"Buscamos tierras más elevadas... una vez más".
Con estas palabras, un miembro de la comunidad indígena de Walande, en las Islas Salomón, resume su experiencia de los últimos años. El aumento del nivel del mar debido al cambio climático ya los ha desplazado una vez. Y aún no están a salvo.
La comunidad, de unas 800 personas, solía vivir en una pequeña isla frente a la costa. De vez en cuando se veían azotados por tormentas, incluso ciclones, pero los habitantes de Walande eran capaces de reparar sus casas y adaptarse en el lugar.
Las cosas empezaron a cambiar radicalmente en 2009, con las devastadoras mareas "reales": olas y niveles de agua más altos de lo que nadie recordaba. Un nuevo e impactante video de HRW hace un seguimiento de la destrucción: propiedades destrozadas, casas arrasadas en el transcurso de unos pocos años.
A mediados de la década de 2010, la comunidad se había reubicado en una pequeña zona de tierra firme que les fue cedida a sus antepasados. Su isla simplemente ya no existe.
El suyo fue un traslado dirigido por la comunidad. No recibieron mucha ayuda del gobierno de las Islas Salomón.
En palabras de un miembro de la comunidad, "el gobierno apoyó a la comunidad proporcionándole diez cartones de clavos para construir una casa. Así..."
Por supuesto, cuando, en última instancia, la gente que vive de cara al cambio climático tiene que hacer un movimiento planificado como éste, la comunidad debe estar al frente y en el centro de toda la toma de decisiones. Pero eso no significa que haya que dejarles solos.
El gobierno de las Islas Salomón tiene la obligación, en virtud del derecho internacional, de proteger a las comunidades de los riesgos climáticos previsibles. Debe ayudar a la población a adaptarse a los riesgos respetando sus derechos.
Para ser justos, el gobierno de las Islas Salomón se ha ido implicando más en esta cuestión en general. En 2022 lanzó unas directrices nacionales de reubicación planificada. Fue un paso positivo, aunque las directrices aún no pueden aplicarse sin detalles adicionales -procedimientos operativos estándar- que todavía están en fase de desarrollo.
El resto del mundo también tiene un papel que desempeñar. En virtud de la legislación internacional sobre el clima y los derechos humanos, las naciones "desarrolladas" tienen la obligación de apoyar la adaptación al cambio climático en los países menos desarrollados, como las Islas Salomón. Algunos países han empezado a apoyar los esfuerzos de adaptación dirigidos por las comunidades, como Australia, que apoyó la preparación del nuevo emplazamiento de Walande.
Pero los donantes internacionales deberían aumentar rápidamente la ayuda financiera y técnica.
Hay innumerables Walandes más en todo el mundo. La necesidad de reubicaciones planificadas no hará sino aumentar.
¿Están los gobiernos preparados para responder? ¿Y responderán respetando los derechos de las personas?
La historia de Walande dista mucho de haber terminado. El agua del mar está rompiendo los diques protectores del nuevo emplazamiento. Las fuentes tradicionales de alimentos de la comunidad están amenazadas: los huertos son arrastrados por el agua y es más difícil encontrar pescado.
Lo que le espera a Walande es lo que le espera a gran parte del mundo.