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Hombres en un centro de detención en Trípoli, Libia, 8 de junio de 2017. © 2017 Florian Gaertner/Photothek via Getty Images

Cuando era pequeño y nos descubrían a mi amigo y a mí haciendo alguna travesura peligrosa, le decía a mi madre: "Pero Paul lo hizo primero".

Ella siempre respondía: "Y si Paul saltara primero de un puente, ¿tú también saltarías?".

Ojalá mi madre estuviera todavía por aquí para hablar con el señor Trump.

El aparente plan de su administración de enviar migrantes a Libia es tan poco original como peligroso. El señor Trump no es el primero que salta de este puente.

Durante años, la Unión Europea y los Estados miembros han cooperado con las abusivas fuerzas de la Guardia Costera libia. Les han proporcionado suministros, apoyo técnico y vigilancia aérea. El objetivo es ayudarles a interceptar en el mar a los migrantes que se dirigen a Europa.

Los migrantes y solicitantes de asilo que luego son devueltos a Libia con el apoyo de la UE se enfrentan a terribles condiciones de detención. El hacinamiento, la falta de alimentos y agua, los trabajos forzados, la explotación infantil, las palizas, las violaciones y la tortura están bien documentados.

Como dice sucintamente Hanan Salah, experta de Human Rights Watch, los centros de detención libios son "agujeros infernales".

Que la UE y los Estados miembros sean cómplices del envío de personas a esos agujeros infernales es espantoso.

¿Y ahora, al parecer, Estados Unidos también quiere hacerlo?

Ha habido numerosos informes de los medios de comunicación en ese sentido, citando a funcionarios de la administración Trump. Sin embargo, la situación no está del todo clara.

Diversas autoridades de la fracturada Libia han negado cualquier acuerdo con Estados Unidos.

El miércoles, al ser preguntado por los posibles planes, Trump dijo: "No lo sé".

Ese mismo día, un juez estadounidense dictaminó que el gobierno no puede proceder de inmediato a deportar personas a Libia.

Luego, el viernes, surgieron informes de que los migrantes detenidos en Texas aparentemente habían estado a punto de ser enviados al país norteafricano. El miércoles fueron trasladados en autobús a un aeródromo militar, donde se les dijo que iban a ser deportados a Libia.

Esperaron en la pista durante horas, pero el destino a Libia -si es que era ese- se frustró. En su lugar, fueron devueltos en autobús al centro de detención.

Es difícil decir si lo sucedido representa o no una reconsideración por parte de la administración estadounidense. Después de todo, bajo Trump, las autoridades han estado llevando a cabo deportaciones masivas y abusivas a otros países, como El Salvador y Panamá.

Estaría bien imaginar que la administración ha recapacitado sobre las deportaciones a Libia, que han tomado una decisión consciente de no tirarse por el mismo puente peligroso que la UE. Tal vez, siendo más realistas, el gobierno de EE.UU. simplemente está obedeciendo la orden judicial.

En cualquier caso, al menos por el momento, se trata de una buena noticia.

Ningún gobierno debería ser cómplice del envío de personas a los infiernos de Libia.

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