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Angola y Guinea Ecuatorial, dos países con abundantes recursos petroleros, comparten desde hace mucho tiempo la lamentable característica de tener los presidentes que más tiempo han estado en el cargo en toda África: 38 años.

Esta situación cambiará esta semana, cuando el presidente angoleño José Eduardo dos Santos deberá traspasar el poder a João Lourenço, quien anteriormente fue ministro de Defensa de su gobierno. Aún sigue siendo una pregunta abierta si el cambio de liderazgo en Angola conducirá a un gobierno más transparente y con mayor respeto por los derechos.

Mientras tanto, en Guinea Ecuatorial, el presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo acaba de comenzar un nuevo mandato de siete años, y su hijo mayor ha sido designado vicepresidente.

Dos Santos mantuvo un férreo control de la economía de su país, y designó a familiares para que ocuparan cargos en algunos de los ministerios e instituciones estatales más importantes. Su hija Isabel dos Santos —entre muchos otros intereses— dirige la empresa petrolera estatal Sonangol. Su patrimonio tiene un valor estimado en USD 3.200 millones, lo cual convertiría a dos Santos en la mujer más rica de África. Su hijo controla el abultado fondo soberano de inversión del país.

Dos Santos se aseguró la inmunidad y un rol destacado como asesor de la presidencia antes de traspasar el mando, pero dio su apoyo a alguien ajeno a su familia para que dirigiera al partido gobernante y se convirtiera en el nuevo presidente.

De manera similar, el Presidente Obiang —quien asumió la presidencia algunas semanas antes que Dos Santos, en 1979— designó a familiares en puestos claves del gobierno, que han acumulado ingentes fortunas sirviéndose de los recursos del país. A diferencia de Dos Santos, Obiang continúa en el poder y, en apariencia, está preparando a su hijo mayor, conocido como “Teodorín”, para que lo reemplace.

Teodorín ha cobrado notoriedad por su extravagante estilo de vida, que para muchos ciudadanos de Guinea Ecuatorial se ha convertido en un doloroso símbolo de la corrupción que los ha mantenido sumidos en una pobreza acuciante pese a las vastas riquezas del país.

Ha mostrado su afición por inmuebles de alta escala, suntuosos automóviles deportivos y artículos de lujo, que ostenta a menudo en su cuenta de Instagram. Aunque viaja por el mundo en un avión privado y en yates de lujo, quizás su adquisición más famosa sea la compra de artículos de colección de Michael Jackson, entre los que se encontraba el guante ornamentado con piedras que la estrella pop utilizó en su gira “Bad”. Gran parte de sus gastos se realizaron cuando Teodorín ocupaba el cargo de ministro de Agricultura y tenía un ingreso de menos de USD 100.000 por año.

Sus gastos fastuosos y el sórdido contraste con la pobreza de la mayoría de sus compatriotas llamaron la atención de autoridades de aplicación de la ley de Estados Unidos, Francia y Suiza. Pero en lugar de investigar cómo acumuló esta riqueza en el país, el gobierno de su padre declara que sus actividades son lícitas, y la posibilidad de ser juzgado fuera del país parece haber acelerado los plazos para que Teodorín accediera al poder, en parte, por la codiciada inmunidad que esto implica.

El 26 de mayo de 2016, después de años de litigio, un tribunal francés dispuso que Teodorín fuera juzgado en París por presunto lavado de decenas de millones de euros. En una etapa anterior de la causa, Teodorín había sido ascendido al cargo recientemente creado de vicepresidente segundo. El gobierno presentó inmediatamente una demanda ante la Corte Internacional de Justicia, con el argumento de que Francia estaba violando la inmunidad diplomática de Teodorín. Días más tarde, el presidente nombró vicepresidente a su hijo presuntamente con la intención de reforzar su inmunidad, pues la constitución del país no establece el cargo de vicepresidente segundo.

Varios meses antes de que Teodorín fuera nombrado vicepresidente segundo, el Departamento de Justicia de EE. UU.inició acciones en su contra por presuntas maniobras de lavado de dinero por USD 70 millones y las autoridades francesas confiscaron su mansión en París y 11 automóviles de lujo. Los Obiang no pudieron persuadir al tribunal estadounidense de que Teodorín tenía inmunidad, y finalmente llegaron a un acuerdo extrajudicial por USD 30 millones. (El hecho de que no haya habido un sucesor de Teodorín en el cargo de vicepresidente segundo abona la teoría de que la función había sido inventada solamente como estrategia para protegerlo de las acciones judiciales).

La Corte Internacional de Justicia también desestimó la pretensión de inmunidad de Guinea Ecuatorial, al igual que lo hizo el tribunal francés cuando Teodorín fue juzgado en ausencia en el pasado mes de junio. Se prevé que el mes próximo se dictará sentencia en el caso. Si Teodorín es declarado culpable, podría enfrentar una pena de hasta tres años de prisión y perdería bienes confiscados valuados en varios millones de euros.

Aún cuando la sentencia fuera favorable para él, es posible que deba enfrentar otro juicio. El año pasado, Suiza inició una investigación por lavado de dinero enfocada en Teodorín y, en diciembre, confiscó su yate valuado en USD 100 millones.

Como vicepresidente, está a punto de obtener inmunidad inobjetable si reemplaza a su padre. Conforme lo establecen las leyes de Guinea Ecuatorial, Teodorín asumiría la presidencia si su padre renuncia al cargo o no se encuentra en condiciones de ejercerlo.

Tras décadas de que un mismo hombre ocupara la presidencia, la transición a un nuevo presidente, en el momento en que ocurra, será un momento trascendental para Guinea Ecuatorial. El país solamente ha conocido dos jefes de Estado: el presidente en funciones y su tío, que fue depuesto por Obiang en 1979. Tras dos décadas de riqueza generada por los recursos petroleros del país, la élite gobernante se ha enriquecido, pero ha hecho muy poco por proteger y materializar los derechos económicos y sociales de los ciudadanos comunes. La producción de petróleo ya se encuentra en baja y, en la actualidad, el país enfrenta el arduo desafío de diversificar su economía y, al mismo tiempo, invertir en la salud y la educación de sus ciudadanos, dos áreas largamente postergadas.

Es posible que a muchos angoleños los invada un cauteloso optimismo ante la perspectiva de un presidente con un apellido nuevo. Por otro lado, es difícil ser optimistas sobre las posibilidades para Guinea Ecuatorial si los Obiang operan un mecanismo de traspaso del poder que funciona a modo de dinastía.

Sarah Saadoun es investigadora de la división de Empresas y Derechos Humanos de Human Rights Watch. Tutu Alicante es fundador y director ejecutivo de EG Justice, una organización independiente que realiza un seguimiento de las violaciones de derechos humanos y la corrupción en Guinea Ecuatorial.

Corrección: este artículo ha sido modificado desde su publicación inicial para reflejar un cambio en la fecha de la inauguración programada del nuevo presidente de Angola.

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