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(Bruselas)—Demasiados gobiernos aceptan las racionalizaciones y excusas de gobiernos represivos, sustituyendo la presión para promover el respeto a los derechos humanos con métodos más suaves como el “diálogo” privado y la “cooperación”, señaló Human Rights Watch hoy durante la publicación de su Informe Mundial 2011. En lugar de manifestarse con firmeza contra los líderes abusivos, muchos gobiernos, entre ellos los Estados miembros de la Unión Europea, adoptan políticas que no generan presión para el cambio.

El informe de 649 páginas, el vigésimo primer examen anual de Human Rights Watch sobre las prácticas de derechos humanos en todo el mundo, resume las principales cuestiones de derechos humanos en más de 90 países y territorios, lo que refleja el extenso trabajo de investigación que Human Rights Watch llevó a cabo en 2010.

“El apoyo ritual al ‘diálogo’ y la ‘cooperación’ con los gobiernos represivos es con demasiada frecuencia una excusa para no hacer nada acerca de los derechos humanos”, dijo Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch. “Los ‘diálogos constructivos’ de la UE se encuentran entre los ejemplos más notorios de esta tendencia global”.

El diálogo y la cooperación son importantes a la hora de abordar los problemas de los derechos humanos y, de hecho, lograr la cooperación es un objetivo clave de la defensa de los derechos humanos, señaló Human Rights Watch. Pero cuando existe una ausencia de voluntad política para respetar los derechos, la presión cambia el balance costo-beneficio que lleva a un gobierno a elegir la represión.

Cuando los gobiernos exponen o condenan abusos, condicionan las ayudas militares o las contribuciones presupuestarias al fin de las violaciones, o exigen el enjuiciamiento y castigo de los responsables de violaciones, elevan el costo para los gobiernos abusivos, dijo Human Rights Watch.

Varios países de todo el mundo, de norte a sur, son infractores recurrentes, sin embargo, la UE insiste especialmente en recurrir a la ideología del diálogo y la cooperación, aseguró Human Rights Watch. Incluso cuando la UE emite un comunicado sobre su preocupación por un tema de derechos humanos, a menudo no está respaldado por una amplia estrategia de acción para el cambio.

La credibilidad de la UE como una fuerza defensora de los derechos humanos en todo el mundo también se basa en su voluntad para abordar los abusos contra los derechos humanos por parte de sus propios Estados miembros. Con un amplio historial de discriminación y creciente intolerancia hacia migrantes, musulmanes, romaníes y otros, un procedimientos de asilo deficiente y medidas abusivas contra el terrorismo, los Estados miembros y las instituciones de la UE deben mostrar un mayor compromiso político para garantizar que el respeto de los derechos humanos a nivel local coincida con la retórica de la UE en el extranjero.

Entre los ejemplos más recientes de la incapacidad para ejercer presión se destacan la actitud excesivamente obsequiosa de la UE hacia Uzbekistán y Turkmenistán; la suave reacción de los países occidentales ante ciertos autócratas favorecidos africanos como Paul Kagame, de Ruanda, y Meles Zenawi, de Etiopía; y la cobardía casi universal para hacer frente a la represión cada vez más profunda de las libertades fundamentales en China. El apoyo más efectivo a los derechos humanos en China en 2010 provino de la adjudicación del comité noruego del Premio Nobel de la Paz al disidente chino en prisión Liu Xiaobo.

Con todo, la presión no ha desaparecido, señaló Human Rights Watch. Sin embargo, se ha utilizado principalmente sólo en los casos de gobiernos cuyo comportamiento es tan vergonzoso que eclipsa por completo otros posibles intereses en juego, como es el caso de Corea del Norte, Irán y Zimbabue.

El uso del diálogo y la cooperación en lugar de la presión ha cobrado mucha popularidad en las Naciones Unidas, y son utilizados tanto por el secretario general, Ban Ki-moon, como por muchos miembros del Consejo de Derechos Humanos, señaló Human Rights Watch. Además, las principales democracias de los países del cono sur del mundo, como Sudáfrica, India y Brasil, han promovido tímidas gestiones como respuesta preferida a la represión. Ejemplos recientes incluyen la tibia respuesta de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) a la represión birmana, la actitud deferente de Naciones Unidas hacia las atrocidades cometidas durante la guerra de Sri Lanka y la política flexible de India hacia Birmania y Sri Lanka, dijo Human Rights Watch.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, intensificó su atención a las cuestiones de derechos humanos en su segundo año de mandato, pero sus elocuentes declaraciones no siempre han venido acompañadas de acciones concretas. Tampoco ha insistido en que los diversos organismos del Gobierno de Estados Unidos transmitan mensajes sobre derechos humanos firmes y de manera consistente, con el resultado de que el Departamento de Defensa y varias embajadas del país–en Egipto, Indonesia y Bahréin, por ejemplo— a menudo emiten mensajes divergentes.

