(Nueva York) - Las fuerzas de seguridad sirias están cometiendo graves abusos en su campaña militar en al-Qusayr, una ciudad de aproximadamente 40,000 habitantes en la gobernación de Homs, cerca de la frontera con el Líbano, Human Rights Watch señaló hoy. Testigos han descrito un intenso bombardeo de barrios residenciales, francotiradores que disparan a residentes en las calles y ataques contra quienes intentan escapar. Las condiciones humanitarias son graves, e incluyen escasez de alimentos y agua, cortes en las comunicaciones y poca asistencia médica.
Dieciocho testigos de al-Qusayr, entre ellos un periodista internacional que permaneció en este lugar del 8 al 15 marzo de 2012, describieron los bombardeos por las fuerzas de seguridad, los ataques contra quienes intentaban escapar, y disparos de francotiradores contra residentes. Sus relatos reflejan tácticas similares a las utilizadas por las fuerzas gubernamentales en Idlib y Homs y que fueron previamente documentadas por Human Rights Watch, lo que sugiere una política coordinada de abuso.
"Después de su incursión sangrienta en Homs, las fuerzas de Assad están aplicando sus mismos métodos brutales en al-Qusayr," dijo Sarah Leah Whitson, directora para Medio Oriente de Human Rights Watch. "Habiendo visto la devastación infligida en Homs, el Gobierno ruso debe parar la venta de armas al Gobierno sirio o se arriesga a quedar aún más implicado en las violaciones de derechos humanos".
Algunos residentes de al-Qusayr entrevistados por Human Rights Watch, cuyos verdaderos nombres no han sido revelados por temor a represalias, indicaron que los ataques de las fuerzas de seguridad sirias – entre ellos ataques contra manifestantes, destrucción de propiedades, invasión de hogares y ataques de francotiradores – han estado ocurriendo desde hace varios meses, pero que el ejército comenzó un fuerte bombardeo de zonas residenciales de uno a tres meses atrás. Algunos informes indican que tras la retirada del opsitor Ejército Libre de Siria (ELS) de Baba Amr el 1 de marzo, los combatientes que se retiraron de Homs se trasladaron a al-Qusayr. Un residente de al-Qusayr dijo a Human Rights Watch que el ELS ha estado en la ciudad desde febrero.
Bombardeo de civiles
Por lo menos desde finales de febrero, los testigos, muchos de los cuales resultaron heridos en los ataques, dijeron que el ejército ha lanzado decenas de proyectiles de 81mm y 121mm diariamente sobre la ciudad. Los testigos también dijeron a Human Rights Watch que los alimentos y el agua son escasos, las comunicaciones han sido cortadas, y la asistencia médica es escasa, lo que contribuye al creciente número de víctimas ya que los médicos no pueden atender a los heridos.
Mattieu Mabin, un corresponsal de France 24 que se encontraba en al-Qusayr del 8 al 15 de marzo, dijo que el bombardeo ocurría normalmente alrededor de las 6 am, 2 pm y luego por la tarde, y que cada vez el ejército lanzaba de 20-25 proyectiles. Mabin, quien fue parte de las fuerzas armadas durante 12 años, dijo que el ejército estaba utilizando morteros de 81 milímetros, estacionados de forma permanente en el centro de la ciudad, y unidades de artillería en movimiento de 120 mm alrededor de la ciudad. Este relato fue corroborado por varios residentes de al-Qusayr entrevistados por Human Rights Watch.
Mabin describió dos ataques el 13 de marzo que dieron lugar a bajas entre los pequeños grupos de residentes que habían estado trabajando en un campo de 10 hectáreas. Un hombre murió en el acto y otro falleció más tarde en un hospital de campo, y por menos otras seis personas resultaron heridas, entre ellas un niño de 12 años de edad.
Mabin cree que los ataques fueron dirigidos, en lugar de al azar. Dijo que los civiles no podían haber sido confundidos con miembros de la oposición armada - especialmente combatientes del ELS - teniendo en cuenta que no tenían armas, y mujeres y niños estaban presentes.
