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Día Mundial del Sida: Acometer las necesidades de personas usuarias de drogas

Asegurar el acceso a prevención y tratamiento del VIH

  

(Nueva York, 27 de noviembre de 2008) - Los gobiernos de todo el mundo deberían adoptar y ampliar los programas de intercambio de agujas y jeringas así como un tratamiento eficaz de la drogadicción como parte de sus esfuerzos por dar respuesta al VIH entre personas usuarias de drogas, declaró hoy Human Rights Watch al aproximarse el Día Mundial del Sida, que se conmemora el 1 de diciembre.

"Las epidemias del VIH en el mundo están siendo impulsadas por la falta de acceso a programas de intercambio de agujas y al tratamiento de mantenimiento con metadona, cuya eficacia para reducir el uso de drogas está demostrada", dijo Joe Amon, director del Programa de VIH/Sida y Derechos Humanos de Human Rights Watch. "Por décadas hemos sabido que estos enfoques funcionan, pero muchos gobiernos y donantes internacionales les brindan muy poco apoyo o se rehúsan a probarlos".

Fuera del África subsahariana, hasta el 30 por ciento de todas las nuevas infecciones por VIH ocurre en personas que se inyectan drogas, y dentro de esta región va en aumento el uso de drogas intravenosas. Agencias internacionales dedicadas a la salud y al control de drogas - incluyendo la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud - respaldan los servicios integrales para reducción de daños, entre ellos el intercambio de agujas y jeringas y la terapia asistida con medicamentos (por ejemplo, la metadona) tanto dentro como fuera de las prisiones, por ser esenciales para enfrentar el VIH entre personas usuarias de drogas.

A pesar del amplio apoyo y la sustancial evidencia de que funcionan, estos enfoques continúan fuera del alcance de la mayoría de quienes los necesitan.

Aproximadamente el 80 por ciento de personas usuarias de drogas intravenosas vive en países en desarrollo o en transición, donde muchas de ellas no tienen acceso a servicios de prevención del VIH. El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha condenado la falta de dichos servicios para esta población, observando que "[l]as estimaciones de 94 países de ingresos bajos y medianos muestran que la proporción de drogadictos por vía intravenosa que recibieron algún tipo de servicios de prevención fue del 8 por ciento en 2005, lo cual indica que ese grupo de población de [sic] mayor riesgo está prácticamente desatendido". En comparación, muchos países que ofrecen medidas de reducción de daños a una escala suficientemente grande han controlado con éxito las epidemias del VIH.

Human Rights Watch señaló que la situación en prisiones y centros de detención es particularmente calamitosa, con un escaso acceso a tratamiento de la drogadicción o a servicios de prevención del VIH, además de que son comunes las conductas de riesgo y el uso de drogas. La prevalencia del VIH suele ser mucho más elevada en las prisiones, debido en gran medida a las altas tasas de encarcelamiento de personas que utilizan drogas y a la falta de acceso a los servicios necesarios. Muchos reclusos que dependen de los opiáceos son obligados a pasar por una abstinencia abrupta y sufren innecesariamente un dolor mental y físico agudo.

Human Rights Watch también expresó preocupación por abusos contra los derechos humanos derivados de la detención para "rehabilitación" o tratamiento de quienes usan drogas. En algunos casos, estas personas pueden permanecer detenidas durante meses o años sin el debido proceso. Los servicios médicos básicos suelen no estar disponibles y el "tratamiento" a menudo consiste en trabajo forzado sin remuneración y, en ciertos casos, abuso físico y psicológico.

"En el Día Mundial del Sida, muchas personas examinarán cuánto hemos avanzado en lo relativo a proporcionar tratamiento y prevención del VIH, lo cual es importante", dijo Amon. "Pero además debemos analizar cómo hemos fallado en responsabilizar a los gobiernos por rehusarse a adoptar estrategias eficaces y por negar a personas privadas de libertad y usuarias de drogas el acceso a herramientas para prevenir el VIH y el tratamiento de la drogadicción que les salvarían la vida".

