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(Nueva York, 16 de julio de 2010) - El presidente Bashar Al-Asad no ha cumplido sus promesas de aumentar las libertades públicas y mejorar el historial de derechos humanos de su gobierno durante una década en el poder, señaló Human RightsWatch en un informe publicado hoy cuando está a punto de cumplirse el aniversario de su ascensión al poder.

El informe de 35 páginas, "A Wasted Decade: Human Rights in Syria during Bashar al-Asad's First Ten Years in Power" (Una década desperdiciada: Los derechos humanos en Siria durante los primeros diez años en el poder de Bashar Al-Asad) examina el historial de derechos humanos de Al-Asad en función de cinco aspectos fundamentales: represión del activismo político y pro derechos humanos; las restricciones de la libertad de expresión; la tortura; el trato a los kurdos; y el legado de desapariciones forzadas en Siria. El veredicto es sombrío.

"Ya sea porque Al-Asad quería ser un reformador pero se lo impidió una vieja guardia arraigada o porque se trata simplemente de otro gobernante árabe que no está dispuesto a escuchar críticas, el resultado para el pueblo sirio es el mismo: ni libertad, ni derechos", señaló Sarah LeahWhitson, directora para Oriente Medio en Human RightsWatch. "El historial de Al-Asad después de 10 años consiste en no haber hecho prácticamente nada para mejorar la situación de los derechos humanos en su país", agregó.

En su discurso inaugural del 17 de julio de 2000, Al-Asad habló de la necesidad de "pensamiento creativo", "transparencia" y "democracia". Sin embargo, el período de tolerancia que siguió a la llegada al poder de Al-Asad no duró mucho, y las prisiones de Siria se volvieron a llenar rápidamente de presos políticos, periodistas y activistas pro derechos humanos. En los ejemplos más recientes, durante las últimas tres semanas, lostribunales penales sirios han dictado diferentes condenas de tres años de cárcel contra dos destacados abogados de derechos humanos, Haytham Al-Maleh, de 78 años, y Muhanad Al-Hasani, de 42 años, por sus críticas contra el historial de derechos humanos de Siria.

Los servicios de seguridad sirios, los temidos mukhabarat, realizan detenciones sin órdenes de arresto y torturan con completa impunidad. Dos años después de que las autoridades penitenciarias y la policía militar emplearan armas de fuego para reprimir un motín que comenzó el 5 de julio de 2008 en la prisión de Sednaya, las autoridades sirias aún no han revelado el paradero de al menos 42 presos, de los cuales se cree que al menos nueve han sido asesinados. La censura es frecuente y se extiende a sitios web populares como Facebook, YouTube y Blogger.

No se han materializado las promesas de Al-Asad de nuevas leyes que ampliarían la participación política y de la sociedad civil. En marzo de 2005, dijo a periodistas que "el próximo período iba a ser una época de libertad para los partidos políticos" en Siria. Sin embargo, Siria sigue siendo un estado monopartidista de facto en el que sólo puede operar libremente el Partido Baath.

"Cualquier esperanza que hubieran podido tener los sirios de una nueva era de apertura política bajo el régimen de Al-Asad se ha visto frustrada", señaló Whitson.

A la minoría kurda, que constituye aproximadamente el 10 por ciento de la población, se le niegan derechos colectivos fundamentales, como el derecho a aprender kurdo en las escuelas o celebrar festividades kurdas, como el Nowruz (año nuevo kurdo). La represión oficial de los kurdos aumentó aún más después de marzo de 2004, cuando los kurdos sirios organizaron manifestaciones a gran escala por todo el norte del país, algunas de las cuales se tornaron violentas, para expresar quejas que llevaban gestándose desde hace tiempo.  A pesar de las reiteradas promesas de Al-Asad, se estima que 300,000 kurdos sin patria siguen esperando que el Gobierno sirio les saque del aprieto otorgándoles la ciudadanía.

En entrevistas y discursos públicos, Al-Asad ha justificado la falta de reformas políticas ya sea argumentado que su prioridad es la reforma económica o alegando que las circunstancias regionales han interferido con su programa de reformas. Sin embargo, un examen del historial de Siria demuestra una política consistente de represión de la disidencia, independientemente de las presiones internacionales o regionales sobre el país.

Siria ha salido del aislamiento impuesto por Occidente desde 2007, y los funcionarios estadounidenses y de los países europeos han establecido relaciones con Damasco y se entrevistan regularmente con Al-Asad.

"El Presidente Al-Asad no tiene excusa para seguir retrasando las reformas necesarias para la situación de los derechos humanos en su país", señaló Whitson. "Ahora que ha salido de su aislamiento internacionalmente impuesto, debe abrir su país", agregó.

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