Los líderes mundiales han condenado amplia y enérgicamente las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre Gaza esta semana. Es una señal alentadora de apoyo al derecho internacional, muy necesaria en estos tiempos oscuros.
El martes, Trump declaró que Estados Unidos "tomaría el control" de la Franja de Gaza y que la población palestina de allí tendría que ser expulsada. Trump dijo el martes que Gaza se había vuelto "inhabitable".
Dijo esto -notablemente- mientras estaba de pie junto al hombre cuyo gobierno es responsable de hacer que Gaza sea inhabitable y que es buscado por la Corte Penal Internacional por crímenes atroces cometidos en Gaza: El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.
Es hora de un rápido repaso a las leyes de la guerra.
El derecho internacional humanitario prohíbe el desplazamiento forzoso permanente de la población de un territorio ocupado. Cuando ese desplazamiento forzoso se lleva a cabo con intención criminal, es un crimen de guerra. Si se lleva a cabo como parte de un ataque generalizado o sistemático contra la población civil, que refleja la política del Estado, es un crimen contra la humanidad.
Estas cosas ya han estado ocurriendo en Gaza, por supuesto.
Desde octubre de 2023, las autoridades israelíes han provocado el desplazamiento forzoso masivo y deliberado de civiles palestinos en Gaza, muchos de ellos varias veces. Altos cargos israelíes también han declarado su intención de desplazar a la población palestina de Gaza.
Las autoridades israelíes también han infligido deliberadamente condiciones de vida diseñadas para provocar la destrucción de parte de la población palestina de Gaza. Esto incluye privarles deliberadamente de alimentos, agua y otras necesidades para su supervivencia, lo que constituye un crimen contra la humanidad de exterminio y actos de genocidio.
El gobierno estadounidense de Joe Biden apoyó al gobierno israelí durante todo su asalto a Gaza, en particular mediante su continua venta de armas a Israel.
La nueva propuesta de Trump, de aplicarse, supondría una escalada alarmante del desplazamiento forzoso y la limpieza étnica de palestinos en Gaza. También haría que Estados Unidos pasara de ser cómplice de crímenes de guerra (a través de la venta de armas) a perpetrar directamente atrocidades: de un papel de apoyo a un papel protagonista.
Reconociendo la amenaza tanto para los palestinos como para el derecho internacional, muchos se apresuraron a rechazar la idea de Trump.
Naturalmente, los palestinos se opusieron. Para ellos, se trataba de un caso más de potencias externas que discutían su destino ignorando sus opiniones: "acerca de nosotros, sin nosotros", una vez más.
Pero el rechazo fue inmediato también desde muchos otros rincones.
Esto incluyó a gobiernos de países vecinos y lejanos, e incluso gobiernos que parecen estar de acuerdo en pocas cosas hoy en día: Brasil, China, Egipto, Alemania, Irlanda, Jordania, Rusia y el Reino Unido, por mencionar algunos. Otros líderes mundiales, como la oficina de derechos humanos y el secretario general de la ONU, también condenaron la propuesta de Trump.
No todos los días la humanidad escucha al hombre más poderoso del mundo sugerir abiertamente cometer crímenes atroces en masa. Menos mal que, al menos, el rechazo global ha sido rápido y claro.