Estadísticas seleccionadas sobre el uso de drogas y el VIH

El Grupo de Referencia de las Naciones Unidas sobre la Prevención y la Atención Sanitaria del VIH/Sida entre Personas Usuarias de Drogas Inyectables asevera que la prevalencia del VIH entre quienes se inyectan drogas supera el 40 por ciento en nueve países y oscila entre el 20 y 40 por ciento en otros cinco. Las cifras más elevadas corresponden a China, Estados Unidos y Rusia, donde se estima que las tasas nacionales de prevalencia del VIH ascienden al 19, 22 y 74 por ciento, respectivamente.

  • En Rusia, más del 64 por ciento de las personas con VIH adquirió la infección por medio del uso de drogas intravenosas y ésta continúa siendo la principal vía de contracción del virus. La metadona y la buprenorfina están prohibidas por ley y el gobierno ha impedido el acceso a agujas estériles.
  • En Ucrania, casi el 70 por ciento de personas con VIH usa drogas inyectables y el 50 por ciento de las nuevas infecciones en 2007 se relacionó con el uso de estas drogas. Los programas de reducción de daños se han ampliado en años recientes, pero la cobertura sigue siendo inadecuada y los abusos contra los derechos, como seleccionar para arresto a usuarios de drogas intravenosas que visitan los centros de reducción de daños, alejan a muchas personas.
  • En China, casi la mitad de todas las nuevas infecciones por VIH en 2007 se asoció al uso de drogas inyectables y la prevalencia del virus entre personas usuarias de drogas es alta. Los estudios han calculado que las tasas en las provincias de Guangxi, Yunnan, Xinjiang, Sichuan, Guangdong y Ningxia oscilan entre 10 y 80 por ciento y que, a nivel nacional, entre el 8 y 19 por ciento de quienes usan drogas tiene la infección por VIH.
  • En Vietnam, donde la cantidad de personas con VIH se ha incrementado más del doble desde el año 2000, la epidemia está siendo impulsada por el uso de drogas inyectables y se estima que hasta el 65 por ciento de usuarios tiene la infección. La distribución de condones, agujas y jeringas puede considerarse como prueba de conducta criminal, lo que lleva a la clandestinidad a los programas de reducción de daños e impide que quienes usan drogas tengan acceso a ellos.
  • En Mauricio, las personas usuarias de drogas inyectables conforman el 86 por ciento de la población con VIH y representan la mayoría de las nuevas infecciones.
  • El uso de drogas intravenosas también ha sido bien establecido en varios países al sur del Sahara con alta prevalencia del VIH, incluyendo Tanzania, donde, a pesar de una reciente reducción en la prevalencia general del virus, la prevalencia entre usuarios de drogas inyectables rebasa el 40 por ciento, y Kenia, donde más del 60 por ciento de estas personas tiene la infección por VIH.

En el Reino Unido y Australia, sólidas respuestas nacionales al inicio de la epidemia frenaron epidemias del VIH potencialmente serias entre personas usuarias de drogas inyectables y las tasas de VIH en esta población son bajas. En países de Europa Occidental que tardaron más en adoptar enfoques de reducción de daños, como Francia, Italia y España, epidemias severas del VIH han podido finalmente estabilizarse a través de medidas de reducción de daños. La vigorosa respuesta nacional de Polonia, que incluye intercambio de jeringas y otras intervenciones específicas dirigidas a usuarios de drogas intravenosas, también ha sido reconocida por contener la epidemia entre estas personas y evitar una epidemia más expandida entre poblaciones que no se inyectan drogas.

Antecedentes sobre la reducción de daños en prisiones

Sólo 33 países proporcionan terapia asistida con medicamentos (por ejemplo, metadona o buprenorfina) a personas privadas de libertad, pero a menudo la restringen a quienes han estado recibiendo dicho tratamiento previo a su encarcelación. Apenas ocho países ofrecen intercambio de agujas y jeringas en prisiones, pese a las numerosas recomendaciones de las Naciones Unidas y a las claras evidencias de que tales programas pueden funcionar de manera segura y eficaz en entornos carcelarios.

