(Katmandú) – El gobierno de Nepal no está adoptando medidas suficientes para poner fin al matrimonio infantil, y esto ha provocado serios daños a niñas y niños de todo el país, señaló Human Rights Watch en un informe difundido hoy. En julio de 2014, el gobierno de Nepal se comprometió a erradicar el matrimonio infantil para 2020. En 2016, este objetivo ya se había postergado para 2030. Sin embargo, el gobierno todavía no ha realizado las acciones concretas que son necesarias para cumplir esta meta en ninguna de esas fechas.
El informe de 118 páginas, “‘Nuestro momento de cantar y jugar’: matrimonio infantil en Nepal”, documenta las presiones económicas y sociales que propician el matrimonio infantil, y las consecuencias devastadoras de esas uniones. Nepal tiene la tercera tasa más elevada de matrimonio infantil de Asia, y el 37 por ciento de las jovencitas contrae matrimonio antes de los 18 años y el 10 por ciento antes de los 15, aunque la legislación nepalesa fija en 20 años la edad mínima para el matrimonio tanto de mujeres como de hombres. Se estima que el 11 por ciento de los varones se casa antes de los 18. El gobierno de Nepal ha tomado algunas medidas para terminar con esta práctica, pero la implementación de un plan nacional que se anuncia desde hace ya tiempo ha sufrido postergaciones.
“A muchos menores en Nepal —tanto jovencitas como varones— les ha sido arrebatado su futuro a través del matrimonio infantil”, comentó Heather Barr, investigadora sénior de derechos de la mujer de Human Rights Watch. “El gobierno de Nepal promete reformas, pero en las localidades y aldeas de todo el país nada ha cambiado”.
Se espera que las jovencitas casadas queden embarazadas rápidamente, lo cual de hecho sucede en la práctica, y esto redunda en graves consecuencias para la salud, debido a embarazos a temprana edad y al poco tiempo transcurrido entre un embarazo y el siguiente. La mortalidad infantil es más frecuente en casos de embarazos a temprana edad. Mucha de las jovencitas entrevistadas indicaron que sufrían violencia y abuso sexual.
“Me casé en un matrimonio arreglado, en el cual yo no pude decidir nada; ni tampoco pude opinar sobre si deseaba quedar embarazada”, indicó Nutan C., de 21 años, que contrajo matrimonio a los 16 y tenía una niña de 4 años y un bebé de 18 meses, y estaba embarazada de seis meses cuando dialogó con Human Rights Watch.
En 2014, durante el evento “Cumbre de Mujeres Jóvenes” (Girl Summit), celebrado en Londres, Reino Unido, la ministra de la Mujer, la Niñez y el Bienestar Social de Nepal se comprometió a trabajar para poner fin al matrimonio infantil en 2020. Para cuando el gobierno de Nepal organizó su propia “Cumbre de Mujeres Jóvenes” en Katmandú, en marzo de 2016, esta meta ya se había corrido para 2030, fecha que coincide con el vencimiento del plazo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
El gobierno ha trabajado con la ONU, organizaciones no gubernamentales y otros socios en el desarrollo de una Estrategia Nacional para Erradicar el Matrimonio Infantil que, según señaló, servirá de base a un Plan de Acción Nacional detallado, y se han previsto fondos para su implementación en el presupuesto. No obstante, los avances en el desarrollo del plan han sido lentos, y la estrategia no está suficientemente especificada como para constituir una hoja de ruta para erradicar el matrimonio infantil a fines de 2030.
En los poblados, son muy pocas las evidencias de acciones gubernamentales para acabar con el matrimonio infantil o mitigar los perjuicios que sufren los niños que entran al matrimonio. Los pocos programas públicos de concienciación que existían, en muchos casos eran producto del trabajo de organizaciones no gubernamentales. La asistencia a la escuela es en general baja, sobre todo entre las niñas, y no es exigida por el gobierno. Muchas adolescentes no obtienen la información sobre salud sexual y reproductiva que deberían transmitirles las escuelas. Y aunque los centros de salud públicos brindan servicios de planificación familiar gratuitos, muchas personas jóvenes —casadas y solteras— no saben que estos existen, o tienen dificultades para acceder a esta ayuda debido a motivos de lejanía, estigmatización o presiones familiares.