Dos testigos que escaparon a un país vecino describieron a Human Rights Watch ataques de artillería, llevados a cabo mientras residentes de al-Qusayr se reunían para una manifestación tras la oración del viernes 24 de febrero. Ambos resultaron heridos en el ataque. "Ahmed," herido en un ojo, describió el ataque:
Fue una protesta pacífica con cerca de 200 participantes, después de la oración del viernes. No había miembros del ejército o de las fuerzas de seguridad, pero a los 30 minutos después de la protesta se escuchó el sonido de cohetes y luego una explosión. Los cohetes cayeron en un edificio cercano a la protesta, y la gente empezó a correr en todas direcciones mientras que el bombardeo continuaba. Tres personas murieron y cinco resultaron heridas, incluyéndome a mí.
"Bassim" corroboró esta versión, diciendo que él resultó herido cuando un proyectil de mortero hizo impacto en una pared detrás de la cual había gente escondiéndose.
Otro testigo, "Karim", dijo que él contó siete morteros que fueron lanzados en su barrio el 24 de febrero:
Después del sexto mortero, fui a ver cómo estaba la familia de mi hermano que vive al lado de nuestra casa. Cuando abrí la puerta, vi a dos de nuestros vecinos cristianos heridos por la metralla. Uno de ellos fue herido en la pierna y el otro fue en la mano y el muslo. Grité a mi tío que tomara el coche para llevarlos al hospital de campo. Puse al primer vecino en el coche y estaba tratando de llevarme al segundo cuando otro proyectil alcanzó el edificio junto a nosotros del otro lado de la calle. La metralla me lesionó ambas piernas. Un médico me dijo más tarde que dos nervios fueron dañados en una de mis piernas, pero no parecía optimista de que yo pudiera volver a caminar. Más tarde me dijeron que uno de mis vecinos cristianos murió y no sé qué le pasó al segundo.
"Daoud", que vive en un barrio del sur de al-Qusayr, describió a Human Rights Watch un ataque el 18 de marzo en el que murieron dos personas, entre ellas un niño, y donde sus dos hijas resultaron heridas:
Mis hijas – de 4 y 3 años de edad- estaban jugando en la calle afuera de la casa con el niño del vecino. Mi amigo también estaba de visita. Él estaba sentado afuera con nosotros. Fui a la casa para poner una olla de café cuando oí el sonido de un mortero pasando y luego una explosión. Un mortero cayó en la calle donde estaban jugando. Mi amigo que estaba en la calle con ellos, de 28 años de edad, murió en el acto. Lo encontré a 3 metros de distancia de donde él estaba sentado cuando entré a la casa. Un trozo de metralla le dio en la cabeza y lo decapitó.
El hijo de mi vecino que estaba con ellos también murió. Tenía 7 años. Estaba tendido bajo una pared a 2 metros de distancia de la casa.... Mis dos niñas todavía estaban vivas. Vi que el brazo de mi hija de 4 años de edad se movía de una manera extraña. Empecé a gritar "auxilio ... auxilio". Las puse en un taxi y me las llevé al hospital de campo. En el hospital había muchos heridos. Le pusieron un yeso a mi hija de 3 años en la pierna y me dijeron que los nervios del brazo de mi hija de 4 años se habían roto... Durante los últimos tres meses, diariamente oigo más de 50 misiles lanzados.
Mabin dijo que el ejército no podía atacar eficazmente al ELS en al-Qusayr debido a que los combatientes siempre se movían en grupos pequeños y no tenían posiciones identificables en la ciudad. Sin embargo, el ejército parecía estar lanzando ataques en barrios residenciales o dirigidos a grupos de civiles cada vez que el ELS trataba de moverse por la ciudad, que, según informes de sus contactos en el ELS, parecían ser "una manera eficaz" de limitar sus movimientos. Dijo que alrededor de 200 combatientes del ELS se encontraban en la parte de la ciudad donde él se encontraba, y que estaban armados principalmente con fusiles Kalashnikov y unas pocas granadas propulsadas por cohetes y ametralladoras.
