directo con el tabaco debería estar prohibida bajo esta disposición, debido al riesgo a la exposición a la nicotina, señaló Human Rights Watch.

Indonesia ha sido blanco de examen internacional por no haber protegido adecuadamente a los niños de los peligros del tabaco. A pesar de que las leyes del país prohíben la venta de productos de tabaco a los menores, casi 4 millones de niños, de entre 10 y 14 años, se convierten en fumadores cada año, mientras que al menos 239.000 niños de menos de 10 años han comenzado a fumar. Más de 40 millones de niños indonesios de menos de 15 años son fumadores pasivos.

Indonesia es uno de los pocos países que no ha firmado ni ratificado el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco, un tratado global de salud pública que tiene el objetivo de proteger a la población de las consecuencias del consumo de tabaco y la exposición al humo de tabaco. Indonesia debería firmar y ratificar el tratado sin más demora, recomendó Human Rights Watch.

“El gobierno debería hacer mucho más para proteger a los niños de los peligros del consumo de tabaco”, afirmó Wurth. “Pero los niños trabajadores del tabaco en Indonesia son víctimas ocultas y también necesitan protección urgente”.
 

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