(Washington, DC) - El presidente de Estados Unidos Barack Obama debería usar el encuentro programado para el 25 de septiembre de 2014 con el presidente Abdulfatah al Sisi de Egipto como una oportunidad para criticar públicamente la persistente represión, por parte de Egipto, de libertades fundamentales, incluidas aquellas indispensables para la democracia, señaló.
Está previsto que Obama se reúna con Al Sisi cuando el Presidente egipcio asista por primera vez a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Al Sisi ya ha solicitado a Obama que amplíe la asistencia —incluidos equipos militares— destinada a combatir el terrorismo en Medio Oriente, pero Obama debería plantear la preocupante situación vinculada con violaciones de derechos humanos en Egipto, incluido el encarcelamiento generalizado de opositores políticos, la aplicación masiva de la pena de muerte y la impunidad por la muerte de más de 1.000 manifestantes a manos de miembros de las fuerzas de seguridad en julio y agosto de 2013, observó Human Rights Watch. Estas alarmantes cuestiones fueron planteadas por Human Rights Watch a través de una carta dirigida al secretario de Estado John Kerry el 31 de marzo.
“El presidente Obama no debería permitir que la primera visita de Al Sisi a la ONU genere la impresión de que supone una vuelta a la normalidad”, indicó Sarah Leah Whitson, directora para Medio Oriente y África Septentrional de Human Rights Watch. “Las autoridades egipcias han conseguido oprimir a voces disidentes aplicando la fuerza letal, y apuestan a que, si apelan al terrorismo como excusa, EE. UU. hará la vista gorda”.
Desde la carta del 31 de marzo, Egipto no ha realizado esfuerzos genuinos por poner fin a las severas restricciones a la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica, mientras que el gobierno de Obama ha confirmado que de todas maneras aprobará el traspaso a Egipto de 10 helicópteros de ataque AH-64 Apache para apoyar las “acciones contra el terrorismo”, una decisión a la cual Human Rights Watch se opone.
Al Sisi, en declaraciones efectuadas el 23 de septiembre a The Wall Street Journal, indicó que apoyará la guerra estadounidense contra los combatientes de Estado Islámico en Irak y Siria, e instó a Obama a extender su campaña.
Las mismas autoridades egipcias han informado que detuvieron a 22.000 personas desde que el presidente democráticamente electo Mohamed Morsi fue destituido con apoyo de las fuerzas armadas, en julio de 2013. Entre estas detenciones indiscriminadas se han visto afectadas numerosas personas que manifestaban pacíficamente su oposición política a la destitución de Morsi y al gobierno de Al Sisi. Y la cantidad real de detenciones probablemente sea superior.
Fuentes internas del gobierno de Al Sisi han indicado a los medios de comunicación que tienen previsto reformar una ley draconiana que reprime las manifestaciones, y que fue sancionada por el anterior gobierno interino del presidente Adli Mansur, con apoyo militar. La ley otorga a las autoridades la potestad de prohibir y dispersar cualquier manifestación pública, pero no se han adoptado medidas significativas en este sentido.
De manera similar, el Ministerio de Solidaridad Social postergó hace poco, sin desistir totalmente, el plazo para que todas las organizaciones no gubernamentales se inscriban en el marco de una ley sumamente restrictiva sancionada en 2002. Asimismo, el gobierno de Al Sisi aún evalúa la posibilidad de adoptar una nueva ley que, en la práctica, situaría a las organizaciones no gubernamentales bajo el control de los servicios de seguridad.
Las medidas represivas de las fuerzas de seguridad han perseguido en particular a opositores políticos asociados con los Hermanos Musulmanes, pero también han alcanzado a activistas seculares. Si bien la justicia dispuso recientemente la liberación bajo fianza del reconocido activista Alaa Abdel Fattah y puso en suspenso la condena aplicada a la defensora de derechos humanos Mahienour al-Masry por violación de la ley sobre protesta, Abdel Fattah y muchos otros aún enfrentan cargos penales vinculados con protestas ilegales.
Miles de otros egipcios, incluidos miembros de los Hermanos Musulmanes y otros partidarios de Morsi, se encuentran detenidos en cárceles, prisiones y dependencias policiales, y han sido objeto de reiteradas medidas de prisión preventiva con poca o ninguna fundamentación. Han trascendido versiones creíbles de que gran cantidad de detenidos estarían incomunicados en dependencias militares, y que decenas han muerto bajo custodia de las autoridades en circunstancias de maltrato o negligencia que ameritan ser investigadas.
“Obama debería aprovechar la oportunidad de transmitir un mensaje claro a Al Sisi, pero también a las organizaciones independientes de Egipto, de que Estados Unidos es un amigo leal de Egipto y los ciudadanos egipcios, y no sólo del hombre fuerte de turno”, indicó Whitson.