  • En Estados Unidos, por lo menos el 20 por ciento de las personas con VIH tienen antecedentes de encarcelamiento. Una de cada cinco personas en prisión se encuentra allí por delitos relacionados con drogas y muchas otras debido a crímenes cometidos para costear su drogadicción. Sin embargo, numerosas personas privadas de libertad carecen de acceso a servicios integrales para reducción de daños. La metadona no está disponible a la mayoría y en muchas prisiones los fuertes castigos infligidos a personas usuarias de drogas niegan el tratamiento a quienes más pueden necesitarlo.
  • En Ucrania, que tiene la epidemia de VIH más severa en Europa, se estima que el 13 por ciento de las personas encarceladas tiene la infección. Desde 2006, Ucrania ha adoptado medidas importantes para incrementar el acceso a metadona y buprenorfina en la comunidad, pero ninguna de ellas está disponible en las prisiones.
  • En Suecia, por lo menos la mitad de todas las personas que ingresan a la cárcel utilizan drogas inyectables con regularidad y al uso de éstas se le atribuye casi un tercio de todas las nuevas infecciones por VIH. Aunque la terapia asistida con medicamentos no está prohibida oficialmente, las políticas penitenciarias incluyen detener el uso de metadona al momento de la encarcelación en los casos de personas que han participado con éxito en programas de tratamiento.
  • En Vietnam, casi el 30 por ciento de la población encarcelada tiene la infección por VIH y en algunos centros la cifra asciende al 40 por ciento.

Antecedentes sobre la detención de personas usuarias de drogas para ‘tratamiento'

 

  • Desde 2003, millares de personas en Tailandia han sido coaccionadas a ingresar en centros para "tratamiento de la drogadicción" dirigidos por las fuerzas de seguridad, sin una evaluación clínica que determine que de hecho dependen de drogas. Muchas han sido retenidas por largos periodos; la "rehabilitación" suele ser proporcionada por personal de seguridad y el adiestramiento militar es el bastión del "tratamiento" brindado. Esta política de coerción ha tenido consecuencias a largo plazo para la salud y los derechos humanos de las personas usuarias de drogas ya que, por temor al arresto o la acción policial, muchas continúan evitando el tratamiento de la drogadicción o cualesquiera servicios de salud patrocinados por el gobierno.
  • En China, hasta 350,000 personas están internadas en centros obligatorios para desintoxicación de drogas y "reeducación por medio de trabajo", donde pueden permanecer detenidas hasta por seis años sin un juicio o el debido proceso, bajo la sospecha de que usan drogas. Se les obliga a trabajar sin pago en la producción de artículos para el mercado, incluyendo bagatelas destinadas al comercio turístico. En estos centros, el "tratamiento de la drogadicción" consiste de poco más que la mecánica repetición de consignas (tales como "es malo usar drogas; yo soy malo") y adiestramientos al estilo militar.
  • En la India, las personas usuarias de drogas son físicamente aisladas y encadenadas, se les niegan alimentos y están obligadas a trabajar como "tratamiento". También son enjauladas y golpeadas; en algunos casos se les administran medicamentos que han sido descontinuados fuera de la India debido a sus efectos secundarios adversos.
  • En algunos centros de Rusia, a las personas usuarias de drogas se les ha sometido a "terapia de flagelo", sujetas con esposas a las camas durante la desintoxicación y negándoles medicamentos para aliviar los dolorosos síntomas de abstinencia. A quienes ingresan voluntariamente al tratamiento se les confina en pabellones bajo llave, en algunos casos con fatales consecuencias. En 2006, 46 mujeres jóvenes murieron en un incendio en un hospital para abuso de drogas en Moscú, donde el personal abandonó a las residentes a su suerte para que se enfrentaran a ventanas y puertas cerradas con llave.

