Los lectores habituales recordarán que a principios de año dije: "tenemos que hablar de Florida". Pues bien, el problema no ha desaparecido: los políticos del estado estadounidense siguen intentando censurar contenidos académicos veraces.
Sin embargo, hay un punto positivo, como explica mi colega estadounidense Trey Walk en un nuevo artículo: los sindicatos de profesores de Florida están ayudando a los educadores a contraatacar.
Como recordatorio, los esfuerzos de censura de Florida incluyen leyes que intentan impedir que las universidades públicas enseñen sobre racismo y restringen las discusiones en clase sobre identidad de género y orientación sexual.
He aquí un ejemplo de cómo los sindicatos están ayudando a contraatacar.
Cuando los departamentos de estudios étnicos y estudios de género de algunas facultades y universidades de Florida sospecharon que podrían enfrentarse a su eliminación, la United Faculty of Florida (UFF), que representa a 20.000 profesores universitarios, advirtió a los administradores que estos departamentos no pueden desmantelarse sin consultar antes al comité de negociación sindical.
El argumento que expusieron, como escribe mi colega, es directo y eficaz: si un profesor fue contratado para impartir una asignatura concreta, su contrato no puede reescribirse a capricho de un político.
Mientras continúa la lucha por la libertad de expresión y la libertad académica en Florida, al menos es bueno saber que los sindicatos están ayudando a montar una defensa sólida.