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Personas con máscaras delante de una escultura de los anillos olímpicos

Más rápido, más alto... y más brutal: Las Olimpíadas llegan a Pekín

Nefastos antecedentes de derechos humanos del gobierno chino

El emblema olímpico en la Torre Olímpica, en Pekín, el 1 de agosto de 2021. © 2021 The Yomiuri Shimbun via AP Images

A medida que se acerca el fin de las Olimpíadas de verano en Tokio, las expectativas se trasladan a los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos que tendrán lugar en febrero de 2022 en Pekín, China, un país que atraviesa la peor represión de derechos humanos desde la Masacre de Tiananmén en 1989. El gobierno chino persigue a millones de uigures y otros musulmanes túrquicos en Xinjiang, y ha redoblado la opresión en Hong Kong, al tiempo que ejerce un control cada vez más férreo sobre los medios de comunicación e implementa una vigilancia masiva. Para las autocracias como China, los Juegos Olímpicos son un evento geopolítico que puede mejorar el estatus del gobierno y del Partido Comunista dentro y fuera del país. Amy Braunschweiger dialoga con la directora de Iniciativas Globales Minky Worden acerca de qué es lo que está en juego para los atletas olímpicos y los patrocinadores en Pekín, y cómo el Comité Olímpico Internacional (COI) no está tomando una posición firme sobre derechos humanos.

Las Olimpíadas de Tokio terminarán pronto. ¿Cuáles fueron las grandes historias de derechos humanos durante este evento?

Hay un vínculo muy estrecho entre los derechos humanos y las Olimpíadas. Esta misma semana, una valiente atleta bielorrusa que tiene una visión crítica del presidente de su país pidió asilo luego de que el Comité Olímpico Nacional intentara obligarla a regresar a Bielorrusia, donde temía ser perseguida.

Los Juegos Olímpicos deberían haber sido un punto de inflexión para los derechos de las personas LGBT en Japón. Pero aunque existía un ímpetu sin precedentes a favor de una ley contra la discriminación de las personas LGBT en el período previo a los Juegos, el parlamento japonés, llamado Dieta, no aprobó una Ley sobre Igualdad.  

A su vez, antes de las Olimpíadas, cuatro altos funcionarios olímpicos de sexo masculino tuvieron que renunciar después de haber hecho comentarios despectivos sobre las mujeres y por hostigar a niños con discapacidad

En cuanto a los atletas, en nuestro informe de 2020, “I Was Hit So Many Times I Can’t Count”, se encuestó a más de 800 deportistas de 50 disciplinas en Japón, muchos de los cuales habían sobrevivido a abusos. También documentamos muertes, suicidios e instancias de abuso de atletas japoneses.

Un dato esperanzador de los Juegos de Tokio fue que los atletas y los deportistas olímpicos están haciendo frente al abuso. La gimnasta estadounidense y medallista de oro Simone Biles, que ha hablado abiertamente sobre una historia de abuso sexual por parte de un ex médico de su equipo olímpico, y de cómo el abuso ha afectado su salud mental, atribuyó su decisión de competir en Tokio, en parte, al deseo de que no decaiga la atención hacia los reclamos de justicia y de garantías. La campaña #AthletesAgainstAbuse de Human Rights Watch también es encabezada por atletas japoneses que sobrevivieron a abusos, y que reclaman la creación de un Centro de Japón para la Seguridad en el Deporte. 

 

Las personas ahora se están preparando para las Olimpíadas de invierno de Pekín. En cuanto a China, ¿en qué deberíamos enfocarnos desde una perspectiva de derechos humanos?

Ahora mismo, estamos en medio de una ola represiva descomunal contra los derechos humanos en China. Todos los gobiernos cometen violaciones de derechos humanos, pero China es la única sede olímpica que comete activamente crímenes de lesa humanidad. Human Rights Watch publicó este año un informe sobre los crímenes de lesa humanidad que perpetra el gobierno chino, incluidas detenciones arbitrarias masivas, torturas, vigilancia generalizada, cancelación cultural y religiosa, separación familiar, trabajo forzado y violencia sexual, y violaciones de los derechos reproductivos contra miembros de comunidades uigures  y otros musulmanes túrquicos en la región.   

