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Fotografía cedida por un residente de Nyala el 6 de febrero de 2025, que muestra el edificio destruido en el lugar donde se produjo un ataque aéreo el 3 de febrero cerca del Mecca Eye Hospital en Nyala, Darfur Meridional. © Private

Desde hace más de dos años, Sudán vive un conflicto atroz.

Las dos principales partes beligerantes -las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR) y las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS)- han cometido terribles abusos contra la población civil. Sus listas de atrocidades aumentan casi cada día.

Las Fuerzas de Autodefensa de Sudán y sus milicias aliadas han perpetrado homicidios generalizados y deliberados de civiles, muchos de ellos por motivos étnicos. Las RSF también han cometido actos de violencia sexual generalizada, especialmente violaciones colectivas, y saqueos. También han destruido, a menudo quemándolos, pueblos y aldeas, y han saqueado masivamente la ayuda.

Por otro lado, las FAS han asesinado ilegalmente a civiles. Han impedido repetida y deliberadamente que la ayuda humanitaria llegue a quienes la necesitan. Las SAF también han llevado a cabo ataques aéreos contra infraestructuras civiles, incluidos hospitales.

La última investigación de Human Rights Watch detalla los ataques aéreos de las SAF en la región del sur de Darfur en febrero. Mataron a decenas de civiles en ataques con bombas lanzadas desde el aire contra barrios residenciales y comerciales de la ciudad de Nyala. Estos ataques formaban parte de una oleada militar más amplia de bombardeos aéreos sobre Nyala, centro neurálgico de la RSF.

HRW descubrió que estos ataques eran indiscriminados, porque las bombas no guiadas utilizadas tienen efectos en una amplia zona con una precisión limitada. En zonas pobladas, no pueden, en la mayoría de las condiciones, dirigirse a un objetivo militar específico. Realizar ataques indiscriminados de forma deliberada o temeraria es un crimen de guerra.

Más atrocidades que añadir a la creciente lista de Sudán. Nadie puede aspirar siquiera a documentarlas todas.

Sin embargo, sus horribles efectos pueden quedar claros con unas pocas cifras a escala nacional.

Además de las decenas de miles de personas maltratadas y asesinadas, la reanudación del conflicto ha obligado a más de 12 millones de personas a huir de sus hogares. Alrededor de un tercio de ellas han huido a países vecinos. Los millones que quedan convierten a Sudán en la mayor crisis de desplazamiento interno del mundo.

Unos 25 millones de personas -lo que equivale aproximadamente a la mitad de la población de Sudán- dependen ahora de suministros alimentarios de emergencia. Dos millones podrían correr peligro de inanición en los próximos meses.

El mortífero ataque de la semana pasada contra un convoy de ayuda de la ONU en el norte de Darfur es un recordatorio de que ambas partes beligerantes han estado obstruyendo los esfuerzos humanitarios sin tener en cuenta a los millones de personas que necesitan desesperadamente ayuda.

La población civil sigue siendo la más afectada por la devastadora guerra que asola Sudán desde hace dos años.

Otros países deben emprender acciones concertadas para proteger a la población civil. Pueden hacerlo apoyando las investigaciones internacionales que se están llevando a cabo sobre las atrocidades cometidas en Sudán y sancionando a los responsables de violaciones graves.

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