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El número de niños trabajadores se ha reducido en un tercio desde el año 2000, pasando de 248 a 168 millones, según estadísticas recientes publicadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Si bien el progreso es alentador, el número de niños que aún forma parte de la fuerza laboral es asombroso.

Las cifras globales sólo detallan una parte de la historia. En cientos de entrevistas, mis colegas y yo en Human Rights Watch, hemos documentado cómo viven estos niños y el impacto laboral en su vida, su educación y su futuro. En Marruecos el año pasado, hablé con Latifah, quien fue reclutada a la edad de 12 años para trabajar como empleada doméstica en Casablanca. Latifah  tenía la esperanza de que su trabajo le ofrecería la oportunidad de una vida mejor, sin embargo la niña sufrió palizas, abuso verbal, y se vio obligada a trabajar hasta 18 horas cada día, cocinando, lavando ropa, limpiando pisos, y cuidando a los hijos de su empleador.

En Tanzania, nos encontramos con Adam, quien trabaja en la extracción de oro, una de las formas más peligrosas de trabajo infantil. Un día, mientras realizaba labores de  excavación, la mina se derrumbó. "Pensé que estaba muerto", dijo Adam. "Estaba muy asustado."

El trabajo infantil es también un problema en los países desarrollados. En los Estados Unidos, cientos de miles de niños trabajan como obreros contratados en la agricultura y son excluidos de las leyes de trabajo infantil que en otros sectores laborales protegen a los niños. María, quien comenzó a trabajar en los campos a la edad de 11 años, nos dijo: "Todos los adolescentes deben ir a trabajar por lo menos un día para saber lo que significa trabajar en un empleo real. Sudas. Caminas hasta que te duelen los pies, hasta que te salen ampollas y cortaduras en las manos."

El trabajo infantil perpetúa el ciclo de pobreza y pone la educación, la salud, y con frecuencia la propia vida de los niños en situación de riesgo. Las nuevas estadísticas de la OIT deberían llevar a los gobiernos a tomar medidas aún más enérgicas para poner fin a la explotación laboral infantil haciendo cumplir mejor las leyes, garantizando que los niños vayan a la escuela, y enjuiciando a los empleadores que explotan a los niños.

 

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