En las películas, las persecuciones policiales son dramáticas y emocionantes. En la vida real, son inútiles y mortales.
En ningún sitio puede quedar esto más claro que en Texas, con el programa antimigrantes del estado de EE.UU. denominado "Programa Lone Star", que presiona a las fuerzas del orden para que persigan a gran velocidad a los coches que se cree que transporta inmigrantes. Según un nuevo informe, en un tercio de estas persecuciones se superaron los 161 km/h (100 millas por hora), y una de ellas alcanzó los 290 km/h (180 millas por hora).
El fatal resultado de una forma de conducir tan imprudente no es de extrañar. En los primeros 29 meses de la iniciativa estatal, las persecuciones peligrosas han causado al menos 74 muertos y 189 heridos. Además de conductores y pasajeros, también han muerto transeúntes, entre ellos una niña de siete años que iba a tomar un helado con su abuela.
Son tragedias sin sentido y evitables. Pero son tales las exigencias y expectativas creadas por la Programa Lone Star que estas persecuciones siguen produciéndose.
Ya hemos hablado antes en este boletín del Program Lone Star y de que funciona como un sistema en la sombra para el control racial de las fronteras.
El multifacético programa de militarización de la frontera ha costado a los residentes de Texas hasta 10.000 millones de dólares y está plagado de violaciones de los derechos humanos. Ha suscitado la condena internacional por desplegar alambre de púas y boyas con sierras circulares alrededor y dentro del Río Grande, en la frontera con México.
También ha hecho muy visibles a las fuerzas del orden, con camiones y personal uniformado y armado junto a las carreteras y en ciudades y pueblos. Estas son las agencias que participan a diario en persecuciones de vehículos y otras maniobras arriesgadas.
No hay pruebas, por cierto, de que el caos orquestado por el Estado del Programa Estrella Solitaria esté logrando algún progreso mensurable en sus objetivos declarados de "disuadir la migración" y frustrar a los cárteles implicados en el tráfico de drogas y el contrabando de personas. La inutilidad abusiva y fatal de las persecuciones en coche, y de todo lo demás, es total.
Llámenme anticuado, pero creo que los funcionarios de Texas deberían sacar la cabeza de Hollywood. La vida real no es una película de acción. Dejen las persecuciones de coches, amigos. La seguridad pública debe ser lo primero.
