El 11 de febrero, Fátima Cecilia, de 7 años, desapareció tras salir de la escuela en la Ciudad de México. Cinco días después, el 15 de febrero, las autoridades encontraron su cuerpo con signos de tortura. Fátima había sido secuestrada, violada y asesinada.
Sin embargo, a raíz de este brutal crimen, la Fiscal General de la Ciudad de México decidió revelar durante una entrevista de radio que la madre de Fátima tiene una "enfermedad mental". La fiscal aludió a este tema después de que la madre de Fátima le dijo a la policía el nombre del hombre que creía que estaba detrás de la muerte de su hija. Pero la Fiscal General dijo que esta persona había fallecido hace algún tiempo.
Aludir a la discapacidad real o percibida de la madre de Fátima es innecesario e injusto en este momento trágico, cuando la atención de las autoridades debería concentrarse en identificar y procesar a la persona que cometió este crimen tan impactante.
Estigmatizar a las personas por su discapacidad puede enviar un mensaje dañino de que las personas con condiciones de salud mental pueden ser peligrosas y no pueden ser buenos padres.
Las personas con condiciones de salud mental tienen derecho a formar una familia, como todos los demás. En lugar de señalar las características reales o supuestas de las víctimas, el gobierno debería asegurarse de que las personas con condiciones de salud mental tengan el apoyo que necesitan para ejercer la paternidad de la mejor manera.
