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Hakeem al-Araibi © 2019
(Nueva York) – El gobierno de Tailandia debería liberar inmediatamente al jugador de fútbol con estatus de refugiado Hakeem al-Araibi y permitirle regresar a Australia junto a su esposa y equipo, dijo hoy Human Rights Watch en el lanzamiento de una campaña por su libertad. Tras las enérgicas declaraciones en su nombre por parte de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) y el Comité Olímpico Internacional, el gobierno de Bahréin ha acelerado el proceso de extradición para devolverlo a Bahréin. Los Estatutos de la FIFA y su Política de Derechos Humanos buscan brindar protección contra los abusos para jugadores profesionales como al-Araibi.

 

Dado que las autoridades tailandesas no han respondido a los numerosos gobiernos y federaciones deportivas que han reclamado la libertad de al-Araibi, Human Rights Watch ha lanzado una campaña digital  #SaveHakeem para alentar a atletas y personas de todo el mundo a escribir directamente al Primer Ministro Prayut Chan-o -cha de Tailandia.

“El futbolista Hakeem al-Araibi es un refugiado reconocido. Sin embargo, Tailandia, al parecer, planea devolverlo por la fuerza a Bahréin, donde podría enfrentar tortura o algo peor”, dijo Minky Worden, directora de iniciativas globales de Human Rights Watch. “Muchos atletas, el gobierno australiano, la FIFA y el Comité Olímpico Internacional han exigido su libertad, y Tailandia debería permitir su regreso inmediato junto a su esposa y compañeros de equipo en Australia”, añadió.

Al-Araibi, un ciudadano de Bahréin que obtuvo el estatus de refugiado en Australia en 2017, dijo a Human Rights Watch que: “Bahréin es un Estado que carece de derechos humanos. Mi vida está en peligro. La FIFA debería protegerme a mí y a todos los jugadores”.

Fue arrestado por primera vez en Bahréin en 2012 y asegura que fue torturado mientras estuvo detenido, presuntamente por las actividades políticas de su hermano. En 2014, fue condenado injustamente por destrozar una estación de policía. En el momento del presunto delito, al-Araibi estaba jugando un partido de fútbol televisado. Fue condenado en ausencia a 10 años de prisión y poco después huyó a Australia.

Human Rights Watch ha documentado ampliamente la tortura y los malos tratos generalizados de activistas y disidentes detenidos por las fuerzas de seguridad de Bahréin desde las protestas antigubernamentales de 2011.

Tailandia está obligada en virtud del principio de no devolución del derecho internacional consuetudinario, que prohíbe la extradición de cualquier persona a un lugar donde corra un riesgo real de persecución, tortura u otros malos tratos, así como una amenaza contra la vida. Además, la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura, de la que Tailandia es parte, prohíbe a los gobiernos devolver o extraditar a cualquier persona a un país en el que existan motivos fundados para creer que correrían peligro de ser torturados.


Los agentes de inmigración tailandeses detuvieron a Al-Araibi el 27 de noviembre de 2018, cuando llegó desde Australia con su esposa al aeropuerto Suvarnabhumi de Bangkok para su luna de miel. Los funcionarios informaron a al-Araibi que estaban actuando en respuesta a una “notificación roja” de Interpol solicitada por Bahréin, y que lo extraditarían a Bahréin. La notificación roja emitida por Bahréin supone una violación de la política de Interpol de prohibir las notificaciones presentadas por los gobiernos contra los refugiados que han huido de la persecución del país que la ha solicitado. Desde entonces, las notificaciones rojas han sido invalidadas.

Al-Araibi es actualmente un jugador de fútbol profesional con el Pascoe Vale Football Club en Melbourne. Sigue siendo abiertamente crítico con el gobierno de Bahréin.

Al-Araibi también ha expresado críticas contra el actual presidente de la Confederación Asiática de Fútbol de Bahréin, el jeque Salman Al-Khalifa, quien es además vicepresidente de la FIFA y miembro de la familia gobernante de Bahréin. Al-Araibi ha denunciado que el jeque Salman no detuvo la persecución y la tortura de los atletas bahreiníes que se unieron a las protestas del país en 2011.

“El alto cargo de Sheikh Salman tanto en la FIFA como en la familia gobernante de Bahréin hace que esté bien posicionado para detener la extradición”, dijo Worden. “Si le importa su estatus en el fútbol asiático, debería ser él quien presionase a Tailandia para que liberen a Hakeem”.

Al-Araibi, que habló con Human Rights Watch desde un centro de detención en Tailandia el 6 de diciembre, dijo: “Quiero decirle al Presidente [de la FIFA] [Gianni] Infantino que tiene el poder de salvar mi vida, y le pido ayuda”.

La FIFA ha intervenido en el caso de Al-Araibi, pero debería hacer más, señaló Human Rights Watch. El 23 de enero de 2019, la secretaria general de la FIFA, Fatma Samoura, escribió una carta a Prayut pidiendo un “resultado humano” urgente para el caso de al-Araibi.

La FIFA ha realizado recientemente numerosas reformas institucionales para defender los derechos humanos, y debe usar su influencia para prevenir la devolución forzada de al-Araibi a Bahréin.

Esta capacidad de influencia incluye las ambiciones de Tailandia de albergar una futura Copa Mundial: Tailandia e Indonesia han lanzado una candidatura conjunta para ser anfitriones del Mundial de 2034.

“Tailandia ha dicho que está interesada en albergar la Copa Mundial de 2034”, dijo Worden. “Según los nuevos criterios de licitación de la FIFA, todos los países anfitriones deben informar sobre su situación de derechos humanos, y enviar a un jugador de fútbol a un ambiente en el que corre un riesgo real de tortura supondría una mala nota en el expediente de Tailandia”.
 

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