Construyeron un enorme centro de detención en el extranjero. Costó una fortuna. Ahora no pueden utilizarlo para su propósito original, así que intentan desesperadamente encontrar otras formas de utilizarlo.
Bienvenidos al vergonzoso -y abusivo- enfoque de la inmigración por parte del gobierno italiano.
Esta historia comienza con un acuerdo entre Italia y Albania en 2023. En virtud de este acuerdo, se construyó un gran centro de detención en Gjadër, Albania, para recibir a los hombres adultos interceptados en el mar por barcos italianos y tramitar sus solicitudes de asilo.
Los hombres procedentes de países considerados "seguros" por Italia serían enviados directamente a Albania, sin tocar nunca suelo italiano. Allí, se suponía que se someterían a un procedimiento de asilo acelerado, en el supuesto de que no necesitaran protección.
Sin embargo, los tribunales italianos dijeron que no.
Señalaron con razón que los países que el gobierno italiano considera "países de origen seguros" pueden no serlo para todos.
En otras palabras, un país puede ser seguro en un lugar pero no en otro, o seguro para algunas personas y no para otras. Hay que tener en cuenta todo tipo de cosas, y cada solicitud de asilo debe examinarse individualmente.
Los tribunales italianos han dictaminado que sería ilegal detener a personas suponiendo que el país de origen es seguro para todos.
Como consecuencia, el centro de detención italiano de Gjadër (Albania), que formaba parte de un programa que costó unos 800 millones de euros, está ahora completamente vacío.
Es evidente que un error tan costoso resulta embarazoso para el gobierno italiano. Por ello, ha propuesto otro uso para el centro.
Ahora quieren utilizarlo para detener a inmigrantes indocumentados cuyas solicitudes hayan sido rechazadas. Quieren coger a personas que están actualmente en Italia y que han sido detenidas a la espera de ser deportadas, y enviarlas a Albania.
Es una decisión como mínimo extraña.
Italia ya tiene 10 centros de detención de este tipo en su territorio. En ellos se retiene a las personas hasta 18 meses mientras el gobierno intenta deportarlas.
Estas instalaciones en Italia son sombrías. Recientes informes de expertos los describen como "agujeros negros" y denuncian todo el sistema como costoso e inhumano.
Es difícil imaginar que un undécimo centro, éste en Albania, no reproduzca estos abusos. Incluso podría ser peor, dado que está aún más lejos de la vista.
Es más, los centros de detención en Italia generalmente ni siquiera "funcionan" como el gobierno quiere. Sólo el 10% de las personas sobre las que pesa una orden de expulsión son expulsadas.
Su presencia en Albania no cambiará eso. No beneficiará a nadie. Sólo internacionalizaría los abusos.
Como tantos otros gobiernos de la Unión Europea, el italiano lleva años enredándose con el tema del asilo. En su afán por parecer "duros", no han hecho más que abusar de la gente, avergonzarse a sí mismos y malgastar enormes cantidades de dinero de los contribuyentes.
Quizá algún día estos gobiernos entren en razón e inviertan en gestionar la inmigración de forma humana y racional. Por el momento, en cambio, parece que lo intentan todo menos eso.