En un primer momento las autoridades ocultaron las noticias sobre el Covid-19 y la muerte de trabajadores sanitarios chinos, y luego cometieron actos de vigilancia y acoso contra familiares de quienes fallecieron a causa del virus. El silenciamiento de defensores de derechos humanos, periodistas y activistas por parte de Pekín, y las restricciones a internet dificultan la posibilidad de obtener información precisa y oportuna sobre las condiciones de salud y lo que verdaderamente ocurre en el país al aproximarse las Olimpíadas.

También durante el último año, Pekín ha reprimido ferozmente los derechos humanos en Hong Kong, entre otras acciones, al encarcelar a legisladores y periodistas, y ha actuado de manera devastadora contra la libertad de prensa y otras libertades.

En una decisión sin precedentes, legisladores de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y otros países están impulsando un boicot diplomático. Esto no afectaría a los atletas. Pero implicaría que los países no envíen a presidentes u otros funcionarios a las Olimpíadas de uno modo que implique que apoyan la nefasta represión que lleva a cabo Pekín.

¿Un boicot diplomático es una buena idea?

Human Rights Watch apoya que se realice un boicot diplomático de las Olimpíadas de Pekín. Los gobiernos y líderes políticos no deben conceder al gobierno chino la atención que pretende obtener ni asistir a los juegos, considerando que el maltrato por parte de Pekín a los 13 millones de musulmanes de minorías étnicas que hay en Xinjiang se opone tangencialmente a los ideales olímpicos de celebrar la dignidad y los logros humanos.

En la comunidad de derechos humanos, usamos el término “sports-washing”, o blanqueo de imagen a través del deporte, para referirnos a la organización de eventos deportivos importantes con el fin de desviar la atención de violaciones de derechos humanos. Y no hay dudas de que el gobierno chino ya está usando las Olimpíadas de invierno para ocultar los abusos que comete y sugerir que el mundo lo aprueba.  

¿Cómo afecta a los atletas competir en un país donde la situación de los derechos humanos es precaria?

Los atletas son personas y tienen derechos humanos. Pero los atletas no pueden elegir dónde se celebran los juegos; son personas que van a donde sea que el COI decida llevar el evento. Se han entrenado durante toda su vida para participar en la Olimpíadas y algunos atletas tienen razón cuando preguntan por qué los hacen competir en un país donde se cometen graves violaciones de derechos humanos. Por ejemplo, la esquiadora Mikaela Shiffrin, medallista olímpica de oro en su disciplina, ha señalado que ella y otros atletas no deberían verse obligados a “elegir entre sus convicciones morales, apoyar los derechos humanos y llevar adelante su trabajo al momento de competir”.

Los atletas tienen derecho a la libertad de expresión, a poder tener una opinión sobre la represión en Hong Kong, Xinjiang o el Tibet y sobre los abusos que ocurran en otros países o en el suyo, y también a expresar esas opiniones.  A medida que se acerque el momento de los juegos de Pekín, es posible que muchos se vean presionados a guardar silencio y eso es algo que está muy mal.  

A su vez, es probable que el gobierno chino esté empezando ahora mismo la vigilancia de los atletas que van a ir a Pekín, así como de sus medios sociales y las entrevistas que den a los medios de comunicación. Cuando estén compitiendo en Pekín, ¿se dará a los atletas la posibilidad de comunicarse libremente con sus familias? En China puede ser ilegal usar una red privada virtual. Los atletas se enfrentan a gravísimos riesgos si creen en los derechos humanos y quieren decir algo sobre la situación en China, como referirse al trabajo forzado de los uigures, la represión en Hong Kong o la libertad religiosa en el Tibet.

¿Qué podría ocurrirles a los atletas que digan lo que piensan?

La protección de los “derechos humanos” no figura en la Carta Olímpica (excepto la mención de que los deportes son un derecho humano). El COI afirma que los derechos humanos se aplicarán a las olimpíadas que se desarrollen en el futuro incorporándolos a los contratos con las ciudades que sean sede de los juegos, pero no al actual. Esto constituye un doble criterio estremecedor, puesto que los deportes se basan en que todos puedan jugar con las mismas normas. 

Pekín podría tomar represalias contra los atletas cuyas opiniones le incomoden. Después de que el patinador de velocidad y medallista de oro Joey Cheek se expresó acerca de las violaciones de derechos humanos en Darfur, el gobierno chino canceló su visa olímpica y le prohibió ir a China en 2008. Cheek fue uno de los fundadores del Equipo Darfur, un grupo de atletas que se conformó para presionar a China con el fin de que interviniera para que cesaran las matanzas de comunidades étnicas en Sudán antes de las Olimpíadas de 2008. 

