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La extorsión a cambio del pasaporte

Boletín informativo, 12 de noviembre de 2024

¿Cuándo renovó su pasaporte por última vez?

Probablemente no fue nada del otro mundo. Tal vez se quejó de que tardaba demasiado o de que costaba mucho, pero nada más. Puede que ni siquiera se acuerde.

Es uno de esos tediosos trámites burocráticos que hay que hacer cada cinco o diez años. Incluso si vive en el extranjero, probablemente no sea complicado. Basta con ir a la embajada o consulado más cercano con los formularios cumplimentados. O incluso puede hacer todo el proceso por Internet y que le envíen su nuevo y reluciente pasaporte por correo.

Pero algunos regímenes autoritarios han convertido este papeleo rutinario en un método de control de los ciudadanos que viven en el extranjero. No puedes presentarte en la embajada. Olvídate de hacerlo por Internet. No, tienes que volver a "casa".

Una vez allí, las autoridades pueden hacer lo que quieran contigo. Eso ya lo sabes, y sabes lo que le hacen a la gente que dice cosas que no les gustan. Así que te callas, incluso cuando estás en el extranjero, porque necesitas ese documento.

En el país donde vives, el gobierno te lo exige para todo tipo de cosas, como el visado y el permiso de residencia. Necesitas un estatus legal en tu país de acogida, y esos documentos son esenciales para todo, como poder trabajar, estudiar y participar en programas sociales. Sin un documento de identidad, es muy difícil reclamar tus derechos.

Turkmenistán es un ejemplo de régimen autoritario que practica este tipo de represión transnacional: la extorsión a cambio del pasaporte. (Bielorrusia es otro.) Las autoridades de Turkmenistán obligan a los ciudadanos que viven en el extranjero a volver a Turkmenistán para renovar su pasaporte.

El regreso entraña enormes riesgos para ellos. Turkmenistán es uno de los países más represivos del mundo. Las autoridades a veces hacen desaparecer a disidentes y, durante años, sus familias ni siquiera saben si están vivos. La tortura es habitual.

En resumen, los turcomanos que viven en el extranjero tienen una terrible elección: vivir indocumentados en su país de acogida, arriesgándose a sufrir todo tipo de penalidades y a ser deportados allí, o regresar a Turkmenistán para obtener un pasaporte y arriesgarse a que se les prohíba viajar al extranjero o, peor aún, a que desaparezcan o sean torturados.

La mejor solución a todo esto sería que Turkmenistán simplemente expidiera pasaportes en el extranjero, como hacen muchos otros países. Pero hasta que eso ocurra, los países que acogen a emigrantes turcomanos -como Türkiye- deben darse cuenta de que esto es un problema y actuar en consecuencia.

Con o sin pasaporte caducado, ningún país debe obligar a nadie a regresar a Turkmenistán si allí corre el riesgo de sufrir persecución o tortura. Y ningún migrante turcomano que viva fuera debe sufrir sólo porque las autoridades turcomanas se nieguen a renovar su pasaporte en el extranjero.

 

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