(Nueva York, 27 de noviembre de 2008) - Los gobiernos de todo el mundo deberían adoptar y ampliar los programas de intercambio de agujas y jeringas así como un tratamiento eficaz de la drogadicción como parte de sus esfuerzos por dar respuesta al VIH entre personas usuarias de drogas, declaró hoy Human Rights Watch al aproximarse el Día Mundial del Sida, que se conmemora el 1 de diciembre.

"Las epidemias del VIH en el mundo están siendo impulsadas por la falta de acceso a programas de intercambio de agujas y al tratamiento de mantenimiento con metadona, cuya eficacia para reducir el uso de drogas está demostrada", dijo Joe Amon, director del Programa de VIH/Sida y Derechos Humanos de Human Rights Watch. "Por décadas hemos sabido que estos enfoques funcionan, pero muchos gobiernos y donantes internacionales les brindan muy poco apoyo o se rehúsan a probarlos".

Fuera del África subsahariana, hasta el 30 por ciento de todas las nuevas infecciones por VIH ocurre en personas que se inyectan drogas, y dentro de esta región va en aumento el uso de drogas intravenosas. Agencias internacionales dedicadas a la salud y al control de drogas - incluyendo la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud - respaldan los servicios integrales para reducción de daños, entre ellos el intercambio de agujas y jeringas y la terapia asistida con medicamentos (por ejemplo, la metadona) tanto dentro como fuera de las prisiones, por ser esenciales para enfrentar el VIH entre personas usuarias de drogas.

A pesar del amplio apoyo y la sustancial evidencia de que funcionan, estos enfoques continúan fuera del alcance de la mayoría de quienes los necesitan.

Aproximadamente el 80 por ciento de personas usuarias de drogas intravenosas vive en países en desarrollo o en transición, donde muchas de ellas no tienen acceso a servicios de prevención del VIH. El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha condenado la falta de dichos servicios para esta población, observando que "[l]as estimaciones de 94 países de ingresos bajos y medianos muestran que la proporción de drogadictos por vía intravenosa que recibieron algún tipo de servicios de prevención fue del 8 por ciento en 2005, lo cual indica que ese grupo de población de [sic] mayor riesgo está prácticamente desatendido". En comparación, muchos países que ofrecen medidas de reducción de daños a una escala suficientemente grande han controlado con éxito las epidemias del VIH.

Human Rights Watch señaló que la situación en prisiones y centros de detención es particularmente calamitosa, con un escaso acceso a tratamiento de la drogadicción o a servicios de prevención del VIH, además de que son comunes las conductas de riesgo y el uso de drogas. La prevalencia del VIH suele ser mucho más elevada en las prisiones, debido en gran medida a las altas tasas de encarcelamiento de personas que utilizan drogas y a la falta de acceso a los servicios necesarios. Muchos reclusos que dependen de los opiáceos son obligados a pasar por una abstinencia abrupta y sufren innecesariamente un dolor mental y físico agudo.

Human Rights Watch también expresó preocupación por abusos contra los derechos humanos derivados de la detención para "rehabilitación" o tratamiento de quienes usan drogas. En algunos casos, estas personas pueden permanecer detenidas durante meses o años sin el debido proceso. Los servicios médicos básicos suelen no estar disponibles y el "tratamiento" a menudo consiste en trabajo forzado sin remuneración y, en ciertos casos, abuso físico y psicológico.

"En el Día Mundial del Sida, muchas personas examinarán cuánto hemos avanzado en lo relativo a proporcionar tratamiento y prevención del VIH, lo cual es importante", dijo Amon. "Pero además debemos analizar cómo hemos fallado en responsabilizar a los gobiernos por rehusarse a adoptar estrategias eficaces y por negar a personas privadas de libertad y usuarias de drogas el acceso a herramientas para prevenir el VIH y el tratamiento de la drogadicción que les salvarían la vida".