Los diálogos de cualquier clase, ya sean públicos o privados, tienen mayor impacto cuando van ligados a criterios concretos, señaló Human Rights Watch. Los criterios ofrecen una dirección clara para el diálogo y exigen a los participantes resultados precisos. Sin ellos, los gobiernos represivos manipulan estos diálogos, considerando su mero inicio o reanudación como un signo de “progreso”. Por ejemplo, un informe de la UE de 2008 sobre su estrategia para Asia Central llegó a la conclusión de que la implementación avanzaba adecuadamente, pero no aportó nada más allá de “una intensificación del diálogo político” como una medida de “progreso”.

“Este es un momento especialmente inoportuno para que los defensores de los derechos humanos pierdan su voz pública”, dijo Roth. “Los gobiernos abusivos y sus aliados, en su intento por evitar el cumplimiento riguroso de los derechos humanos, no han tenido reparos en alzar la suya”.

Por ejemplo, Sri Lanka presionó con firmeza a la ONU para tratar de sofocar uno de sus paneles de asesoramiento sobre la rendición de cuentas por crímenes de guerra cometidos durante el conflicto armado con los Tigres Tamiles. China orquestó un importante esfuerzo para disuadir a los gobiernos de asistir a la ceremonia de entrega del Premio Nobel para Liu Xiaobo. Además, China hizo un esfuerzo similar para bloquear una propuesta que buscaba crear una comisión de investigación de la ONU sobre los crímenes de guerra cometidos en Birmania, la cual contaba con el firme apoyo de Estados Unidos y varios miembros de la UE.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha mostrado una disposición especialmente tímida, y muchos países se han negado a votar por las resoluciones dirigidas a una nación determinada. En un ejemplo extremo, en lugar de condenar a Sri Lanka por los abusos brutales cometidos contra civiles en los últimos meses del conflicto con los Tigres Tamiles, el Consejo felicitó a Sri Lanka, dijo Human Rights Watch.

Si bien los acuerdos de asociación y cooperación de la UE con otros países están rutinariamente condicionados al respeto básico de los derechos humanos, la UE ha cerrado un pacto comercial significativo y perseguido una sociedad de pleno derecho y cooperación con Turkmenistán, un gobierno severamente represivo, sin imponer ninguna clase de condiciones para mejorar la situación de los derechos humanos ni poner en marcha ningún tipo de mecanismo para garantizar mejoras por adelantado, aseguró Human Rights Watch. Además, la UE abrió el debate para la adhesión de Serbia a pesar de que este país no ha detenido ni entregado a la justicia a Ratko Mladic, el líder militar de los serbios de Bosnia durante la guerra y presunto criminal de guerra, un requisito clave para el comienzo de las negociaciones. Asimismo, la UE levantó las sanciones impuestas a Uzbekistán después de que fuerzas de seguridad masacraron a cientos de personas en 2005 en la ciudad de Andiján, a pesar de que el Gobierno uzbeko no tomó ninguna medida para cumplir con ninguno de los criterios exigidos por la UE para levantar esta clase de sanciones.

De la misma manera, en su primer año de mandato, el gobierno de Obama simplemente ignoró las condiciones de derechos humanos para la transferencia de ayuda militar a México, en virtud de la Iniciativa Mérida, a pesar de que México no cumplió los requisitos sobre el enjuiciamiento de oficiales militares abusivos en los tribunales civiles. Sólo en su segundo año, el Gobierno retuvo parte de la ayuda.

“El diálogo y la cooperación son importantes, pero el gobierno abusivo debe ser el responsable de demostrar una verdadera voluntad de mejorar”, dijo Roth. “En ausencia de una voluntad política demostrada por los gobiernos abusivos para el cambio, los gobiernos de buena voluntad necesitan ejercer presión para poner fin a la represión”.

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