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(Washington, DC) - Las pruebas contundentes que implican al gobierno de Bush en torturas obligan al presidente Barack Obama a ordenar una investigación penal de las denuncias sobre abusos a detenidos autorizados por el ex presidente George W. Bush y otros altos funcionarios, señaló Human Rights Watch en un informe que se divulgó el día de hoy. El gobierno de Obama no ha cumplido las obligaciones asumidas por Estados Unidos, conforme a la Convención contra la Tortura, de investigar actos de tortura y otros malos tratos a detenidos, afirmó Human Rights Watch.

El informe de 107 páginas, "Getting Away with Torture: The Bush Administration and Mistreatment of Detainees" ["Torturas impunes: El gobierno de Bush y el maltrato de detenidos"], presenta suficiente información para justificar una investigación penal de Bush y varios altos funcionarios de gobierno, incluidos el ex vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el Director de la CIA George Tenet, por haber ordenado prácticas como asfixia por inmersión (waterboarding), el uso de cárceles secretas de la CIA y el traslado de detenidos a países donde fueron torturados.

"Hay razones solidas para investigar a Bush, Cheney, Rumsfeld y Tenet por autorizar actos de tortura y crímenes de guerra", dijo Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch. "El presidente Obama ha considerado estos actos de tortura como lamentables decisiones políticas, en lugar de crímenes. Su decisión de poner fin a los interrogatorios abusivos podría ser revertida fácilmente, a menos que se restablezca claramente la prohibición legal contra la tortura".

Human Rights Watch señaló que si el gobierno de Estados Unidos no impulsa investigaciones penales creíbles de estos hechos, otros países deberían juzgar a los funcionarios estadounidenses involucrados en delitos contra detenidos, de acuerdo a la legislación internacional.

"Estados Unidos tiene una obligación jurídica de investigar estos delitos", afirmó Roth. "Si no toma medidas al respecto, otros países deberían hacerlo".

En agosto de 2009, el procurador general de Estados Unidos, Eric Holder, designó al fiscal federal adjunto, John Durham, para que investigara el abuso de detenidos, pero limitó la indagación a los actos "no autorizados". Como resultado, la investigación podría no examinar actos de tortura, como las prácticas de asfixia por inmersión, ni otros malos tratos autorizados por abogados del gobierno de Bush, pese a que estos actos son contrarios al derecho interno e internacional. El 30 de junio, Holder aceptó la recomendación de Durham de llevar a cabo investigaciones exhaustivas sobre dos muertes bajo custodia de la CIA ocurridas, según informes, en Irak y Afganistán. Human Rights Watch dijo que el limitado alcance de la investigación de Durham no aborda la naturaleza sistemática de los abusos.

"El patrón de abusos del Gobierno de Estados Unidos a lo largo de varios países no fue el resultado de acciones de individuos que rompieron las reglas", dijo Roth. "Fue consecuencia de decisiones hechas por altos funcionarios estadounidenses que decidieron estirar o ignorar las reglas".

Con respecto a los cuatro máximos funcionarios del gobierno de Bush, Human Rights Watch expresó lo siguiente:

  • El presidente Bush admitió públicamente haber aprobado en dos oportunidades el uso de prácticas de asfixia por inmersión, que consisten en someter a una persona a un simulacro de ejecución por ahogamiento, y que tradicionalmente han estado penadas en Estados Unidos como una forma de tortura. Bush también autorizó los programas secretos de detención y entregas extraordinarias de la CIA, que permitían mantener incomunicados a los detenidos y, en muchos casos, trasladarlos a países como Egipto y Siria, donde posiblemente serían torturados.
  • El vicepresidente Cheney fue el impulsor de la adopción de políticas ilícitas sobre detención e interrogatorios, y presidió varias reuniones claves en las cuales se discutieron operativos específicos de la CIA, como la decisión de someter a asfixia por inmersión a un detenido, Abu Zubaydah, en 2002.
  • El secretario de Defensa Donald Rumsfeld aprobó el empleo de métodos ilegales durante los interrogatorios y siguió de cerca el caso de Mohamed al-Qahtani, sometido a un régimen de seis semanas de interrogatorios coercitivos en Guantánamo que, considerados en conjunto, podrían ser considerados actos torturas.
  • El director de la CIA George Tenet autorizó y supervisó el uso por parte de la CIA de prácticas de asfixia por inmersión, posturas obligadas que causan estrés, hostigamiento con fuertes ruidos y luces, privación del sueño y otros métodos abusivos durante los interrogatorios, además del programa de entregas extraordinarias de la CIA.

En entrevistas con los medios de comunicación, Bush ha intentado justificar su decisión de autorizar las prácticas de asfixia por inmersión y señaló que abogados del Departamento de Justicia habían afirmado que eran lícitas. Si bien Bush debería haber advertido que las prácticas de asfixia por inmersión constituyen torturas sin necesidad de consultar a un abogado, existe también información significativa que indica que altos funcionarios gubernamentales, entre ellos Cheney, intentaron influir en la opinión de los abogados, señaló Human Rights Watch.

"Los más altos funcionarios del gobierno de Bush no deberían armar a medida y elegir las opiniones legales según su conveniencia, y luego ampararse en tales opiniones como si hubieran sido proporcionadas en forma autónoma", indicó Roth.

Human Rights Watch también exigió que se examine penalmente el  proceso de preparación de los memorandos del Departamento de Justicia que se utilizaron para justificar el trato ilícito dado a los detenidos.

Human Rights Watch señaló asimismo que las víctimas de tortura deberían recibir una reparación justa y adecuada, como lo exige la Convención contra la Tortura. Tanto el gobierno de Bush como de Obama han forzado el alcance de doctrinas jurídicas como el secreto de Estado y la inmunidad oficial y han logrado que la justicia penal ordinaria no examine los méritos de las denuncias sobre torturas.

Debería crearse una comisión independiente no partidaria, similar a la Comisión del 11 de septiembre, que examine los actos del poder ejecutivo, la CIA, las Fuerzas Armadas y el Congreso en relación con las políticas y prácticas aplicadas durante el gobierno de Bush que permitieron el abuso de personas detenidas, expresó Human Rights Watch. Esta comisión debería emitir recomendaciones a fin de asegurar que los abusos sistemáticos del gobierno de Bush no se repitan en el futuro.

En febrero de 2011, Bush canceló un viaje a Suiza, debido a que un grupo de víctimas de torturas habrían intentado presentar una querella en su contra en ese país. También se encuentra en curso en España una investigación para determinar la participación de funcionarios estadounidenses en torturas. Una serie de documentos divulgados por Wikileaks revelaron que durante el gobierno de Obama continuaron las presiones del gobierno estadounidense para que las autoridades españolas decidieran abandonar la investigación.

Human Rights Watch señaló que la decisión del gobierno estadounidense de no investigar la participación de sus funcionarios en hechos de tortura y maltrato de detenidos podría frustrar las acciones de Estados Unidos en el exterior que buscan conseguir justicia por violaciones de derechos humanos.

"Estados Unidos hace lo correcto cuando exige que se juzguen delitos internacionales graves cometidos en lugares como Darfur, Libia y Sri Lanka, pero no debería aplicarse un doble criterio", indicó Roth. "Cuando el gobierno estadounidense protege a sus propios funcionarios e impide que sean investigados y juzgados, contribuye a que otros países ignoren los esfuerzos internacionales por juzgar a quienes han cometido crímenes graves".

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