Ataques de francotiradores
Además de los bombardeos, los testigos describieron ataques de francotiradores ubicados en los techos del edificio municipal y otros edificios. Human Rights Watch entrevistó a seis personas que describieron ataques de francotiradores ocurridos en febrero y marzo, incluyendo uno donde una niña resultó herida por disparos de francotiradores.
"Shireen" dijo a Human Rights Watch que a finales de febrero su hija de 12 años de edad, "Tamara", recibó un disparo de un francotirador en su pierna. Tamara, que habló con Human Rights Watch mientras estaba en el hospital esperando una cirugía, ya no podía mover ni sentir la pierna por debajo de donde la bala entró. Los médicos le dijeron a Shireen que la bala había dañado los nervios de la pierna de Tamara. Shireen dijo:
Vivo en un barrio del norte de al-Qusayr llamado Qobliyeit. Es el barrio donde se encuentra el Hospital Nacional. Yo trataba de huir de nuestro barrio, porque había muchos bombardeos. Decidimos irnos a la casa de mi cuñado, pero tuvimos que pasar por el edificio municipal, donde estaban los francotiradores. Para evitarlos, teníamos que cruzar detrás de la mezquita para que no nos vieran. Iba a cruzar con mis cinco hijas y mi sobrino. Estaba esperando a que ellos cruzaran primero.
Estaban pasando por detrás de la mezquita al otro lado de la calle, pero mi hija, Tamara, que estaba cargando a su prima de 7 meses, cometió un error y cruzó por esquina equivocada. Pasó por delante de la mezquita lo que permitió al tirador en el edificio municipal verla claramente. Luego escuché un disparo y un grito de Tamara. Los hombres en los edificios vecinos corrieron hacia ella. Eran revolucionarios (thuwar). Algunos vestían uniformes militares, los demás estaban vestidos de civil. Algunos de ellos la tomaron y la pusieron en un coche mientras que otros disparaban contra el edificio municipal para protegerse mientras los demás la rescataban.
Tamara le dijo a Human Rights Watch:
Perdí mi camino y de repente estaba enfrente del edificio municipal... Me asusté al percatarme de esto y ver a mis primos al otro lado y a mis hermanas que comenzaron a susurrar: "Apúrate, apúrate"... De repente, oí un disparo y sentí algo muy caliente en mi pierna. Después de unos segundos me sentí débil y me senté en la calle y puse a mi prima en el suelo mientras empecé a gritar: "Me dispararon, vengan por mí"... Cuando me caí al suelo vi un montón de sacos de arena y una pistola apuntándome desde un pequeño agujero en la parte superior del edificio municipal ... No vi al francotirador, pero vi el arma.
Otro testigo, "Farid", dijo que el francotirador le disparó cuando iba a al-Qusayr el 3 de marzo para visitar a su familia:
Trabajo en el Líbano, pero voy a al-Qusayr cada fin de semana a visitar a mi familia. Crucé la frontera legalmente, y me fui en motocicleta a la ciudad. Cuando pasaba por el municipio, recibí disparos en el hombro y el pecho. Pronto perdí el control de la motocicleta y caí al suelo. Un coche se detuvo y de inmediato me llevó a un hospital de campo, pero no pudieron hacer nada. Los soldados del ELS me trasladaron de nuevo al Líbano.
"Hanan", quien salió de al-Qusayr a finales de febrero, dijo que fue testigo de al menos tres episodios que involucran a cuatro civiles, entre ellos tres niños, donde francotiradores atacaron a residentes. Un niño que "parecía menor de 12 años", afirmó, resultó herido en el cuello cuando se acercaba a una panadería.
