Las mujeres negras en Estados Unidos tienen más del doble de probabilidades de morir por cáncer cervical —una enfermedad que puede prevenirse— que las mujeres caucásicas. En el día de ayer, se amplió la cobertura del seguro de salud para incluir una amplia estrategia de estudios de detección del cáncer de cuello uterino. ¿Pero acaso servirá para resolver esta disparidad?
El Grupo de Trabajo sobre Servicios Preventivos de Estados Unidos (United States Preventive Services Task Force, USPSTF), un panel independiente de especialistas médicos del sector privado designado por el gobierno, desempeña un rol muy importante en la determinación del alcance de la cobertura del seguro de salud. Entre otras responsabilidades, esta entidad financiada por el gobierno formula recomendaciones sobre servicios de prevención.
Desde 2012, el estándar de cuidados recomendado para mujeres de entre 30 y 65 años ha sido someterse a la prueba del PAP cada tres años o a “pruebas conjuntas” —un examen conjunto para la detección del virus del papiloma humano (VPH), que está asociado al cáncer cervical, y una prueba PAP— cada cinco años. Ayer, el grupo de trabajo añadió a sus recomendaciones las pruebas de VPH de alto riesgo, que identifican las estirpes del VPH que presentan mayores probabilidades de causar cáncer de cuello uterino, lo cual implica que la mayoría de los planes de salud tendrán que cubrirlas sin la exigencia de un copago. Las mujeres no tendrán que solventar este gasto con sus propios recursos.
Brindar opciones a los proveedores y a las mujeres es, en general, algo positivo. Sin embargo, no es suficiente para bordar el problema del cáncer de cuello uterino en EE. UU. Si bien son necesarias, las pruebas de detección no impedirán ninguna muerte por cáncer cervical a menos que las mujeres tengan acceso posteriormente a un seguimiento diagnóstico y a tratamiento.
Son en particular las mujeres de color las que tienen dificultades para acceder a la atención vital que necesitan luego de un resultado anormal en las pruebas de detección. La Ley Jeanette Acosta de Inversión en la Salud de la Mujer (Jeanette Acosta Invest in Women’s Health Act) de 2018, que está siendo revisada por varias comisiones de la Cámara de Representantes y el Senado de Estados Unidos, aspira a abordar estas disparidades. El proyecto, que lleva el nombre de una exmiembro del Congreso que perdió la batalla contra el cáncer de cervicouterino el año pasado a los 32 años, contribuiría, entre otras cosas, a ampliar el acceso a las pruebas de detección y al seguimiento para las mujeres de sectores de bajos ingresos y sin seguro de salud.
El anuncio realizado esta semana por el grupo de trabajo brinda más opciones para la detección de posibles células cancerígenas. Sin embargo, la detección debe estar acompañada de tratamiento posterior para poder salvar vidas. Aprobar la Ley Jeanette Acosta de Inversión en la Salud de la Mujer podría ser un importante paso para alcanzar esa meta.