Esta semana ha habido buenas y malas noticias sobre el clima mundial.
En primer lugar, buenas noticias, porque muchos lectores probablemente necesiten buenas noticias esta semana. Ember, el grupo de expertos en el clima, anunció que la Unión Europea generará más electricidad a partir del sol que del carbón en 2024 (11% frente a 10%). Además, la energía eólica supera al gas natural (17% frente a 16%).
Son avances que marcan un hito y representan una tendencia alentadora mientras la humanidad se enfrenta a la crisis climática mundial. Un rápido repaso a la ciencia explica por qué.
Las temperaturas globales han ido subiendo porque los humanos siguen bombeando gases de efecto invernadero a nuestra atmósfera, en particular dióxido de carbono procedente de la quema de combustibles fósiles.
Durante millones de años, el petróleo, el gas y el carbón han estado ahí, reteniendo carbono en el suelo sin hacer daño a nada. Entonces llegamos los humanos, los extrajimos y los quemamos, liberando ese carbono en el aire.
El aumento de la temperatura global debido a la quema de combustibles fósiles está provocando el cambio climático. Esto está afectando a millones de personas en todo el mundo en forma de condiciones meteorológicas extremas, inseguridad alimentaria y mucho más. Y producir energía a partir de combustibles fósiles es un negocio sucio, en el que la contaminación atmosférica tiene un enorme impacto en la salud de las comunidades cercanas.
La UE parece ir por buen camino en este sentido: generar más electricidad de la que necesitamos a partir de fuentes de energía renovables, como la solar y la eólica, y menos quemando combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. Tienen que avanzar mucho más rápido, pero las emisiones están disminuyendo.
Así que, sí, buenas noticias.
Sin embargo, los lectores habituales de este Boletín Informativo saben muy bien cómo funciona eso de "buenas noticias, malas noticias..."
La mala noticia es que las temperaturas mundiales siguen aumentando: 2024 fue el año más caliente registrado en todo el mundo. El año pasado también fue el primero en el que la temperatura media mundial superó en 1.5 grados centígrados los niveles preindustriales.
Esa cifra -1,5 grados centígrados- es importante, porque era el objetivo del Acuerdo de París de 2015, el histórico tratado internacional destinado a limitar el aumento de las temperaturas globales. Era el objetivo de la humanidad, y lo hemos desplomado.
Y las malas noticias siguen llegando...
Como parte de su montón de nuevas órdenes ejecutivas perjudiciales, el presidente estadounidense Donald Trump anunció que Estados Unidos se retiraría del Acuerdo de París, como ya hizo en su primer mandato como presidente. También dijo que declararía una emergencia energética nacional y aumentaría la producción de petróleo y gas en Estados Unidos.
Son noticias terribles para todos nosotros, por supuesto, y el aumento de la producción afectará aún más a las comunidades situadas en las proximidades de las instalaciones de petróleo y gas. Recuerden el análisis del Boletín Informativo sobre el Callejón del Cáncer, por ejemplo.
En pocas palabras, las medidas de Trump son contrarias a la realidad y al sentido común. La verdadera emergencia es la crisis climática, un problema global que requiere soluciones globales, especialmente ahora que no se han alcanzado los objetivos anteriores. Lo último que deberían hacer los gobiernos en estos momentos es introducir más gases de efecto invernadero en una atmósfera que se está recalentando.
Los gobiernos tienen la obligación de abordar el cambio climático desde el punto de vista de los derechos humanos. Deberían eliminar progresivamente los combustibles fósiles y pasar a las energías renovables. Algunos gobiernos parecen ser conscientes de la realidad y actúan en consecuencia. Otros no tanto.