Skip to main content
Familias que escapaban de Ardamata, en Darfur Occidental, cruzan a Adre, Chad, tras una oleada de violencia étnica, 7 de noviembre de 2023. Los sobrevivientes relataron ejecuciones y saqueos en Ardamata, que según ellos fueron llevados a cabo por RSF y milicias árabes aliadas. © 2023 REUTERS/El Tayeb Siddig

Diez coma siete millones de personas es mucha gente.

Es más que toda la población del estado norteamericano de Nueva Jersey o de la provincia canadiense de Quebec. Es mayor que el número de habitantes de Austria, Portugal o Suecia.

Puede apostar a que si 10,7 millones de personas se hubieran visto obligadas a abandonar sus hogares en Norteamérica o Europa Occidental, los medios de comunicación y los gobiernos de ambos lados del Atlántico estarían hablando prácticamente solo de eso. El desplazamiento de diez millones de personas tras la atroz invasión y ocupación de Ucrania por parte de Rusia sin duda atrajo su atención, y con razón.

Pero, ¿qué hay de los 10,7 millones de personas desarraigadas de sus hogares en Sudán desde que comenzó la crisis en abril? Nada. Casi ninguna atención mediática. Y muy poca acción por parte de los gobiernos en la ONU.

Ahora bien, están pasando muchas cosas en el mundo y hay mucha competencia por la atención de los editores y ministros de Asuntos Exteriores. Pero eso no es excusa.

Las atrocidades masivas que están ocurriendo en Sudán se encuentran entre las peores del mundo en estos momentos. En la región de Darfur, la espiral descendente incluye matanzas étnicas y otras atrocidades.

Un nuevo informe de la ONU describe oleadas de ataques devastadores por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y sus milicias aliadas en la capital de Darfur Occidental, El Geneina. Las RSF mataron a entre 10.000 y 15.000 personas en la ciudad y sus alrededores el año pasado.

Ese informe también confirma que la RSF y sus aliados han estado atacando a civiles de etnia massalit en ataques que "pueden constituir crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad." HRW también ha documentado asesinatos selectivos por motivos étnicos, violencia sexual y tortura generalizados contra civiles de etnia massalit.

La gente huye para salvar la vida: 10,7 millones de ellos, entre los que se incluyen nueve millones de desplazados internos, la cifra más alta del mundo, muchos en campos donde "el hambre y las enfermedades se han convertido en características sombrías de la vida cotidiana."

La escasez de respuestas mundiales a las atrocidades de Darfur -y al conflicto de Sudán en general- es absurdamente desproporcionada en relación con la inmensidad de los horrores. Es un silencio espectacular, una falta de voluntad política escandalosa incluso para los estándares normales de escandalosa indiferencia ante acontecimientos que implican sufrimiento humano masivo en el sur global.

Pero como Gareth Evans, ex ministro de Asuntos Exteriores australiano, solía decir sobre cómo conseguir que los gobiernos abordaran los crímenes atroces masivos en todo el mundo: no nos corresponde a nosotros lamentar la falta de voluntad política; nos corresponde a nosotros ayudar a forjarla.

 

Your tax deductible gift can help stop human rights violations and save lives around the world.

Las más vistas