Estadísticas seleccionadas sobre el uso de drogas y el VIH

El Grupo de Referencia de las Naciones Unidas sobre la Prevención y la Atención Sanitaria del VIH/Sida entre Personas Usuarias de Drogas Inyectables asevera que la prevalencia del VIH entre quienes se inyectan drogas supera el 40 por ciento en nueve países y oscila entre el 20 y 40 por ciento en otros cinco. Las cifras más elevadas corresponden a China, Estados Unidos y Rusia, donde se estima que las tasas nacionales de prevalencia del VIH ascienden al 19, 22 y 74 por ciento, respectivamente.

  • En Rusia, más del 80 por ciento de las personas con VIH adquirió la infección por medio del uso de drogas intravenosas y ésta continúa siendo la principal vía de contracción del virus. La metadona y la buprenorfina están prohibidas por ley y el gobierno ha impedido el acceso a agujas estériles.
  • En Ucrania, casi el 70 por ciento de personas con VIH usa drogas inyectables y el 50 por ciento de las nuevas infecciones en 2007 se relacionó con el uso de estas drogas. Los programas de reducción de daños se han ampliado en años recientes, pero la cobertura sigue siendo inadecuada y los abusos contra los derechos, como seleccionar para arresto a usuarios de drogas intravenosas que visitan los centros de reducción de daños, alejan a muchas personas.
  • En China, casi la mitad de todas las nuevas infecciones por VIH en 2007 se asoció al uso de drogas inyectables y la prevalencia del virus entre personas usuarias de drogas es alta. Los estudios han calculado que las tasas en las provincias de Guangxi, Yunnan, Xinjiang, Sichuan, Guangdong y Ningxia oscilan entre 10 y 80 por ciento y que, a nivel nacional, entre el 8 y 19 por ciento de quienes usan drogas tiene la infección por VIH.
  • En Vietnam, donde la cantidad de personas con VIH se ha incrementado más del doble desde el año 2000, la epidemia está siendo impulsada por el uso de drogas inyectables y se estima que hasta el 65 por ciento de usuarios tiene la infección. La distribución de condones, agujas y jeringas puede considerarse como prueba de conducta criminal, lo que lleva a la clandestinidad a los programas de reducción de daños e impide que quienes usan drogas tengan acceso a ellos.
  • En Mauricio, las personas usuarias de drogas inyectables conforman el 86 por ciento de la población con VIH y representan la mayoría de las nuevas infecciones.
  • El uso de drogas intravenosas también ha sido bien establecido en varios países al sur del Sahara con alta prevalencia del VIH, incluyendo Tanzania, donde, a pesar de una reciente reducción en la prevalencia general del virus, la prevalencia entre usuarios de drogas inyectables rebasa el 40 por ciento, y Kenia, donde más del 60 por ciento de estas personas tiene la infección por VIH.

En el Reino Unido y Australia, sólidas respuestas nacionales al inicio de la epidemia frenaron epidemias del VIH potencialmente serias entre personas usuarias de drogas inyectables y las tasas de VIH en esta población son bajas. En países de Europa Occidental que tardaron más en adoptar enfoques de reducción de daños, como Francia, Italia y España, epidemias severas del VIH han podido finalmente estabilizarse a través de medidas de reducción de daños. La vigorosa respuesta nacional de Polonia, que incluye intercambio de jeringas y otras intervenciones específicas dirigidas a usuarios de drogas intravenosas, también ha sido reconocida por contener la epidemia entre estas personas y evitar una epidemia más expandida entre poblaciones que no se inyectan drogas.

Antecedentes sobre la reducción de daños en prisiones

Sólo 33 países proporcionan terapia asistida con medicamentos (por ejemplo, metadona o buprenorfina) a personas privadas de libertad, pero a menudo la restringen a quienes han estado recibiendo dicho tratamiento previo a su encarcelación. Apenas ocho países ofrecen intercambio de agujas y jeringas en prisiones, pese a las numerosas recomendaciones de las Naciones Unidas y a las claras evidencias de que tales programas pueden funcionar de manera segura y eficaz en entornos carcelarios.

