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EE.UU.: Prisioneros secretos de la CIA siguen “desaparecidos”

Washington debe revelar el destino de personas “desaparecidas” por Estados Unidos

(Nueva York) – El gobierno de Estados Unidos debe rendir cuentas por todos los detenidos “desaparecidos” que en algun momento estuvieron en poder de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy.

El informe de 50 páginas, “Ghost Prisoner: Two Years in Secret CIA Detention” (Prisionero fantasma: Dos años en detención secreta por la CIA), contiene una descripción detallada, hecha por un ex prisionero palestino que fue puesto en libertad el año pasado, de una prisión secreta de la CIA. Human Rights Watch también envió una carta pública al Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, solicitándole información sobre el destino y el paradero de los detenidos “desaparecidos”.

“El Presidente Bush nos dijo que los últimos 14 prisioneros de la CIA habían sido enviados a Guantánamo, pero hay muchos otros prisioneros ‘desaparecidos’ por la CIA cuyo paradero sigue sin conocerse”, dijo Joanne Mariner, directora de terrorismo y antiterrorismo para Human Rights Watch. “La pregunta es qué ha ocurrido con estas personas y dónde están ahora”, agregó.

A principios de septiembre, 14 detenidos fueron trasladados de las prisiones clandestinas de la CIA al campamento militar de la Bahía de Guantánamo. En un discurso televisado del 6 de septiembre, el Presidente Bush anunció que con estos 14 traslados ya no quedaban prisioneros bajo la custodia de la CIA.

El ex recluso de la CIA, Marwan Jabour, habló con Human Rights Watch sobre algunas personas detenidas por la CIA, cuyo paradero actual se desconoce. Jabour vio que uno de ellos, el presunto terrorista argelino Yassir al-Jazeeri, todavía seguía en manos de la CIA en julio del 2006.

“El gobierno de Bush tiene que explicar plenamente la situación de cada uno de los ‘desaparecidos’ en las prisiones de la CIA y debe informar sobre sus nombres, su paradero y cuándo salieron de la custodia de la CIA”, señaló Mariner.

La carta de Human Rights Watch a Bush contiene dos listas de detenidos “desaparecidos”. La primera lista cita a 16 personas que, según Human Rights Watch, estuvieron recluidas en las prisiones de la CIA y cuyo paradero actual se desconoce. La segunda lista incluye a 22 personas que podrían haber estado encarceladas por la CIA y cuyo paradero actual se desconoce.

Human Rights Watch expresó su preocupación por lo que puede haberles ocurrido a los prisioneros “desaparecidos”. Una posibilidad es que Estados Unidos haya transferido a algunos de ellos a prisiones en el extranjero, donde siguen bajo el control efectivo de la CIA.

Otra posibilidad preocupante es que los prisioneros hayan sido trasladados de la custodia de la CIA a lugares donde corren el riesgo de ser torturados. Existe una grave preocupación por que algunos de los prisioneros “desaparecidos” hayan sido devueltos a sus países de origen, que incluyen Argelia, Egipto, Libia y Siria, donde es habitual la tortura de sospechosos de terrorismo.

El nuevo informe ofrece el relato más exhaustivo hasta la fecha de la vida en una prisión secreta de la CIA, además de información nueva sobre los 38 posibles detenidos. El informe explica que el trato de la CIA a estos prisioneros constituye una desaparición forzada, una práctica absolutamente prohibida por el derecho internacional.

Marwan Jabour fue arrestado por las autoridades paquistaníes dentro de Pakistán en mayo del 2004 y estuvo recluido durante más de un mes en un centro clandestino en Islamabad operado por personal estadounidense y paquistaní, período durante el cual fue duramente maltratado. En junio lo trasladaron en avión a otra prisión secreta, que cree que estaba en Afganistán, donde todo o casi todo el personal era estadounidense.

Le quitaron la ropa cuando llegó y estuvo completamente desnudo durante un mes y medio, incluso durante interrogatorios por mujeres y filmaciones. Lo encadenaron muy cerca de la pared de su pequeña celda para que no pudiera levantarse, lo colocaron en dolorosas posiciones para que tuviera dificultades para respirar, y le dijeron que si no cooperaba lo meterían en una sofocante “caja para perros”.

Durante los más de dos años que estuvo en esta prisión secreta, Jabour pasó casi todo el tiempo solo en una celda sin ventanas con escaso contacto humano, con excepción de sus captores. Aunque estuvo incesantemente preocupado por su esposa y sus tres niñas pequeñas, no le permitieron siquiera enviarles una carta para confirmarles que estaba vivo.

“Era una tumba”, dijo después Jabour a Human Rights Watch. “Sentí que mi vida había acabado”, agregó.

La esposa de otro detenido por la CIA cuyo paradero sigue sin conocerse dijo a Human Rights Watch que había tenido que mentirles a sus cuatro hijos sobre la “desaparición” de su padre. Explicó que no soportaba la idea de decirles que no sabía dónde estaba.

“Espero que si descubren que su padre ha sido detenido, yo pueda decirles al menos en qué país se encuentra y en qué condiciones”, dijo.

La desaparición forzada conlleva una detención arbitraria, secreta e incomunicada, y plantea un grave peligro para el derecho a la vida y la protección contra la tortura y otras formas de maltrato. Como dejan claro estos casos, la desaparición forzada también provoca un grave dolor y sufrimiento psicológico a la familia de la persona “desaparecida”.

Human Rights Watch expresó su grave preocupación por la opinión declarada del Presidente Bush que la Ley de Comisiones Militares del 2006 (Military Commissions Act of 2006) le permite al gobierno reiniciar el programa de prisiones secretas de la CIA. Human Rights Watch urgió al gobierno de Bush a rechazar el uso de la detención secreta y las tácticas coercitivas de interrogatorio en su lucha contra el terrorismo y a anunciar la suspensión permanente del programa de detención e interrogatorios de la CIA.

“El programa de la CIA – y los líderes civiles que lo crearon – han perjudicado tremendamente la reputación, la legitimación moral y la integridad de Estados Unidos”, señaló Mariner. “Ha llegado el momento que el Presidente Bush repudie este programa y adopte medidas para reparar el daño que ha provocado”, agregó.

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