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La semana pasada, una serie de ataques aéreos destruyeron el hospital Al Quds en Alepo, y dejaron un saldo de 50 personas muertas, entre ellas al menos 29 mujeres y niños. Este fue tan solo el último de varios ataques deleznables contra centros de salud, ocurridos no solo en Siria, sino también en otras zonas en conflicto en el mundo. La Coalición para Preservar la Salud en los Conflictos (Safeguarding Health in Conflict Coalition) documentó ataques de esta naturaleza en 19 países durante 2015. Aunque algunos de los ataques fueron provocados por error, negligencia o imprudencia, muchos fueron deliberados y tuvieron como propósito dañar o castigar a la población civil.

En el día de hoy, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó este tipo de ataques, y reiteró el principio fundamental del derecho de guerra que indica que los establecimientos de salud y los trabajadores médicos deben ser protegidos frente a ataques durante conflictos armados. Instó a los países a tomar medidas para prevenir estos ataques, investigarlos cuando sucedan y juzgar a sus responsables según corresponda.

Restos del centro de atención de pacientes con trauma MSF en Kunduz, tras el ataque ocurrido el 3 de octubre de 2015.  © 2015 Dan Sermand/MSF

La acción del Consejo de Seguridad es, sin duda, importante. En los últimos años, los ataques contra establecimientos de salud se han vuelto tan frecuentes en las zonas en conflicto, que existe el riesgo de que pasen a ser considerados como un aspecto “normal” de la guerra. Si bien el ataque contra el hospital Al Quds en Alepo consiguió ocupar las primeras planas de los periódicos, muchos de estos incidentes ya no se consideran de interés periodístico y directamente no se informan en los medios.

Sin embargo, las consecuencias son devastadoras. Estos ataques no solo matan y mutilan a numerosas personas, incluidos trabajadores de la salud, sus pacientes y familiares, sino que además impiden el trabajo de personal médico que se necesita de manera acuciante y propician el éxodo de estos profesionales. En Yemen, donde combatientes de ambas facciones no han respetado el carácter protegido de los establecimientos de salud, casi 600 centros dejaron de funcionar debido a daños o a la falta de trabajadores de la salud, insumos o electricidad. Se cree que en el ataque contra Al Quds habría muerto el único pediatra que quedaba en Alepo. Esto provoca que la población civil, que ya está en situación vulnerable, pierda todo acceso a servicios básicos de salud, como atención prenatal, maternal, infantil y neonatológica, así como la atención quirúrgica de heridas de guerra y otras prácticas necesarias.

Ahora es el momento de que los países miembros de la ONU y las partes en conflicto en todo el mundo implementen la resolución del Consejo de Seguridad. Deberían poner fin a los ataques contra establecimientos de salud y trabajadores médicos, y actuar para que los responsables sean llevados ante la justicia.

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