  • En Estados Unidos, por lo menos el 20 por ciento de las personas con VIH tienen antecedentes de encarcelamiento. Una de cada cinco personas en prisión se encuentra allí por delitos relacionados con drogas y muchas otras debido a crímenes cometidos para costear su drogadicción. Sin embargo, numerosas personas privadas de libertad carecen de acceso a servicios integrales para reducción de daños. La metadona no está disponible a la mayoría y en muchas prisiones los fuertes castigos infligidos a personas usuarias de drogas niegan el tratamiento a quienes más pueden necesitarlo.
  • En Ucrania, que tiene la epidemia de VIH más severa en Europa, se estima que el 13 por ciento de las personas encarceladas tiene la infección. Desde 2006, Ucrania ha adoptado medidas importantes para incrementar el acceso a metadona y buprenorfina en la comunidad, pero ninguna de ellas está disponible en las prisiones.
  • En Suecia, por lo menos la mitad de todas las personas que ingresan a la cárcel utilizan drogas inyectables con regularidad y al uso de éstas se le atribuye casi un tercio de todas las nuevas infecciones por VIH. Aunque la terapia asistida con medicamentos no está prohibida oficialmente, las políticas penitenciarias incluyen detener el uso de metadona al momento de la encarcelación en los casos de personas que han participado con éxito en programas de tratamiento.
  • En Vietnam, casi el 30 por ciento de la población encarcelada tiene la infección por VIH y en algunos centros la cifra asciende al 40 por ciento.

Antecedentes sobre la detención de personas usuarias de drogas para ‘tratamiento'

 

  • Desde 2003, millares de personas en Tailandia han sido coaccionadas a ingresar en centros para "tratamiento de la drogadicción" dirigidos por las fuerzas de seguridad, sin una evaluación clínica que determine que de hecho dependen de drogas. Muchas han sido retenidas por largos periodos; la "rehabilitación" suele ser proporcionada por personal de seguridad y el adiestramiento militar es el bastión del "tratamiento" brindado. Esta política de coerción ha tenido consecuencias a largo plazo para la salud y los derechos humanos de las personas usuarias de drogas ya que, por temor al arresto o la acción policial, muchas continúan evitando el tratamiento de la drogadicción o cualesquiera servicios de salud patrocinados por el gobierno.
  • En China, hasta 350,000 personas están internadas en centros obligatorios para desintoxicación de drogas y "reeducación por medio de trabajo", donde pueden permanecer detenidas hasta por seis años sin un juicio o el debido proceso, bajo la sospecha de que usan drogas. Se les obliga a trabajar sin pago en la producción de artículos para el mercado, incluyendo bagatelas destinadas al comercio turístico. En estos centros, el "tratamiento de la drogadicción" consiste de poco más que la mecánica repetición de consignas (tales como "es malo usar drogas; yo soy malo") y adiestramientos al estilo militar.
  • En la India, las personas usuarias de drogas son físicamente aisladas y encadenadas, se les niegan alimentos y están obligadas a trabajar como "tratamiento". También son enjauladas y golpeadas; en algunos casos se les administran medicamentos que han sido descontinuados fuera de la India debido a sus efectos secundarios adversos.
  • En algunos centros de Rusia, a las personas usuarias de drogas se les ha sometido a "terapia de flagelo", sujetas con esposas a las camas durante la desintoxicación y negándoles medicamentos para aliviar los dolorosos síntomas de abstinencia. A quienes ingresan voluntariamente al tratamiento se les confina en pabellones bajo llave, en algunos casos con fatales consecuencias. En 2006, 46 mujeres jóvenes murieron en un incendio en un hospital para abuso de drogas en Moscú, donde el personal abandonó a las residentes a su suerte para que se enfrentaran a ventanas y puertas cerradas con llave.

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