Mabin dijo que los francotiradores representaban el mayor peligro dentro de la ciudad. Dijo que asistió a un funeral de un hombre de 45 años de edad asesinado por un francotirador.
Ataques contra los residentes que buscan escapar
Los testigos también describieron cómo fueron atacados desde puestos de control, incluso cuando trataban de huir de al-Qusayr.
"Yousra" describió a Human Rights Watch en un hospital de un país vecino cómo ella y sus familiares fueron atacados cuando escapaban de al-Qusayr el 14 de marzo:
El coche que nos llevaba de al-Qusayr era una pequeña camioneta con la parte de atrás abierta. La parte descubierta estaba tapada con un pedazo de tela oscura, así que no podíamos ver lo que pasando afuera... Nos pareció que la camioneta llegó a un puesto de control y nos dejaron pasar. Ese era el punto de control de Zira`at. Hubo un segundo puesto de control 15 minutos después, en Jussie.
Comenzaron a dispararnos desde el segundo punto de control, pero el conductor siguió su curso así que pudimos escapar. Mi hija "Nour" y nuestro pariente fueron alcanzados por los disparos. Una bala hizo impacto en la parte posterior de la cabeza de mi hija. Tomé un trozo de tela y lo presioné sobre la herida para detener el sangrado. El médico de aquí dijo que ya está estable.
Otro de los familiares de Nour que hablaró con Human Rights Watch dijero que la bala pasó primero por la cabeza de Nour, y luego por la cabeza de su pariente. Dijo que el pariente, también un niño, no sobrevivió. La cabeza de Nour estaba visiblemente hinchada y con muchas vendas cuando Human Rights Watch la vio en el hospital el 19 de marzo.
Escasa atención médica
Una enfermera de al-Qusayr dijo a Human Rights Watch que el hospital de Qusayr donde ella trabajaba cerró hace seis meses y fue tomado por los militares. Otros testigos corroboraron este testimonio.
Mabin dijo que se sorprendió al ver el hospital de campo donde se encontraban las víctimas de los bombardeos del 13 de marzo para recibir tratamiento. Dijo:
Nunca había visto una situación tan grave en términos de asistencia médica en ningún otro conflicto que he cubierto -ni en Libia, ni en Afganistán. El "hospital" era solo una tienda de campaña debajo de un árbol, de unos 6 metros cuadrados, con un médico y un estudiante de medicina. No tenían nada -ni morfina, ni alcohol para desinfectar las heridas, ni mucho menos equipo adecuado; se estaban quedando sin vendas. Antes de irme, le di al médico las 10 dosis de morfina que normalmente me llevo a mis asignaciones en zonas de guerra, y las aceptó como el regalo más preciado. Pero probablemente sólo le duraría unos días. En ese momento, ya no podían trasladar a los heridos al Líbano, y sabían que podrían morir.
El 21 de marzo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pidió de manera unánime al Gobierno sirio de inmediato “poner fin al uso de armas pesadas en los centros de población” y "garantizar la prestación oportuna de asistencia humanitaria en todas las zonas afectadas por los combates". El Consejo también pidió al Gobierno sirio que se apresurara a liberar a un mayor número de personas detenidas arbitrariamente y a "garantizar la libertad de circulación en todo el país para los periodistas".
Human Rights Watch instó a Rusia y a China a dejar en claro al presidente Bashar al-Assad que si no acata de inmediato esta peticiones, apoyarán medidas adicionales del Consejo de Seguridad. Human Rights Watch ha instado al Consejo de Seguridad a imponer un embargo de armas contra el Gobierno sirio, sanciones específicas contra los dirigentes sirios implicados en violaciones de los derechos humanos y remitir la situación a la Corte Penal Internacional.
"Con cada día que pasa sin acciones por parte de la comunidad internacional, la situación en Siria empeora", dijo Whitson. "Cada día Rusia y China demoran las medidas del Consejo de Seguridad y los sirios están siendo asesinados."