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El coronel mayor Amadou Abdramane, delante en el centro, con una delegación de oficiales militares, aparecen en la televisión estatal de Níger para anunciar su golpe de estado el 26 de julio de 2023, en Niamey, Níger.  © 2023 ORTN/Tele Sahel/Anadolu Agency via Getty Images

Leer la versión en inglés del Daily Brief de Andrew Stroehlein.

Con el golpe de Estado en Níger hace apenas dos días, nos topamos con una situación familiar en este tipo de contextos internacionales.

Hay condenas por parte de todos los organismos clave: la Unión Africana, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental y las Naciones Unidas. Y también hay actores diplomáticos clave -en este caso, por ejemplo, Francia- que quieren hablar de "un intento de golpe" para evitar que suene como si fuera un hecho confirmado.

Es una especie de danza diplomática que mezcla la indignación con la esperanza. Todos quieren señalar que los golpes son inaceptables y que aún no es demasiado tarde para que los golpistas cambien de opinión. Pero, por supuesto, todo el mundo se da cuenta también de que, con cada hora que pasa, esta esperanza se desvanece.

El miércoles, oficiales del ejército nigerino del autoproclamado Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria (Conseil National pour la sauveguarde de la patrie, CNSP) anunciaron en la televisión nacional el derrocamiento del gobierno del presidente Mohamed Bazoum.

Hablando en nombre de los golpistas, el coronel mayor Amadou Abdramane proclamó que se había disuelto la Constitución, suspendido todas las instituciones y cerrado las fronteras de la nación. Dijo que sus fuerzas habían derrocado a Bazoum debido al deterioro de la situación de seguridad, así como a la "mala gobernanza económica y social."

Muchos salieron entonces a la calle en apoyo de Bazoum, que fue elegido presidente en 2021 en la primera transición democrática de Níger desde que se independizó del dominio colonial francés en 1960. Los soldados que apoyaban el golpe hicieron disparos de advertencia para dispersarlos.

Ayer, varios centenares de personas se concentraron frente a la Asamblea Nacional para mostrar su apoyo a los golpistas, pidiendo la salida de las tropas francesas y la intervención de Rusia.

Se trata del cuarto golpe de Estado en la historia de Níger desde 1960, y el último de una serie de recientes tomas de poder militares en la región del Sahel y África Occidental. Desde 2020, se han producido cuatro golpes militares en los vecinos Malí y Burkina Faso. En 2021, también se produjeron golpes militares en Chad, Guinea y Sudán.

Níger no se puede permitir más disturbios e inseguridad. El país ya sufre ataques de grupos islamistas armados, así como inundaciones y sequías debidas al cambio climático. Níger se encuentra en medio de una compleja crisis humanitaria, con 4,3 millones de personas, aproximadamente el 17% de la población, en necesidad de ayuda humanitaria.

Mientras la comunidad internacional condena el golpe y presiona para que se revoque, la población de Níger tiene que hacer frente a la situación sobre el terreno. Y, como en todas partes, quienquiera que esté al mando sobre el terreno es quien tiene la responsabilidad de proteger a la población de cualquier daño. Eso significa respetar los derechos humanos.

Rabia Djibo Magagi, destacada defensora de los derechos humanos en Níger, dijo a Human Rights Watch lo que espera en estos momentos:

"Los disturbios generados por el golpe no deben crear un vacío en la protección de los derechos y libertades fundamentales. Las nuevas autoridades militares deben garantizar el respeto de los derechos humanos de todos los nigerinos."

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