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Estados Unidos envió a detenidos de Guantánamo de regreso a la tortura en Rusia

Nuevo informe demuestra por qué las ‘garantías diplomáticas’ no funcionan

Los ex detenidos de Guantánamo que fueron enviados de regreso a su Rusia natal en 2004 sufrieron tortura y otros malos tratos, a pesar del compromiso de Moscú ante el gobierno de Estados Unidos de tratarles de manera humana, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy.

La experiencia de los prisioneros rusos ilustra las razones por las que Estados Unidos debe dejar de confiar en las “garantías diplomáticas” de un trato justo para justificar el envío de prisioneros de la Bahía de Guantánamo a países donde corren el riesgo de ser torturados.

Los siete rusos fueron detenidos poco después de la invasión estadounidense de Afganistán y eventualmente pasaron unos dos años en Guantánamo. A pesar de las quejas de maltrato por parte de los estadounidenses, todos los detenidos pidieron repetidamente a las autoridades de Guantánamo no ser devueltos a Rusia porque esperaban que los trataran aún peor en su país. Y de hecho, tres de ellos sufrieron tortura y maltrato graves cuando los arrestaron en Rusia. Dos de ellos fueron condenados en juicios injustos, y todos ellos han sido hostigados y perseguidos por las fuerzas de seguridad rusas.

El informe de 43 páginas, “The ‘Stamp of Guantanamo:’ The Story of Seven Men Betrayed by Russia’s Diplomatic Assurances to the United States” (El “sello de Guantánamo”: La historia de siete hombres traicionados por las garantías diplomáticas de Rusia ante Estados Unidos), reconstruye las experiencias de los detenidos después de que fueran devueltos a Rusia, en marzo de 2004, y está basado en entrevistas con tres de los detenidos, sus familiares, abogados y otras personas. El acceso a los ex detenidos es limitado porque tres de ellos están en prisión, y el resto se ha ocultado o ha salido del país.

“La experiencia rusa demuestra por qué las ‘garantías diplomáticas’ simplemente no funcionan”, señaló Carroll Bogert, directora adjunta de Human Rights Watch y autora del informe. “Los gobiernos con un historial de tortura no cambian de repente su conducta porque el gobierno de Estados Unidos afirme que ha obtenido algún tipo de garantía de ellos”, agregó.

La Convención contra la Tortura estipula que nadie puede ser enviado de regreso a un país donde corra el riesgo de ser torturado y no dispone ninguna excepción por motivos de seguridad nacional o de otro tipo. Estados Unidos forma parte de la convención y está violando por lo tanto el derecho internacional al trasladar a prisioneros a países donde puedan ser torturados. En una declaración a Human Rights Watch, el gobierno de Estados Unidos dejó claro que Washington era consciente del riesgo de tortura en Rusia.

Muchos países, entre ellos Reino Unido, Canadá, Austria, Países Bajos y Suiza, también están intentando deportar o extraditar a presuntos terroristas mediante “garantías diplomáticas”.

Human Rights Watch instó al gobierno de Estados Unidos a que establezca procesos de supervisión para que una persona trasladada desde la Bahía de Guantánamo tenga una oportunidad efectiva de recurrir su traslado ante un organismo imparcial. Dichos procesos también deben permitir que un detenido cuestione la fiabilidad de cualquier garantía diplomática que pueda haber obtenido el gobierno de Estados Unidos.

El gobierno de Estados Unidos afirma que las autoridades rusas prometieron enjuiciar a los detenidos por terrorismo y tratarlos de manera humana. No hicieron ninguna de las dos cosas. Después de tres meses de reclusión en Rusia, durante los cuales fueron maltratados, los siete fueron puestos en libertad e intentaron reiniciar vidas normales en Rusia, lo que resultó imposible.

Rasul Kudaev, residente de Kabardino-Balkaria en el sur del país, fue detenido después de un levantamiento armado en la capital de la provincia, en octubre de 2005. Según las fotos, historiales médicos, documentos judiciales y el testimonio de abogados y familiares, Kudaev fue golpeado repetidamente durante la custodia con la intención de hacerle confesar su participación en el levantamiento. A a la fecha no ha sido enjuiciado por su presunta participación en el levantamiento, pero sigue en prisión después de casi un año y medio.

Ravil Gumarov y Timur Ishmuratov, ambos residentes de la república rusa de Tartaristán, fueron detenidos en abril de 2005 en relación con una explosión de un gaseoducto local en la que nadie resultó muerto o herido. Fueron golpeados durante la detención hasta que confesaron: Gumarov fue privado de sueño durante aproximadamente una semana y estuvo esposado a una pequeña jaula con las manos sobre la cabeza, entre otros abusos.

Gumarov e Ishmuratov se retractaron de sus confesiones durante el juicio y fueron absueltos por el jurado en septiembre de 2005. Sin embargo, los fiscales locales lograron la “anulación” de la sentencia y obtuvieron una condena en mayo de 2006.

“Lo que ocurrió con los ex detenidos es bastante habitual para muchos sospechosos en manos de la policía en Rusia”, señaló Bogert. “Pero precisamente esa es la cuestión: El gobierno de Estados Unidos sabía que era probable que torturaran a estos hombres, y de todos modos los envió de regreso a Rusia”, agregó.

Dos de los detenidos dijeron a Human Rights Watch que los interrogadores estadounidenses en Guantánamo les habían amenazado con enviarles de regreso a Rusia si no facilitaban información sobre sus presuntas actividades terroristas.

Los detenidos y sus familias describieron el hostigamiento frecuente de la policía y los servicios de seguridad rusos, especialmente el Servicio de Seguridad Federal, sucesor de la KGB, y el Departamento de Delincuencia Organizada del Ministerio del Interior. “[las autoridades rusas] Me dijeron muchas veces que, después de pasar por Guantánamo, no era necesario demostrar que era un terrorista”, dijo a Human Rights Watch el ex detenido Airat Vakhitov. “Que podían meter en la cárcel a cualquiera de nosotros porque éramos terroristas”, agregó.

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