A su vez, el COI tiene una reglamentación denominada Regla 50, que castiga a los atletas que se manifiesten en el podio. Esto ha supuesto siempre una violación de la libertad de expresión, y el mundo recuerda lo que tuvieron que soportar los atletas afroamericanos John Carlos y Tommie Smith luego de alzar las manos en el podio para hacer el gesto simbólico del Black Power durante los juegos de 1968 en Ciudad de México.

¿Cómo pueden los periodistas que dan cobertura a los juegos también ocuparse de las repercusiones de derechos humanos que tiene el evento?

La libertad de prensa está contemplada en la Carta Olímpica y se encuentra garantizada en el contrato con la ciudad anfitriona. El gobierno chino se ha comprometido de distintas formas a respetar la libertad de prensa para ganarse el derecho a ser sede de las Olimpíadas. Sin embargo, varios periodistas de la BBC, ABC Australia, The Wall Street Journal, The New York Times y otras publicaciones han sido expulsados de China por haber dado una cobertura de tono crítico sobre el gobierno chino, y ahora intentan informar sobre las Olimpíadas de invierno desde Seúl, Taiwán o Tokio. Obviamente, esto es algo inviable: los periodistas no pueden dar cobertura a los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos desde otro país.

Pero esta es una oportunidad de que los periodistas que han sido expulsados de China pidan ahora mismo ser autorizados para dar cobertura a las Olimpíadas. Y si China no les permite hacer su trabajo, el COI tendrá que insistir en que China se ajuste a las normas, y esto incluye la libertad de internet y la libertad de prensa.

¿Qué pueden hacer los patrocinadores?

El deporte es una de las últimas industrias valuadas en billones de dólares que no acata los estándares de derechos humanos, y esa situación debe cambiar. Las empresas que patrocinan las Olimpíadas son multinacionales como Proctor & Gamble, Coca-Cola, Intel y Visa, y dado que literalmente pagan por los juegos, están en una posición de gran influencia. Incluso si temen pedirle al gobierno chino que cambie sus políticas sobre derechos humanos porque hacen negocios en China, podrían pedirle al COI que dé un paso adelante y proteja a los atletas y a los derechos humanos en China.

Human Rights Watch ha escrito a todos estos principales patrocinadores y les ha preguntado sobre sus medidas de debida diligencia con respecto a los derechos humanos en relación con las Olimpíadas en China.  Hasta ahora, ninguno ha contestado. Los patrocinadores deben explicar al público por qué financian Juegos Olímpicos y Paraolímpicos donde se cometen crímenes de lesa humanidad. Y espero que las legislaturas de países de todo el mundo también hagan esas preguntas difíciles.

En un primer momento, China encubrió el brote de Covid-19. ¿Qué riesgos entraña la censura en temas de salud pública?

Antes de los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín, los funcionarios chinos ocultaron información en medios locales de que parte del suministro de leche en polvo del país estaba contaminado con melanina. Hubo 300.000 bebés envenenados y seis fallecieron porque el gobierno chino ocultó esta información a los ciudadanos y al mundo entero. Esto ocurrió mientras se desarrollaban las Olimpíadas.

Que en el pasado China no haya compartido información precisa y oportuna —sobre esto y acerca del Covid-19— genera serias dudas sobre su capacidad de asegurar el derecho a la salud durante unos Juegos Olímpicos que se desarrollan en medio de una pandemia.

Las Olimpíadas tienen una audiencia de cerca de 3.400 millones de personas de todo el mundo. ¿Qué pueden hacer esas personas?

Se han logrado grandes avances durante la última década para ligar los derechos humanos a los deportes y esto se debió casi totalmente a la presión del público y de los aficionados al deporte. Cada vez más, los aficionados están diciendo que no quieren sentarse en un estadio durante cuya construcción hayan muerto trabajadores, y que no quieren comprar prendas o productos que puedan haberse confeccionado con trabajo forzado. La FIFA, el organismo mundial que regula el fútbol, ha adoptado una política sobre derechos humanos como resultado de esta presión global. Esto quiere decir que el público tiene una voz muy potente para reclamar reformas. Estos Juegos Olímpicos y Paraolímpicos ofrecen una oportunidad muy excepcional de hacer justamente eso. 

 

 

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