Skip to main content

82 países respaldan fuerte prohibición de las municiones de racimo

Negociaciones finales programadas para Dublín en mayo de 2008

Ochenta y dos naciones respaldaron un proyecto de tratado sobre las municiones de racimo, acercando al mundo a una prohibición de las armas que causan horribles bajas civiles, Human Rights Watch declaró hoy al término de una semana de conversaciones diplomáticas en Wellington, Nueva Zelandia. El empuje hacia una prohibición total de estas armas, que dañan a civiles durante y después de los conflictos, se logró a pesar de los esfuerzos contrarios por parte un puñado de estados con arsenales de estas armas.

Más de 100 estados asistieron a la Conferencia de Wellington sobre Municiones de Racimo del 18 al 22 de febrero de 2008 para discutir un proyecto de tratado que prohíbe el uso, producción, almacenamiento y comercio de las municiones de racimo. Ochenta y dos naciones respaldaron la Declaración de Wellington, que compromete a los estados a participar en las negociaciones oficiales en Dublín, Irlanda, del 19 al 30 de mayo, y para llevar a cabo las negociaciones basadas en el texto elaborado en Wellington. Se espera que otros respalden la Declaración antes de la reunión de Dublín.

"Fue alentador ver a tantos gobiernos decididos a crear un tratado de las municiones de racimo que hará una verdadera diferencia en salvar las vidas y las extremidades de personas civiles", dijo Steve Goose, director de la División de Armas de Human Rights Watch. "Todas las propuestas para debilitar el proyecto de tratado - en particular las de Dinamarca, Francia, Alemania, Japón, y el Reino Unido - fueron rechazadas."

Sin embargo, se espera que las propuestas sean reconsideradas en las negociaciones de Dublín y Human Rights Watch instó a los participantes a adherirse al texto de Wellington y a garantizar la creación de un tratado eficaz.

Las municiones de racimo son armas que liberan docenas o cientos de submuniciones más pequeñas. Lanzadas vía aérea o terrestre, provocan dos grandes problemas humanitarios. En primer lugar, su amplia área de efecto prácticamente garantiza bajas civiles cuando se utilizan en zonas pobladas. En segundo lugar, muchas de las submuniciones no explotan al momento del impacto, tal como fueron diseñadas, sino que permanecen como minas terrestres, causando bajas entre la población civil durante los meses o años venideros.

Hace un año en Oslo, Noruega, 46 estados acordaron celebrar un tratado, antes de finalizar 2008, para prohibir las municiones de racimo "que causan un daño inaceptable a los civiles". El tratado fue elaborado y discutido en posteriores reuniones internacionales en Perú y Austria, así como en reuniones regionales en Camboya, Costa Rica, Serbia y Bélgica.

"El proyecto de tratado de Wellington, es una excelente base para las negociaciones", afirmó Goose. "El acuerdo para enviarlo a Dublín para una negociación final sin debilitarlo es una victoria para quienes buscan poner fin a los daños civiles causados por las municiones de racimo."

Además de la prohibición, el tratado incluye también disposiciones que exigen la limpieza de las zonas contaminadas y asistencia a las víctimas.

Estados afectados por las estas armas, particularmente Camboya, Laos, y el Líbano, se proclamaron firmemente a favor del texto de Wellington, al igual que otras naciones en el mundo en desarrollo, en particular Indonesia.

Alrededor de 140 representantes de organizaciones no gubernamentales de 34 países participaron, y supervivientes de municiones de racimo ofrecieron testimonios particularmente convincentes.

Los intentos para debilitar el tratado se concentraron en tres cuestiones principales: esfuerzos para eximir a ciertos tipos de municiones de racimo o tecnologías de la prohibición total; la búsqueda de un "período de transición" en el que las armas prohibidas aún puedan utilizarse; y eliminar o debilitar la disposición que prohíbe a los estados "ayudar" con el uso de municiones de racimo por parte de fuerzas armadas que no forman parte del tratado (las llamadas preocupaciones de "interoperabilidad"). Algunos estados también insistieron en suprimir una disposición que pide a las naciones que utilizan estas armas que ayuden con la remoción de municiones de racimo en conflictos que tuvieron lugar antes de la fecha del tratado.

Las propuestas más objetables para excepciones fueron presentadas por Francia, Alemania, Japón y Suiza; para un período de transición por parte de Alemania y Japón (con el notable apoyo del Reino Unido), y de interoperabilidad por Canadá, Alemania y Japón (con notable apoyo de Australia). Otros estados vocales en su apoyo a disposiciones que buscan debilitar el tratado incluyeron la República Checa, Dinamarca, Finlandia, Italia, los Países Bajos, Eslovaquia, España, y Suecia.

A pesar de que ninguna de estas propuestas se incluyó en el proyecto final del texto del tratado, todos estos estados decidieron respaldar la Declaración de Wellington y participar plenamente en las negociaciones de Dublín. Hasta último momento, parecía que muchos se negarían a brindar su respaldo y se retirarían, como algunos, de manera privada, amenazaron con hacerlo. En el lado positivo, hubo un movimiento notable en la dirección correcta en muchos de estos países sobre éstas y otras cuestiones en el transcurso de la semana, dando confianza en que un fuerte tratado surgiría en Dublín.

Aunque muchos de los principales usuarios de las municiones de racimo, como Israel, los Estados Unidos, y Rusia, no asistieron a la conferencia, el 75 por ciento de quienes almacenan municiones de racimo en el mundo estuvieron presentes, y la mayoría de los productores y usuarios antiguos.

El proceso de los tratados se desencadenó, en parte, por el conflicto reciente entre Israel y Hezbolá en el Líbano en 2006. Como se documenta en un informe de Human Rights Watch publicado a principios de esta semana, Israel lanzó una alarmante cifra de 4.6 millones de submuniciones en el sur del Líbano durante los combates. Hasta 1 millón de municiones fallaron en estallar y continúan sobre el terreno como minas terrestres, amenazando las vidas y los medios de subsistencia de los civiles.

Por lo menos 14 países y un pequeño número de grupos armados no estatales han utilizado municiones de racimo en al menos 30 países y zonas. Treinta y cuatro países se sabe que han producido más de 210 diferentes tipos de municiones de racimo lanzadas vía aérea o terrestre. Al menos 13 países han transferido más de 50 tipos de municiones de racimo a por lo menos 60 países.

Your tax deductible gift can help stop human rights violations and save lives around the world.

Región / País

Las más vistas