“Entrevistamos a una cantidad estremecedora de jovencitas adolescentes que estaban en duelo porque sus niños habían muerto”, apuntó Barr. “Estas historias son intolerables, y suelen ser evitables. Para terminar con el trabajo infantil en Nepal serán necesarias reformas en la legislación del país, la inscripción de nacimientos y matrimonios, las escuelas y el sistema de salud. El gobierno ha prometido cambios, y esos cambios deben comenzar ahora”.
Testimonios
“Éramos muy pobres. No siempre podíamos hacer dos comidas al día. En la edad en la cual debería haber ido a la escuela, tuve que trabajar. Me reúno con mi esposo solamente una vez al año, durante los festejos de Diwali. A menudo me golpea, y creo que tiene una amante. Se queda una o dos semanas, y luego se va. Mientras está en casa, discutimos todo el tiempo. Quisiera dejarlo, pero no puedo hacerlo por mi hijo. Si hubiera sido una niña, habría dejado que me la llevara, pero un hijo es un hijo”.
– Ramita T., quien huyó de su casa a los 12 años con un joven de 15 para evitar los abusos en su hogar, debido a que su madre se había vuelto a casar con un hombre que la golpeaba.
“No quería casarme; lloré muchísimo cuando mi padre dijo que iba a casarme. Pero no teníamos educación. Mi padre tenía muchas cabras, y esas cabras eran nuestra única educación”.
– Rama B., casada a los 16 años.
“Mi suegra hizo circular rumores sobre mí. Quería alguien que trabajara en la casa. Yo rechazaba las insinuaciones de mi esposo, y entonces ella pensó que si difundía rumores me vería obligada a casarme con él. No me habría casado con él en absoluto si no se hubieran hecho correr los rumores”.
– Rajita T., quien se casó a los 12 o 13 años, cuando su esposo tenía cerca de 18.
“Yo era una buena alumna, y no faltaba nunca a clase. Pero no pude seguir estudiando porque mi madre estaba enferma y mis hermanas se habían casado. Tenía la responsabilidad de hacerme cargo de la casa. Me entristezco cuando veo a niños que van a la escuela. Ojalá pudiera ir yo también”.
– Sovita P., 17 años, quien dejó la escuela cuando estaba en nivel 5, huyó del hogar para casarse a los 15 y tenía 8 meses de embarazo al momento de la entrevista.
“Mis padres temían que me escapara, quedara embarazada o tuvieran que dar una dote demasiado importante. Entonces me casaron muy temprano. Quiero recuperar mi dote, pero cada vez que voy, me dan una golpiza”.
– Priti Devi S., casada a los 15 años, y echada del hogar con su bebé por sus suegros, que sostenían que la dote pagada por su familia —un buey, una bicicleta y utensilios domésticos— era insuficiente.
“En mi cultura, existe una norma que dice que si una joven se casa antes de la primera menstruación, irá al cielo. Cuando las jovencitas se casan, tienen que quedarse en casa y no pueden estudiar. Lo mismo los varones, que al casarse tienen que trabajar. Lo mejor para ambos sería estudiar y crecer. Si se casan prematuramente, el resto de su vida se arruina”.
– Pramila P., quien tuvo un matrimonio arreglado cuando tenía 14 años.
“Si hubiera sabido que perdería a mis hijos, no los habría tenido. Si mi esposo quiere un hijo y me presiona para tener muchos niños, le pediré que se case con otra mujer para tener más hijos”.
– Mahek K., de 19 años, y madre de una niña de un mes de vida y dos niños que murieron poco después de nacer.
“No tenía idea de lo que sucede entre un hombre y una mujer. No me gustó [tener relaciones sexuales] cuando ocurrió”.
– Sapana K., quien contrajo matrimonio a los 10 u 11 años y fue a vivir con su esposo un año después.
“He sido policía durante 18 años. Una sola vez vi que la policía interviniera en un caso de matrimonio infantil”.
– Jefa de la unidad de mujeres de una dependencia policial en Terai.